La supremacía de Uruguay

La vez que Uruguay conquistó al mundo entero con su arma secreta. Y lo que pasó después. Publicado por E.B. White en el New Yorker, en noviembre de 1933.

Al publicarse esta historia, que en su original es mucho más larga, Uruguay vivía bajo la dictadura de Gabriel Terra. E. B. White es notorio por sus libros para niños.

Por: Elbio Rodríguez Barilari

Quince años después de firmada la paz de Versailles, Uruguay entró en posesión de un importantísimo secreto militar. Era una invención tan simple y de construcción tan barata que no cabía la menor duda de que iba a permitir que Uruguay sometiera a todas las naciones del mundo. Naturalmente, los dos o tres gobernantes que sabían de ello tuvieron visiones de grandeza; y aunque no hay nada en la historia que indique que un país grande es más feliz que uno chico, estaban muy ansiosos por comenzar.

El inventor de este mecanismo fue un empleado de hotel montevideano, llamado Martín Casablanca. La idea le vino durante una campaña por la alcaldía de Nueva York, en 1933. Casualmente, él estaba allí participando de una convención hotelera.

Una tarde andaba paseando por Broadway y se topó con un acto callejero. Entremedio de los discursos, un joven de gabardina cantaba en el micrófono. "Gracias", cantaba, "por la amorosa delicia de tus abrazos…". La inflexión de las palabras de amor era como un murmullo, pero el volumen era tremendo; llegaba a varias cuadras, penetrando en la multitud de electores.

En medio de la multitud apretujada y bajo la brillante luz, Casablanca se dio cuenta de que por algunos segundos se había vuelto un lunático.

Mientras se alejaba, pensó: ¿Si escuchar a este cantor levemente amplificado me descontroló, que me haría un sonido mucho más fuerte?

El Sr. Casablanca se paró en seco: "¡Dios mío!, susurró para sí mismo; y su propio susurro lo asustó, como si también hubiera estado amplificado.

Abandonando la convención, la tarde siguiente se embarcó hacia Uruguay. Diez meses más tarde, había perfeccionado y entregado al gobierno un ingenio militar único en la historia. Se trataba de un avión a control remoto armado con un gramófono y una corneta retráctil. Casablanca buscó al tenor uruguayo más potente y lo hizo grabar esos compases que había escuchado en Nueva York. Los amplificó mil quinientas veces y los puso en un sin fín, para que se repitieran infinitamente.

Uruguay esperó el momento oportuno para lanzar su ataque. Todo ocurrió como Casablanca había predicho. En cuarenta y ocho horas, las gentes se volvían completamente locas, arrasadas por un sonido indeleble. No había defensa posible.

Después de que pasaron los aviones, la vida siguió más o menos como siempre, pero mucho mejor, mucho más segura al haberse perdido la salud mental.

Según todas las apariencias, Uruguay había conquistado el mundo completamente. Faltaba la ocupación formal por parte de sus fuerzas armadas. Uruguay suponía que sus enemigos harían alguna cosa cómica con sus acorazados y tanques, antes de rendirse. Lo que no se pudo suponer es que los enemigos, al estar locos, no tenían la menor intención de luchar.

Un destacamento desembarcó en Nueva York, por ejemplo, y se alojó en uno de los más famosos rascacielos, pero pasaron completamente desapercibidos para la población. Uno de los acorazados uruguayos puso rumbo a Inglaterra y al capitán le dio tanta rabia que no lo salieran a enfrentar que mandó un mensaje (que por supuesto en Inglaterra nadie escuchó) diciendo: "Vengan a pelear, ratas de panza amarilla".

En todos lados la misma historia. La supremacía de Uruguay nunca fue desafiada por sus tontos súbditos. Y también fue poco notoria. Territorialmente, las conquistas uruguayas habían sido magnificas, políticamente fueron un fiasco. Los habitantes del mundo casi no prestaban atención a los uruguayos, y los uruguayos, por su parte, se aburrían a muerte con la mayor parte de sus vasallos.

En todas partes, los locos vivían felices como niños, llevando en sus cabezas versos como: "Y gracias por las inolvidables noches…". La tierra era generosa y la paz abundante. Uruguay observó el panorama y vio que a la cosa le faltaba autenticidad.

No fue hasta años después, cuando descendientes de algunos idiotas estadounidenses crecieron y recobraron la razón, lo que desencadenó un completo retorno a la salud mental en el mundo.

Las fuerzas de mar y tierra fueron reconstruidas para combatir. La vengativa lucha que comenzó de inmediato involucró a todas las razas de la tierra, aplastó a Uruguay, y destruyó a la humanidad sin dejar rastro.

barilarius@yahoo.com

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