Cuando Freud y Jung se fueron a las barbas

Cuestiones de ética profesional y de ciencia vs. mixtificaciones seudo-científicas vienen entretejidas en un tortuoso romance y una cautivante reconstrucción histórica.

Flamante película de David Cronenberg lidia con los vericuetos más íntimos de las relaciones y conflictos entre dos figuras emblemáticas del psicoanálisis: Sigmund Freud y Carl Jung.

Por: Elbio Rodríguez Barilari

A veces no hay que saberlo todo para tener razón. Sin ir más lejos, Cristóbal Colón se fue a la tumba porfiando que había llegado a las costas de Asia. Y sin embargo, sus viajes cambiaron el mundo.

Con su revolución, Copérnico y Galileo sacaron a la Tierra del centro del universo. No podían saber todo lo que luego supo Einstein para provocar una nueva revolución, pero sin ellos (y sin Newton), no hubiera habido un Einstein.

Todo esto como introducción al comentario de la película Un método peligroso, estrenada en estas navidades.

Dirigida por David Cronenberg, habitualmente dedicado a películas más truculentas y más explícitas, este extraño artefacto fílmico explora las relaciones y conflictos entre dos exploradores de la psiquis: Sigmund Freud y Carl Jung.

Freud, podríamos decir, fue un Copérnico de la mente. Podemos debatir hasta qué punto tuvo razón en esto o aquél, pero su trabajo cambió la psicología para siempre.

Sobre Jung, discípulo de Freud, muy rápidamente fue sacando sus pies del plato de la ciencia y metiéndolos en la charca del misticismo, invistiéndose con los fueros del gurú y acabando por formar una especie de culto.

Podemos discutir hasta las mil y quinientas acerca de las ideas de Freud sobre la pulsión sexual y si es tan determinante como él creía.

En cambio, es difícil tomarse en serio los delirios junguianos sobre un supuesto "inconsciente colectivo". O sus mágicas ideas sobre "sincronía".

Hay un ejemplo clásico: una paciente estaba hablando de un escarabajo que vio en un sueño y de pronto un escarabajo entró por la ventana, entonces eso tenía un significado. Como el escarabajo es un antiguo símbolo egipcio de renacimiento, entonces quiere decir que la paciente necesitaba ser liberada de su excesivo racionalismo… Para eso, que me tiren los buzios o el tarot, que al menos uno SABE que son supersticiones.

La brecha entre ciencia y seudo-ciencia, y entre ética profesional y delirios de gurú fueron separando inevitablemente a Freud y a Jung, hasta que este último rompió totalmente con el fundador del psicoanálisis y se dedicó a construir su propio culto, un poco a la manera del tenebroso Gurdjieff, el charlatán ruso-armenio cuyas mistificaciones siguen siendo pasto para incautos y almas sin brújula.

Las rencillas entre ambos comenzaron en 1904. La manzana de la discordia fue una paciente, Sabina Spielrein, cuyos síntomas histéricos aparentemente eran tan intensos como su belleza. Ya casado y hombre de familia, Jung se enredó en un torturado affaire amoroso con la inquietante Sabina mientras, pequeño detalle, ésta seguía siendo su paciente.

Parte del oscuro atractivo de Sabina estaba relacionado con su despertar sexual vinculado a las palizas que le pegaba el padre, así que vayan viendo qué tipo de jueguitos fascinaban tanto al joven Jung.

Freud, más estricto y escrupuloso, no le bancaba a Jung que estuviera enrollado con una paciente, y menos aún, que lo siguiera manteniendo en secreto.

Una personalidad más estricta y analítica, como la de Freud, y una más impulsiva y menos rigurosa, como la de Jung, quizás fatalmente tenían que bifurcar sus caminos.

El guión es estupendo, creíble, inteligente pero no hiper intelectual.

Vigo Mortensen es el Freud más inesperado que uno se pueda imaginar, pero está bárbaro. Casi tan bien como E. Schinca en su Freud de El Visitante.

Michael Fassbender es un Jung retorcido y casi ingenuo, mientras que Keira Knightley, a quien yo nunca había visto, compone a esa paciente con habilidades y belleza como para, en el fondo, entender un poco la indiscreción del subyugado Jung.

Un dato que me parece pintoresco es que David Cronenberg admite que nunca hizo psicoanálisis… Habiendo visto sus catorce películas previas, uno estaría tentado de pensar que no le hubiera venido nada mal.

barilarius@yahoo.com

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