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Puglia & Sonsol, las caras de la polémica: "La riqueza del programa es que somos tipos normales"

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Sergio Puglia y Alberto Sonsol. Foto: Leo Mainé

POLÉMICA EN EL BAR

Las claves del picante binomio que acapara la atención de Polémica en el Bar. "Nos podemos decir un montón de cosas al aire, pero no pasa nada más de ahí", aclaran.

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Alberto Sonsol

y Sergio Puglia se divierten posando para la cámara de Sábado Show en la escenografía de Polémica en el Bar. “Él es el mayor del programa”, bromea Sonsol sobre su compañero, que se queja de que lo tomen de punto. La chanza sumada a los gestos cómplices entre ellos ante los flashes es apenas una muestra de lo que se verá minutos más tarde en el programa. Es que sin haber trabajado juntos en otro proyecto anterior, los panelistas más veteranos consolidaron una química que se convirtió en una de las claves del éxito de Canal 10.

Jorge Piñeyrúa llega al estudio y pide con humor que aplaudan “a la estrella del programa”. Él está a cargo del timón de la turbulenta nave que es Polémica en el bar, el clásico ciclo de debates de origen porteño que se adaptó a la idiosincrasia local. Además de Sonsol y Puglia, el panel lo integran Nicolás Lussich y Patricia Madrid, que hacen un aporte desde lo periodístico, y Gaspar Valverde, que suele tener una mirada más conciliadora sobre los distintos temas.

Sonsol y Puglia, en tanto, se han convertido en protagonistas de cada debate de la mano de afirmaciones categóricas, expresiones histriónicas y opiniones picantes que juegan al límite de lo políticamente correcto. En esta misma emisión, por ejemplo, Sonsol pide la “pena de muerte” para los peores delitos. Dos días más tarde, en la entrega del domingo, Puglia arremete contra los movimientos LGTB “por dejarse usar políticamente”. “¡Eso no se los voy a perdonar!”, exclama a los cuatro vientos. El efecto es inmediato: las redes sociales comienzan a arder y la audiencia queda hipnotizada frente al televisor colocando al ciclo como uno de los sucesos del año.

“La riqueza del programa es que somos tipos normales”, define Sonsol. Tanto él como Puglia dicen asumir al aire el rol de representar la forma de pensar de quienes miran el programa desde su casa. “Son tantos los temas que se tocan que es imposible abarcar todos con conocimiento en profundidad. Muchas veces me guío por lo que dicen Doña María y Don José, lo que piensa la gente”, señala.

Puglia aporta otra característica central para el papel que desempeñan en el ciclo: el de la “honestidad”. “Los periodistas tienen un rol riguroso para manejar los temas, pero nosotros somos comunicadores que tenemos que ser auténticos. No me importa si soy imparcial o subjetivo”, considera.

Está claro que la personalidad de ambos es funcional a la dinámica voraz del formato, pero ellos evitan calificarse como “personajes” para no dejarse encasillar. “Yo soy de esta forma”, insiste Puglia. Y Sonsol coincide: “Yo no me muestro así para hacer un show acá. Yo hablo así en mi casa todos los días. Cuando hay algo que me saca, me saca”.

Cuando “se sacan”, lo hacen notar. El calor del debate muchas veces los lleva a elevar el tono de voz, lo que para ellos forma parte de su manera de ser. “No grito, hablo fuerte”, repite Sonsol como muletilla cada vez que lo acusan de tapar a otro orador a los gritos. Lo mismo ocurre con Puglia: “En casa cuando me caliento con algo me dicen ‘no grites’, y yo explico que no grito, sino que es mi tono natural”.

Polémica en el bar. Foto: Leo Mainé
Polémica en el bar va los viernes y domingos a las 21 horas por Canal 10. Foto: Leo Mainé

Juego.

Ambos están a la orden a la hora de enfrascarse en la discusión de la jornada. Por eso no es extraño que se atraigan como imanes hasta chocar entre sí en el juego dialéctico que propone el programa. “Él tiene su posición frente a la vida y yo también. Entonces la mayoría de veces nos encontramos”, analiza Puglia.

Sonsol explica que “lo central es entender el juego”. Acostumbrado a los programas de debates deportivos, el comunicador apunta que hay “una máxima” que aplica a todas las polémicas televisivas: “El que se calienta, pierde”. “Uno tiene que tener rapidez con la respuesta exacta cuando te están diciendo algo. Si uno se enoja y no habla o hace pucherito está liquidado, no entendió el juego”, evalúa.

La esgrima verbal que practican no es para cualquiera. No alcanza con tener ágiles reflejos para la respuesta, sino saber lanzar un buen ataque en el marco de un “fair play”. “Si hay que salir a espadear, espadeo. Yo sé que voy a fondo pero trato de no herir a nadie”, aclara Sonsol. Tanto él como su compañero remarcan lo relevante que es moverse dentro de “los límites de la educación”. “Hay discusiones que pueden ser fermentales o pasionales, pero no tiene nada que ver con lo personal. Y yo tengo que respetar al otro justamente porque piensa distinto a mí”, expresa Puglia.

Una de las discusiones más estridentes ocurrió mientras Puglia se encontraba en cuarentena en su casa y salía al aire vía zoom. En ese entonces, la pandemia del coronavirus llevaba pocos días en Uruguay y en Polémica en el bar se discutía sobre el rol de los medios de comunicación. El periodista deportivo sostenía que la función de los profesionales de los medios debía limitarse a "escuchar a los que saben y transmitirlo", pero Puglia discrepaba: “La prensa tiene la obligación de investigar, informar, estudiar y recurrir a las fuentes. Eso significa libertad de prensa”. Así se disparó un duelo que terminó con Puglia pidiéndole a Sonsol que “deje de hacer populismo” y Sonsol lo mandó a “tomar la pastillita”. “Me hacés calentar al pedo”, cerró Puglia en aquel encontronazo.

Tres meses después, Puglia pone paños fríos al episodio: “Él me decía cosas y yo le contestaba, pero después hablamos como si no hubiera pasado nada. Es más lo que la gente deposita y toma partido en la discusión y lo que el espectador le pone de intención a cada una de nuestras palabras que lo que sucede realmente". 

Ocurre que cada discusión al aire en el programa se prolonga en las redes sociales. Es entonces cuando Sonsol y Puglia se convierten en los más queridos, en los más odiados o en las dos cosas a la vez. "A mí me dicen '¿Por qué no te vas a cocinar? ¡Gordo! Dejate de opinar de política'", afirma Puglia y le quita importancia. Lo que sí les satisface es que la relación entre ambos queda intacta luego de cada cruce. "Si él se empacara cuando yo le digo algo o yo me empacara, el programa no marcharía", explica Sonsol.

Una vez que las cámaras se apagan el saludo siempre afectuoso. Los temas de conversación vuelven a ser la cena que tienen preparada para esa noche o el plan para el fin de semana. Las discusiones quedan en el bar y los temas candentes de actualidad para la siguiente polémica.

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