Mariana Trujillo armó a África con un collage de información

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En su documento original figuraba como África de las Heras pero aquí nunca nadie accedió a él. La conocían como María Luisa. Así se hacía llamar. Fue modista, atendió un anticuario y un restaurante. Pero todos esos trabajos oficiaron de pantalla para ocultar su verdadero rol, era agente secreto de la Unión Soviética. Conoció a Felisberto Hernández en París y desembarcó en Montevideo para casarse con él. Detrás perseguía una misión que cargaba en silencio. Vivió y fue espía en Uruguay desde 1949 a 1967. Pocos saben de su existencia. Mariana Trujillo tampoco supo de ella hasta que la convocaron para interpretarla en África, la muñeca de Felisberto.

MARIEL VARELA

FOTOS: ROBERTO ECHAVARREN Y ALFONSINA FERNÁNDEZ

Es la primera vez que Mariana Trujillo se pone al hombro un personaje real, que existió y que vivió en nuestro país. A la actriz le tocó descubrir detalles e intimidades de la vida de María Luisa, inmiscuirse en su historia, su ideología. Se adentró en los recovecos de esta mujer de la que poco se sabe en Uruguay, pero con quien varios tuvieron al menos un contacto mínimo, efímero por haber frecuentado alguno de sus negocios. Sin ir más lejos, la madre de Mariana se percató de que ella también había estado de paso en su restaurante por una carta que recibieron de un hombre que fue a ver la obra y al salir de Espacio Teatro descubrió que él también había tenido un punto de contacto con esa mujer y se decidió a escribirles.

Esas líneas permitieron que el equipo de África, la muñeca de Felisberto obtuviera un nuevo dato sobre la vida de esta espía ceutí que desconocía y por ende no se había tenido en cuenta en la obra: el restaurante se llamaba Lo de María Luisa y estaba ubicado en la calle Rodó. "Un amigo leyó la carta y me dijo, `pero yo estuve en ese lugar de adolescente` y mi madre también me decía, `yo era chica y lo recuerdo`".

Rompecabezas. El primer acercamiento de Mariana con la historia de María Luisa se remonta a Mi nombre es Patria, escrito por el uruguayo Raúl Vallarino. Ese texto provocó que se arrimara a un foro conformado por gente de distintos puntos de España que se enteraron justamente a través de ese libro "cómo había sido la vida de África porque le habían perdido el rastro, entonces participan y cuentan historias". Algunos usuarios son ancianos y ciegos y sus nietos se encargan de escribir lo que sus abuelos les dictan acerca de la militancia de África en Barcelona. "Hay una sobrina nieta que lleva su mismo nombre y siempre supo que le habían puesto África de las Heras por la tía Afriquita que se fue de Ceuta. Ella sigue viviendo ahí y a partir de este foro se enteró de que su tía Afriquita fue espía, que vivió acá y que murió en la Unión Soviética". Mariana consideró que no era conveniente participar del chat por no ser parte "de la realidad" de esta mujer, entonces se limitó a leer, pero utilizó en su favor el material recolectado a fin de ir construyendo en su cabeza ese personaje. Y en una charla posterior con el autor de la obra (Roberto Echavarren) se enteró de que él también se había nutrido de ese sitio previo a agarrar la pluma.

Otra de las puntas supuso indagar en la cuestión histórica, el contexto social y político de la Guerra Fría. Si bien Echavarren publicó varios ensayos y trabajos sobre la Unión Soviética e incluso sobre Felisberto Hernández, Mariana reconoce que no recurrió a sus obras: "No leí nada de él, no lo conocía de antes. Es más, la otra vez anduvimos por las librerías promocionando la obra y había libros suyos por todos lados y yo no leí nada de este hombre. Él está muy vinculado con el tema, tendría que haberme interiorizado más. No lo he hecho pero lo voy a hacer". Fue a través de Patria, una española en el KGB de Javier Juárez que la actriz cubrió la faceta histórica. Le resultó útil ese libro y le aportó elementos interesantes pero luego, Walter Diconca, nieto de Felisberto Hernández, "me comentó que lo que no cayó bien de Juárez fue que nunca vino aquí. Yo pensé que había estado acá estudiando el tema, pero investigó más que nada cómo se movió en Europa y su pasaje por la URSS que tuvo varias etapas y murió allí el 8 de marzo de 1988".

De primera mano. El contacto directo con personas que la conocieron fue pieza clave y la fase más enriquecedora del proceso para lograr armar este puzzle. Washington Delgado atendía una galería de arte al lado del anticuario que María Luisa y su tercer marido, Valentino (que también operó como agente secreto desde nuestro país) tenían en Bartolomé Mitre 1437, "creo que esa era la dirección. Él la conoció en la última etapa (...) Ese anticuario obviamente era una pantalla. Valentino muere en el `63 y a partir de ahí ella empieza a preparar su ida. En ese período se conoce con este hombre (Washington). Yo saco un libro en la obra que me prestó él que a su vez se lo regaló María Luisa. Está muy presente por estas cosas reales".

