Un cirujano plástico (Antonio Banderas), al que le han arrebatado lo que más quería, planea una venganza maquiavélica usando sus conocimientos médicos y científicos. El espectador sabe que está experimentando con una mujer (Elena Anaya) que mantiene encerrada en su casa y controlada al estilo Gran Hermano. Lo demás lo irá descubriendo a medida que avance este film para cuyo guión Pedro Almodóvar se inspiró en la novela Tarántula, de Thierry Jonquet, autor francés que destaca en la novela negra. Si el director español quiso trasladar ese género a la pantalla grande, no lo logró. Lo que fue anunciado como su película más oscura con cierta incursión por el terror, cae en el absurdo y lo inverosímil en más de una ocasión. No es extraño que haya provocado la risa en varios espectadores, y no el sobrecogimiento, el miedo o la angustia que parece que buscó. A Banderas se le pidió ser austero con su expresividad y lo que consiguió fue no transmitir nada. Anaya hace lo que puede con lo que le toca y al menos se impone su belleza. Se extraña el Almodóvar estridente, colorido y visceral de otros tiempos. La comedia, que también puede ser negra, va más con su estilo.