Sergio Puglia ya recorre la casa del Partido Nacional en Plaza Matriz como uno de los tantos y diversos espacios en los que trabaja. Cuenta que fue convocado por la vicepresidente de la República Beatriz Argimón y por el presidente del Partido, Pablo Iturralde, para integrar la comisión de cultura de esta colectividad política. El conductor no lo dudó y al aceptar terminó confirmando su incorporación al partido para el que milita desde su juventud. Al pasar por el Directorio, observa los retratos de los líderes blancos y se detiene en el de Eduardo Víctor Haedo, quien fue su “primer maestro” cuando comenzaba a participar en política. Minutos después se acomoda en un sillón para hablar con El País sobre su nueva batalla en la política y de sus tantas otras en la televisión y en la vida.
-¿Cómo fue tomar la decisión de hacer pública tu adhesión al Partido Nacional?
-Había un grupo importante de gente que sabía de qué lado caminaba políticamente de toda la vida, pero yo no lo había hecho público. Mi posición dentro de los medios de comunicación siempre fue pluralista. Sin embargo, llegué a una altura de la vida en la que evalué que si yo había militado contra la dictadura y en Por la Patria, ¿por qué no me podía manifestar políticamente? Hay otros que lo hacen siendo periodistas, yo soy solo un comunicador. Dije “llegó la hora”: tengo 73 años y puedo decirle a la gente “soy de raíz blanca primero por tradición y después por convicción, y hace años que milito en el Partido”.
-¿Cuánto influyó la figura de Luis Lacalle Pou para que dieras ese paso?
-No cabe la menor duda de que la figura de Lacalle Pou fue fundamental. Luis viene haciendo un trabajo excepcional. Ha demostrado una enorme pasta de líder y su capacidad de conductor político.
-¿Cómo surgió tu amistad con él?
-Lo conozco desde muy joven porque tengo una relación muy cercana a su padre, desde cuando era presidente. En ese momento yo trabajaba en Canal 5 y también conducía Acción Solidaria, que hacía Julita Pou. Tenemos un vínculo de admiración desde hace muchos años. Él ha correspondido a la relación de amistad estando presente en los momentos más importantes de mi vida, como el día de mi casamiento o los días de mis cumpleaños.
-¿Siempre votaste al Partido Nacional?
-Siempre, toda la vida. Mi familia era del Partido Nacional. Mi padre era de los blancos independientes, de Fernández Crespo, y de ahí surgió que la familia se pasara al wilsonismo, a Por la Patria, y siguieron con Carlos Julio Pereyra.

-Estás integrando la comisión de cultura del Partido Nacional, ¿ha sido un ámbito en el que particularmente se ha dejado avanzar al Frente Amplio?
-Yo puedo hacer mea culpa y decir que los partidos tradicionales durante mucho tiempo se sintieron muy cómodos y dejaron que avance el relato de que la izquierda era una constructora de la cultura. Ese es un tema que los partidos deberán solucionar, pero yo considero que la cultura no tiene ideología política partidaria.
-¿Esa es la batalla cultural que querés dar?
-Yo creo que la batalla cultural es integrar a todo el país. Dejar de pensar macrocefálicamente de que Montevideo es el principio y el fin para empezar a mirar todo el territorio nacional y entre todos hacer el entramado de las distintas expresiones culturales. No podemos hablar de cultura nacional si no tenemos una visión de todo el país. Esta comisión de cultura del Partido Nacional se propone poner oído a las manifestaciones culturales de todo el país.
-¿Y en lo político-partidario?, ¿va a haber un trabajo para demostrar que el Partido Nacional también tiene un peso en el ámbito de la cultura?
-Nosotros pretendemos meternos y trabajar en el mundo de la cultura, pero no hacer una cultura nacionalista sino trabajar para una construcción de todos.
-¿Cómo va a ser tu trabajo en la comisión en la práctica?
-Nos estamos reuniendo una vez por semana y la comisión va a ir a reunirse también a distintas zonas del país para hablar con los directores de cultura, con las departamentales del Partido Nacional y vamos a ir al congreso de intendentes. Entre las próximas tareas vamos a hacer actividades con respecto al Patrimonio y una serie de charlas con los distintos actores que nos permiten construir el entretejido cultural.
-¿Es honorario?
-Sí. A mí no me pagan por lo que estoy haciendo. No tendría nada de malo, pero como acá todo se mide por ese tipo de cosas aclaro que esta es una invitación que acepté gustosamente por parte de la vicepresidente Beatriz Argimón y el presidente del Partido, Pablo Iturralde. Le voy a dedicar horas a este trabajo por el Partido pero no me pagan nada.

