Por Luis Ventura
El pez por la boca muere, sostiene la sabiduría popular y nada más exacto para definir los procederes de Gerardo Sofovich, el marido indignado que echó a su mujer de la casa, y a Sofía Oleksak, la esposa engañada que finalmente aceptó las disculpas y todo el bienestar terrenal que le ofrecía su esposo para el futuro de su vida personal y familiar.
Un matrimonio de apenas un año y medio, que en realidad tuvo poco menos de mes y medio en convivencia, y todo el resto separado por una pelea minúscula que terminó en lo que fue el escándalo y el papelón del verano del 2010.
El se quedó clavado y más sólo que una ostra en el calor agobiante de una Carlos Paz en pleno enero, y ella yéndose de la localidad cordobesa con sus dos hijos, regresando a Buenos Aires, lejos de su flamante marido que la había echado. Como también lo hizo con su cuñado, el hermano de Sofía, a quien despidió de la compañía.
Semanas antes, Sofovich había sido sorprendido cenando con la blonda y empresaria Gabriela Vitale. La imagen fue la de Gerardo dándole una cucharadita de postre en la boca a su imponente acompañante. Aquel encuentro con Sofía de viaje por Miami, se lo tituló en casi todas las páginas de sociales como "El cucharicicidio de Sofovich".
Más tarde él se olvidó colocarse la alianza el día de su boda, otro papelón fueron los invitados a su fiesta por canjes publicitarios,entre otras humillaciones que Sofía Oleksak soportó estoicamente hasta su boda. Pero una vez casada, la relación con la convivencia empeoró y terminó con el matrimonio volando en pedazos.
A partir de allí comenzó la guerra de los roces, en clara alusión cinematográfica. Ambos se dirigieron los dardos más envenenados, pero los de Gerardo fueron mucho más hirientes porque se metieron con la dignidad de quien hoy sigue siendo su esposa, porque jamás se inició el divorcio, más allá de reclamos judiciales, donde él pedía que le devolviera las donaciones que le extendió y ella que le pasara la cuota de alimentos porque no tenía recursos económicos para vivir.
¡Cómo habrá sido el desvelo de Sofovich que le hizo cortar las vacaciones de enero del 2010 a su abogado Oscar Salvi, el ex juez que condenó a la Junta Militar en la Argentina, a que lo fuera asesorar a Córdoba! El propio Salvi le dijo que tenía todas las de perder. Sofovich una vez más había hecho todo mal.
¡Las cosas que se dijeron! Sobre todo él. Pensar que anticipé que habían recobrado las primeras comunicaciones telefónicas, Sofovich salió a desmentirme. Hoy no sólo fuimos los que lo anticipamos sino también quienes lo confirmamos. Esperemos que coman perdices. Chau, hasta el próximo Sábado... Show.