"Hice esta película por amor a la música"

| Hay que esperar, pero tal vez la mejor propuesta musical de Jorge Drexler se deba a una rara invitación para protagonizar una película.

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POR MARIÁNGEL SOLOMITA

Dijo que sí y cuando actuar se transformó en una realidad, Jorge Drexler soltó sus canciones por unos días, y se cortó las uñas de la mano derecha para interpretar a Uriel Cohen, un tipo muy distinto a él, pero que le permitió conservar lo que más quiere.

Tiene un proyecto nuevo, unas Aplicanciones que todavía no puede explicar bien, pero a las que ya siente como un gran giro en su camino como músico. Será que le debe a Uriel el haber recuperado la perspectiva que, considera, necesita un artista, y a Daniel Burman confiar en la ingenuidad de imaginárselo como su personaje una noche en un concierto, mientras lo miraba cantar.

Drexler volvió a Uruguay para presentar una película que lo tiene como actor, hablar de música y comprobar que su suerte no se echó a descansar.

-Ayer me vi en el cine por primera vez.

-¿Cómo fue?

-Era yo en una película. Es muy curioso, la verdad es que disfruté de verla. La película me encanta, yo soy un fanático del cine de (Daniel) Burman, y...

-¿Te gustaste actuando?

-¡Eso! No sé cómo decirlo con la humildad de la inexperiencia absoluta del principiante, me quedé contento, alguna cosita que...en general los actores amigos y parientes me habían dicho que era un momento muy duro.

-¿Sos muy autocrítico con tu música?

-Sí. Pero no soy un enfermo de la autocrítica, tengo una autocrítica constructiva y cuando las cosas están bien me parece que está bueno decirlo. Trabajé muy en conjunción con Daniel, es su película pero yo sentí todo el tiempo que también era mía. Me entregué como quien se entrega a un hijo propio, digamos. Y entendí muy bien qué es lo que Daniel quería, la verdad es que lo que vi superó lo que yo esperaba.

-¿Cómo incorporaste al personaje?

-No tengo ninguna experiencia, hice seis sesiones con una entrenadora actoral, Cristina Botta, ella fue muy respetuosa y me preparó para estar alerta en el momento y ver hacia dónde disparaba el director. Mi gran meta era llegar a Buenos Aires (donde se rodó) con herramientas para situarme en un estado de apertura y hacer lo que dijo Burman "vamos a buscar pequeños espacios de verdad y empezar a movernos desde ahí". No sé qué decirte, era más parecido a componer que a estar en un show en vivo.

-¿Más íntimo?

-No. Yo cuando compongo es como si pasara un radar por encima de una realidad, ese radar es un radar musical, vas tocando y de repente "pip", y volvés ahí y tratás de concentrarte en esa señal e ir ampliando eso, y lo ampliás y se rompe y tenés que ir para atrás un poquito y volver a buscar en otra dirección. Eso en lo interpretativo también pasa, pasás el radar por encima de esa situación: vas a dejar a tus hijos en la casa de tu ex mujer y baja la pareja que vos no conocías pero que tus hijos sí conocen y están contentísimos, y vos te quedás mirando desde el auto cómo se van con ese señor, hay otro hombre en su vida y es la primera vez que vos te enterás: ahí encontrás algo que sentís que es verdad y ahí te quedás. Después tratás de apuntalar eso en cosas circunstanciales: estás en el auto, querés bajarte para abrirles la puerta y ayudarlos a salir pero no podés con el cinturón y él te gana de mano: entonces, establecés una coreografía en el lugar y después tenés como un tono pedal que va en toda la película, que es el personaje. Uriel no mira a los ojos, es disperso, verborrágico, no es empático, no le interesa qué piensen los otros, es muy egoísta...

-No te cayó bien.

-No de entrada, tiene una simpatía porque vos te das cuenta de que la realidad puede con él, no le gusta su trabajo, no le gusta quién es. Tiene sus obsesiones, sus preguntas que vuelven todo el tiempo, pero sus cuestionamientos personales no coinciden con los míos, a mí me encanta mi trabajo, me encanta mi profesión, soy mucho más empático, para bien y para mal, ¿no? Es decir, me interesa más agradar.

-¿Las escenas más difíciles ocurrieron en la mesa de póquer?