—Al inicio del primer gobierno de Frente Amplio se te veía muy cercano a varios de sus principales dirigentes…
—En mi casa hay una galería que la señora Daniela Buret, que es una mujer de izquierdas, definió como "galería de la democracia". A mí lo que me interesa es construir y no dividir. Las grietas conmigo no van. Si a la vuelta de la democracia la mayoría de mi pueblo votó a Sanguinetti, yo como comunicador le tenía que dar el micrófono a quienes gobernaban, y cuando ganó Lacalle Herrera también tenía que apoyar al sistema. Lo mismo hice en los gobiernos siguientes y cuando ganó Tabaré Vázquez. Así son las democracias. Yo no soy un combatiente contra el que piense distinto a mí. Tuve una relación fantástica con el general Seregni y tuve una relación de amistad con Mariano Arana. Para invitar a alguien a mi casa no le pido el carnet de quién vota. Los valores humanos están por encima de eso.
—Sin embargo participás en Polémica en el Bar, un programa en el que se combate y con virulencia al que piensa distinto.
—El programa se llama Polémica, y polemizar no es nada malo. Es expresar diferentes posiciones y buscar a través del diálogo un camino del medio. Hemos aprendido entre los integrantes a no meternos en la vida privada de cada uno y cuando termina el programa tenemos la misma relación estupenda de siempre. Intercambiar ideas siempre es constructivo. El programa no apunta a la grieta.
—¿Nunca?, ¿cuando se eleva el tono de las discusiones políticas en el programa no se contribuye a la “grieta”?
—En las discusiones que hay no llega a correr sangre. Yo tengo desencuentros con Lalo (Fernández) y después charlamos como si no pasara nada. Pasó una vez que discutimos con Julio Ríos, pero fue porque él pasó a un tema personal. Él pidió disculpas después y yo también porque el público no se merecía mi reacción. Pero fue un momento.
-En los últimos años diste a conocer un perfil más confrontativo en los debates de Polémica en el Bar, ¿fue todo ganancia o hay momentos en los que te arrepentís de haber dado ese paso?
-Fue todo ganancia. Lo único que me duele es haber sido la persona más castigada con ciberbullying. Se dijeron cosas terribles de mí en las redes y en algunos medios. Sufrí una persecución grave. Llamaron a mis auspiciantes para que me retiren el apoyo, se metieron con mi trabajo, con mi vida privada y los insultos siguen hasta hoy. Yo aprendí a entender que el problema lo tiene el que agrede y no yo. Yo tengo la libertad de estar posicionado políticamente en dónde quiero. Esa historia del adoctrinamiento conmigo no va. En definitiva para mí todo ganancia porque fortaleció mi personalidad. Nunca me arrepentí. Algunos amigos me preguntaron por qué me exponía, o con qué necesidad me metía en este camino. La necesidad fue interna y las ganas fueron mías. Uno tiene que asumir sus responsabilidades. Además ahora la gente me dice cosas que antes no me decía: “usted es la voz de todos nosotros”, “gracias por ser tan frontal”, “usted está corriendo riesgos por todos nosotros que estuvimos callados tanto tiempo”.
-¿Sentís que te quieren adoctrinar por ser crítico con el Frente Amplio y mostrarte afín al gobierno?
-Sí, absolutamente. Lo veo por ejemplo cuando dicen que el matrimonio igualitario es algo del Frente Amplio. También lo votaron algunos blancos y colorados. El Estado en ese momento dio un paso gigante. Que me digan “gordo puto, te casaste gracias al Frente Amplio y ahora lo traicionás” es maniqueísmo y un manejo que está mal. Igualmente tengo que decir que eso viene más de las bases, porque en el peor momento hubo dirigentes del Frente Amplio como el Pacha Sánchez que salieron a defenderme.
-¿Y qué pasó con los artistas de izquierda?
-Hubo un grupo de artistas que se expresaron en mi contra y dejaron de venir a mi programa. Es un problema de ellos. Hay un montón de gente que quiere venir. Se ofendieron porque dije que había que transparentar cómo se utilizaban los dineros públicos para mantener a los artistas de izquierda durante los 15 años de gobierno frenteamplista.
-Lo dijiste frente a Raúl Castro en el primer programa de Polémica en el Bar…
-Él se calló la boca. Yo lo admiro y lo respeto por su talento, pero esa vez se calló porque al otro día empezaba la campaña electoral y él aparecía en los spots de Daniel Martínez y del Pit Cnt.
-Después de hacer estas acusaciones te han señalado por haber recibido auspicios o contrataciones del Ministerio de Turismo y algunas intendencias.