Quienes la conocieron manifiestan que todos los hombres se enamoraban de ella porque tenía un encanto especial, "un magnetismo increíble, un carisma brutal, era encantadora". Durante los ensayos, Mariana se contactó con Olga Pucurull y ella le contó acerca de los encuentros en la calle Williman. Tenía por costumbre recibir todos los sábados en su casa a un grupo de jóvenes intelectuales que había conocido a través de Felisberto pero que mantuvo el vínculo después de separada. "He pasado por esa casa en la que vivió con Valentino y ella los agasajaba con sandwiches, masitas. Todos sus amigos cuentan que siempre los recibía con comida y que nunca opinaba de política, jamás emitía opinión porque era más ventajoso para su profesión".

La noche del estreno apareció un hombre que al finalizar la función se paró, saludó y le dijo a Mariana que era su ahijado. Ella no entendía nada. Lo agarró antes de que se le escapara y le preguntó, `¿qué dijiste?` `Que soy tu ahijado`, respondió el señor. "Me dijo que era Luis Ramírez, el hijo menor de Arbelio Ramírez, que era el ahijado de África, de María Luisa, que la había conocido muy bien y que la quería mucho". En la obra, este personaje de quien también se cuenta su historia en la película Una bala para el Che se llama Evelio y no Arbelio: "El autor se toma algunas licencias de acusar a esta mujer y le cambia el nombre para que sea parte de la ficción. Especula sobre lo que pudo haber ocurrido con su asesinato. Yo personalmente creo que hay más seguridad de que haya sido una bala de la derecha, pero igual me parece interesante que arriesgue de esa manera con el planteo".

Mariana y Luis acordaron volver a verse. En una de esos encuentros, él le contó que se metía por los rincones de la casa y percibía cosas extrañas. "Un día vio una virgencita que tenía un huequito y se ve que ahí mandaban cosas, pero él a pesar de que era chico, como la quería tanto y confiaba, nunca pensó que fuera nada malo. Incluso me decía que su madre la ayudó con unas partidas de nacimiento para hacer entrar gente pero que siempre pensó que eran españoles refugiados de la guerra, no se imaginó que le estaba dando una mano a una espía. Aparentemente cuando se dio cuenta acusó a María Luisa de haber matado a su marido".

Palpable. Esta relación de ida y vuelta con personas que tuvieron cierto vínculo directo con María Luisa generó que el personaje se volviera más real y cercano pero también significó un trabajo más "lindo, profundo y comprometido" para Mariana. "Hasta competís con el personaje real porque ellos dicen que mi personaje tiene algo del encanto de ella pero yo no me le parezco en nada, entonces quienes la conocieron de entrada ven una persona que no es María Luisa, a ellos no los puedo convencer de que soy pero igual entraron, igual me aceptaron como María Luisa porque dicen que le di algo de lo que ella tenía".

Mariana define esta interpretación como un "viaje alucinante". Defiende a María Luisa por su "garra". No sabe hasta qué punto está de acuerdo con sus ideales o su proceder pero elige no juzgarla y la justifica: "En la guerra civil española fue captada por el servicio secreto soviético, fue a Moscú, la entrenaron como radista y combatió en Ucrania. Yo creo que si se hubiera quedado en España hubiera tenido un final trágico, de pronto ella hizo la opción por la vida y se la re jugó porque estuvo en guerra, mató gente, hizo cosas arriesgadas, algunas censurables éticamente, pero yo creo que era una tipa con mucha garra".

-La obra plantea temas reales pero poco difundidos, como la historia de María Luisa. Además habla de la Guerra Fría en Uruguay, ¿cuán importante es acercar al público a estas cuestiones a través del teatro?

-Me parece genial. Creo que el gran acierto de la obra es ese, que la gente sale queriendo saber más. Mi papá, por ejemplo, me invitó a comer a su casa al otro día que la vio y me dijo, `quiero que me cuentes más de esta mujer`. La esposa de mi padre volvió a verla, mi madre también. De repente hay amigos que van a verla y descubren que la conocieron.

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"Conocer gente que fue amiga de ella me encantó y me sirvió un montón para el personaje. Me dijeron pautas, algunas las incorporé y otras no. Me contaron, por ejemplo, que tenía un gesto, se mordía a veces el dedo gordo y que en la última etapa tenía un problema en el lagrimal pero después yo no lo incorporé porque son 20 años que transcurren en un ratito y era muy complicado".

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