Por Analía Filosi
En Uruguay te hemos visto siempre en papeles de época, ¿te gustan más esos personajes o también te atraen los contemporáneos?
-Me gustan por igual. Las novelas de época están buenas porque la gente aprende, ve una realidad que no vivió y a los actores nos da la oportunidad de vivir en otro tiempo. Las novelas contemporáneas, como la que hice este año (Siete pecados), no exigen tanta investigación, pero sí estar lidiando con la realidad que se vive. Creo que los dos trabajos tienen las mismas responsabilidades y dedicación.
-¿Qué tuviste que investigar para Alma gemela?
-Un investigador nos contó los hábitos de la década del 40. También estuve en contacto con un antropólogo, porque mi personaje es una india, Serena, en realidad una mestiza. Ese antropólogo convivió muchos años con los indios Kadiweu, de donde es Serena. Aprendí algunas palabras en su lengua, algunos de sus hábitos, las pinturas del cuerpo, sobre sus objetos. Estuve dos semanas investigando bastante sobre esa tribu.
-Físicamente, ¿qué cambiaste?
-Me teñí el cabello de morocho para parecer más india y lo tenía que tener siempre bien lacio. Cuando el director (Jorge Fernando) me llamó para el personaje, yo le dije que no tenía cara de india. Entonces me explicó que era una mestiza, hija de una india y un holandés.
-¿Qué te dejó esta telenovela?
-Me gustó mucho hacerla. Me encantó el comienzo, con mucha naturaleza, con Serena nadando y muchos animales. Además me gustó la vida de los indios, los cuerpos pintados. Después fue un aprendizaje junto con la novela y el elenco era muy bueno. Y lo que me pasó con el personaje de Serena fue muy loco: ella era casi una niña y su texto era muy delicado, siempre había una lección de moral, hablaba de los valores de la vida. La telenovela trata mucho eso, los valores de la vida, la ética, el amor como el mayor combustible del ser humano en oposición a los intereses materiales. Entonces Serena podía haber quedado como muy chata o muy boba, porque es muy ingenua por no conocer muchas cosas de la civilización, como las maldades del ser humano. Además, tiene cosas de vidente, ve cosas, conversa con el espejo, con el fantasma de su abuela. Pero lo que pasó fue que el personaje le gustó mucho a los niños, fue impresionante cómo pegó en el público infantil.
-¿Dónde se grabaron las escenas de selva?
-En un lugar llamado Bonito, en Mato Grosso del Sur, y otro llamado Carrancas, en Minas Gerais. Y en Rio de Janeiro montaron una aldea.
-¿Era la primera vez que trabajabas con Eduardo Moscovis?
-Primera vez y no me esperaba una persona tan buena. Buen actor ya sabía que era.
-Te hemos visto en muchos personajes de villana. Los actores dicen que es más divertido hacer de malvado...
-Es más divertido porque no tenés mucho compromiso con la ética y con la moral de la novela. No tenés que llorar, llorar y llorar. No hay que ser portavoz de las mujeres correctas y no tenés que andar con tanto cuidado, te podés tropezar.
-Sos de Salvador (Bahía).
-Nací en Salvador en 1983, sobre el final de la estadía de mis padres en esa ciudad. Viví cuatro meses allí y me mudé para San Pablo, donde me quedé hasta los 6 años. A los 6 fuimos para Belo Horizonte y mi madre dijo que ya bastaba de mudanzas porque no podíamos asentarnos en ningún lugar, hacer amigos. Entonces nos quedamos allí y mi padre viajaba. Mis amigos son todos de allá. Ahora, hace ocho años que vivo en Rio.
-¿Siempre quisiste ser actriz?
-No. Mi hermana era modelo y yo terminé siguiendo sus pasos. Un día la fui a buscar a una sesión de fotos, el director me vio y, como le faltaba una niña, me llamó para hacer unas fotos. Me gustó, adoraba el negocio, hice un book. Empecé a trabajar como modelo pero nunca dejé los estudios. Pensaba estudiar Publicidad en la Universidad y trabajar en una agencia. Pero cuando estaba terminando el colegio, me llamaron para hacer Malahacao Múltipla Escolha. Fue un desafío.
-¿Has hecho cine?
-El año pasado filmé Orquestra dos mininos, la historia real de un músico llamado Mozart, un maestro que montó una orquesta de niños pobres en el nordeste de Brasil, que generó una gran conmoción. Llegaron a decir que buscaba un cargo político, lo amenazaron de muerte, secuestraron a niños de la orquesta. Yo soy Creusa, la más linda de las niñas, que termina casándose con el maestro, lo apoya cuando casi va preso, cuando quieren cerrar su fundación. Hoy en día siguen casados y tienen un hijo. Tuve que aprender a tocar algo de fagot, un instrumento muy difícil para el que hay que usar los diez dedos y depende de la presión de los labios en la paleta. Tomé clases dos meses y conseguí aprender la escala musical, pero como en la película eran melodías más avanzadas, era todo doblado. Fue una experiencia muy linda.