-Sí, porque en el trabajo con Valeria (Bertuccelli) tenía una socia, de un nivelazo...gran tipa, nos reímos muchísimo...lo mismo con los otros actores, tenía un compañero que estaba en la misma, es un ping pong, vos tirás la pelota y la devuelve, pero vos tirás la pelota y tenés a un jugador de póquer enfrente y te queda mirando. Y te mira con la mirada más temida que te puedas imaginar porque están entrenados para jugar con la actitud. En la mesa no había actores, eran todos jugadores de verdad, por eso fue difícil, no tenía un compañero de actuación que terminaba la toma y te decía `che, ¿todo bien`, tenía a un tipo enfrente que terminaba la toma y te decía `me ganaste con un par de jotas, qué cagada`. Iban y le decían a Burman, `che, ¿no puedo perder en la siguiente?` ¡Para no perder con un par de jotas! Cada toma en que ellos perdían se levantaban enojados de la mesa, entonces a nivel de guión les ganaba pero en la mesa no. Así fue mi primer día de rodaje, fui y le dije a Burman `no me estoy ganando mi lugar en este proyecto`. El segundo día tiré de la serenidad que te da estar expuesto a situaciones complicadas, porque a eso sí estoy habituado, a tener mucha gente mirándote, que ocurra un problema técnico y vos tener que estar alerta y sereno. Y me toca uno que era instructor de póquer, mirada de cobra, te paralizaba, y yo lo estudiaba `por dónde lo agarro a éste`, el tipo me trataba con actitud paternalista, estaba clarísimo quién mandaba ahí y cuando daban acción seguía mandando él y según el guión tenía que ganar yo. Entonces él se equivoca, y otra vez, entonces lo miro y le digo `tranquilo, la hacemos de nuevo, hacé de cuenta qué...`y ahí ya está, eso a mí me sirvió para decir `mirá, en un rodaje las cosas se juegan en diferentes niveles`: pude enfrentarme al tipo en un tercer partido que fue el de la circunstancia.

-¿En qué se parece hacer música y actuar?

-A mí me gustan las disciplinas de espontaneidad, de alerta y de escucha; vos estás ahí pendiente, si se cae el vaso al piso se rompe, no importa que hayas leído veinte veces el guión, lo hayas ensayado otras veinte y esa sea la vez número veinticuatro que lo rodás hoy, de alguna manera tenés que volverte ingenuo. Cuando vos anticipás la palabra del otro se ve, y eso es lo que más odio cuando lo veo en mí o en otro intérprete, cuando estás viviendo la vida como quien sabe el futuro. Eso es lo que traté de evitar, y en eso se parece entrar a un escenario y enfrentarte a una canción lo más ingenuo que puedas, no acordándote de que a esa canción la escribiste hace 8 años, que la cantaste dos mil veces.

-Dijiste que al componer atravesás un momento de cuestionamiento, euforia y depresión. Por lo que contás eso no sucedió en este otro tipo de composición.

-No. Componer es más profundo que interpretar porque estás bailando la coreografía de otra persona, debe ser así para Burman porque es suyo el proyecto, aquí yo soy parte de un engranaje. Creo que la euforia y la depresión de la composición va en el juego de que lo que estás exponiendo es tu propio ser, se pone en juego todo tu narcisismo no solo en esa canción: estás vos en juego en cada canción. Para mí la composición es una cosa en la que no entro casi nunca porque me meto muy en serio, compongo una vez cada dos años. Cuando te metés tan en serio varios días a escarbar y ver qué es lo que tenés, no está solo en juego `hice una canción buena` o `hice una canción mala`: cada canción vuelve a reafirmar o a negar tu idoneidad. Si te desarmás todo y entrás desnudo a una canción empezás de vuelta a crear un mundo, porque cada canción es un mundo.

En esto no, este es un trabajo en el que el trabajo ya pasó, ya lo hizo otra persona y la sufrió. El compromiso es mucho menor, por eso me gusta mucho más escribir canciones que cantar, por eso me encantó hacer la película, me sirvió muchísimo como ejercicio para salir de mí, pero no estoy muy seguro si lo volvería a repetir.

-Tu trabajo musical se volvió masivo, ¿cómo medís cuánta intimidad poner en las canciones?

-Se da una cosa extraña en Uruguay, me decían que salí en la revista Caras y eso es increíble, ¡mirá si andaremos mal de jet set que aparezco yo de jet set! En ningún lado del mundo soy un personaje de revista del corazón, no es mi ámbito, Uruguay es chiquito, no tiene famosos y ando yo de famoso local, que soy un pésimo famoso...

-Te lo preguntaba en otro sentido...

-Yo sé, me preguntás por la exposición. Cuando te pasa una cosa así de demencial de que te saquen fotos en la playa, andás con ojo cuando escribís en el sentido de que si vos escribís de las cosas que pasan a través de tí, aunque no te pasen directamente a vos, acabás mostrándote de alguna manera. Pero la verdad, más allá de situaciones puntuales que me pasan aquí, no me preocupa lo del personaje público en absoluto.

-Pongamos el caso de un escucha atento, que sigue tu carrera, ¿qué tanto querés que conozca de tí?