-Yo tengo más de 40 años en los medios de comunicación y durante años no tuve una publicidad del Estado. El Ministerio de Turismo compró publicidad durante dos o tres veranos y quería estar cuando yo hacía el programa desde Punta del Este. Ellos me golpeaban la puerta para comprar el espacio. Y de la única intendencia que recibí auspicio fue de la Intendencia de Canelones, que estuvieron solo un período. Hace años que no tengo publicidad del Estado. No me pueden acusar de nada.
-¿Cómo se vivió hace unas semanas el momento en el que Julio Ríos se enojó, se levantó y se fue de Polémica en el Bar al aire?
-Fue una reacción humana que no supo manejar. Se calentó, se levantó y se fue. No encontró el eco que capaz que quería encontrar. Nos tomó por sorpresa y quedó un clima tenso y complicado. Nunca imaginamos que se iba a levantar. Pero es una situación que se da si no sabés manejar el carácter ni las emociones. Somos seres humanos y pasan esas cosas.
-¿Por qué se postergó la nueva temporada de Masterchef, anunciada para este año?
-Se hizo la convocatoria y se está terminando el casting. Lo habían anunciado para este año pero no estaban las condiciones por manejos del canal y los otros programas que había. Se cambió de decisión, pero se va a hacer el año que viene con participantes amateur.
-Como amigo de Dady Brieva, ¿hablaste con él fuera del aire sobre su polémica gira de prensa?
-Sí. Él vino al Uruguay y cometió el error garrafal de acusarnos casi de asesinos por permitir que los aviones ingleses carguen combustibles acá para ir a matar a los hermanos argentinos. Yo le dije que estaba equivocado y que no tenía nada que ver porque los dos países estaban en dictadura. Después siguió diciendo otras cosas. Él no puede venir al Uruguay a hablar así, tiene que cuidarse. Cuando se lo dije afuera del aire me respondió “nos calentamos y decimos esas cosas”. También me aclaró “no soy boludo y sé que esto genera un montón de cosas”.
-Otra polémica gira de prensa fue la de Mauricio Dayub, que terminó en un fuerte cruce entre su productor uruguayo Mario Morgan y la cronista Verónica Chevalier, ¿cómo viste ese episodio que fue registrado en video y se hizo viral?
-Me pareció deplorable, un horror desde todo punto de vista. No se le puede faltar el respeto a un trabajador de los medios como hizo él, ni destratar a nadie de esa forma. Me pareció magnífica la posición que adoptó el canal, que le mandó una carta al productor para exigirle que pidiera disculpas. El productor no lo hizo y el canal lo declaró persona no grata, así que los artistas que trae directamente no van al canal.
-En tu biografía Conmigo no van a poder, que escribió Esteban Leonís, se cuenta un noviazgo con una mujer durante tu juventud, ¿qué recordás de ese vínculo?
-Yo trabajaba en enseñanza secundaria y era un muchacho joven. Conocí a Elena y me enamoré. Tuvimos una relación fantástica que duró dos años. En un momento ella me dijo que quería casarse y yo le respondí “como te quiero, no me voy a casar contigo porque te cagaría la vida”. Le expliqué mis sentimientos y no hice lo que hacen muchos hombres que, presionados por la discriminación que hay, cometen el error de casarse, tener hijos y años después tienen que explicarles “yo soy tal cosa”. Yo no quería pasar por eso.
-¿Ya habías tenido relaciones con hombres?
-Sí, yo ya había estado con hombres, pero fue una mujer que me impactó y me enamoré. Estaba muy metido. Hoy tenemos una relación de amistad maravillosa. Ella después se casó, tuvo hijos y uno de ellos fue alumno mío. Yo también encontré después a la persona con la que quería compartir el mejor proyecto de vida y con quien ya llevo 20 años.
-¿Qué fue lo determinante para casarte con Horacio Correa hace casi siete años?, ¿lo afectivo o también lo jurídico?
-Fue por lo afectivo pero también porque estaba cansado de ver parejas gay sufriendo el despojo que significa que uno se muera antes que el otro sin tener los papeles. Yo he vivido amistades de parejas que cuando muere uno, viene su familia y deja al otro en la calle después de haber construido una vida en común. En honor al amor que nos teníamos y a la tranquilidad que significaba un marco legal que nos defendiera resolvimos casarnos, por afecto pero también por seguridad jurídica.
-Pasando en limpio este punto en particular: querías que Horacio sea tu heredero.
-Sí. Antes de casarme también hice un testamento. Soy una persona previsora. Al no tener herederos forzosos puedo destinar lo mío a quien se me cante.
-¿Esto erosionó el vínculo con tu familia?
-No, para nada.