-Mi sensación es que cuando me encuentro con alguien así, que conoce mi discografía, no tiene mucha más información acerca de mí como persona que la que tiene alguien que no sabe nada de mí. Es muy curioso pero pasa por otro lado eso, y la verdad es que por eso también me tomo tan a pecho dejar fuera esos espacios personales, para poder escribir tranquilo, para no sentir después que estoy contando una cosa de que la gente tiene toda la información, para mí la barrera entre lo privado y lo público es un tema que me interesa mucho y del que me interesa hablar. Es un derecho humano, en el momento en que vos perdés la horizontalidad con tus coetáneos se mueren un montón de cosas importantes en la vida de una persona. No hay ninguna ciudad del mundo en la que yo no pueda sentarme en un bar con un amigo. A veces se me acerca alguien y me dice `me gusta lo que hacés`, pero en un grado del que estoy muy orgulloso porque eso cuesta mucho trabajo, cuesta sobre todo saber qué cosas no decir y moverte con cierta naturalidad, evitar los homenajes, hay muchas cosas que tenés que evitar.

Una vez que consigo eso me siento con mucha libertad para escribir de las cosas que me pasan, pero si una canción me gusta mucho mucho mucho, y me expone, directamente trato de no escribirla, porque una vez que la escribí la quiero mostrar, es casi como un instinto de supervivencia. Admiro a (Leonard) Cohen pero no puedo hablar de mis hijos en una canción como él lo hace. Admiro a (Joaquín) Sabina pero no podría escribir Y sin embargo. Me encanta que lo haya hecho él, pero yo no puedo escribir una canción sobre engañar a alguien con quién estoy, es más importante para mí mi vida. Va con la personalidad de cada uno. Yo soy un compatibilizador en mi existencia, para bien y para mal, con todos los problemas que tiene tratar de balancear trabajo con familia, amigos, con vivir en el extranjero. Siempre que he tenido la realidad establecida la he fragmentado, como si no tuviera suficiente con haber dejado la medicina sigo con la dicotomía, ahora me meto en otra cosa como la interpretación. O cuando tenía establecido un sonido me metí en cosas de la música electrónica…mi trabajo creo que es fragmentar la realidad y luego volverla compatible, es como una especie de rueda sin fin, de calesita que no tiene sentido pero que es lo que hago, rompo una cosa y después la compatibilizo.

-Esto de sentir a la música como un trabajo, ¿cuándo empezó a pasarte?

-Muy tarde. Yo empecé a vivir de la música cuando tenía 30 años y empecé a poner "músico" en los papeles esos del aeropuerto a los treinta y pico, antes ponía "médico" ¡Ahora para que tenga que poner actor van a tener que pasar ocho películas!

El momento en que te definís como tal es muy importante. Recién en España empezó a aparecer como un trabajo, y ya tenía dos discos editados aquí, y la música todavía era una especie de `yo vivo de la medicina para la música`. En vivir "de" y "para" hay que tener mucho cuidado porque es como un matrimonio largo, tenés que mantener el interés, tenés que dejar…ves, hacer esta película fue un acto de amor a la música. Fue un acto de amor a la música, como lo que dice Mi guitarra y vos, "uno solo conserva lo que no amarra." Hacer la película fue como soltarla, cortarme las uñas: me corté las uñas de la mano derecha que hacía 15 años que no me las cortaba y empecé a descubrir mi mano derecha, tocaba las cosas con partes del cuerpo que hacía años que no sentía. Y aguantar el vértigo de esos dos meses como un financiero del Once (barrio argentino) y luego volver a…de hecho, apenas volví de la película empecé un proyecto de música totalmente nuevo con una energía que creo que no me había dado cuenta, pero probablemente tenga que ver con el hecho de haber tomado una distancia. No hay nada mejor que la perspectiva y los uruguayos deberíamos saberlo, es el país más chiquito del continente entre los dos más grandes. La perspectiva es el mejor regalo que le podés dar a un músico. Te da tridimensionalidad, ves cosas que no veías antes. Sé que no todo el mundo puede viajar y yo me considero muy afortunado, soy un emigrante que no se fue ni por razones políticas ni económicas y que puede volver muchas veces al año a su país, es un privilegio muy raro. Pero es eso, lo mismo que me pasó cuando salí de la música, también es como un acto de amor al Uruguay, salir un poquito a afuera, mirar, y volver adentro.

"Este es un año de aperturas"

En 2012 además de presentar este film se estrenará el ballet que compuso, junto a Martín Inthamoussú, para el SODRE. Y está desarrollando el proyecto Aplicanciones, dice que desde su disco Frontera (1999) siente que es el cambio más intenso de su carrera. "Van a ser una serie de entregas, cinco a lo largo de un año, y a fines de ese año se van a cerrar en un disco. Pero el principal proyecto no es el disco. Esto es como otra vía de entrada a la canción, son canciones que comprás en lapstore no en itunes. Me explico: las comprás en un sitio que se define por la funcionalidad de la canción. Son canciones que se escriben de tal manera que no tienen un solo resultado final, sino millones, están hechas para ser combinadas. Te permite combinarlas en tiempo real y con facilidades, todo con el manejo de estas herramientas que tienen unos pocos años, como los teléfonos inteligentes y las tabletas, que con lo dedos podés ir moviendo y combinando. Es como agregarle al género un efecto alegórico o metafórico. Podés hacer jugar en la interface, que se relacione con el sentido de la canción, pero recién estamos probando con la primera. En un mes les cuento más."

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