Nunca había visto una obra de Gabriel Calderón por una cuestión de "pereza mental", pero apunta que "siempre estuvo en la lista de obras que vería si concurriese al teatro". Aún así, a César Troncoso le tentaba la idea de trabajar junto a un director joven del cual tenía buenas referencias.
Edmond (un texto de David Mamet) cayó en el momento indicado. César venía de interpretar comedias en la sala teatro Movie Center (Un Dios salvaje y Gorda), andaba con ganas de cambiar la pisada y mudarse al género dramático. Le plantearon ser Edmond y calzó justo. Calderón hacía dos años que buscaba un texto y no encontraba nada hasta que la gente del Circular le ofreció Edmond y todo cuajó.
búsqueda. Un hombre abandona su casa y transita por distintos sitios de Nueva York (un bar, un burdel, un hotel, una iglesia, la cárcel). Mamet plantea un viaje real por la ciudad, y otros tantos alegóricos y mentales propios de una etapa de ruptura.
"No creo que el viaje de Edmond represente el viaje de todo hombre contemporáneo. Es una posibilidad de un hombre contemporáneo y eso ya es interesante porque existe", sostiene Calderón.
El objetivo no es la identificación con Edmond sino que el público "recepcione algo del personaje y lo pueda unir con la vida. Aunque el espectador no quiera, si la viene a ver, le va a pasar: lo va a unir a su vida, a lo que le pasa. No se va a sentir indiferente", añade.
En ese recorrido sucede una búsqueda personal y una serie de descubrimientos que lo hacen recapacitar, cuestionarse y plantearse dónde está parado. "Lo más interesante del personaje es cómo de escena a escena es capaz de contradecirse con el mismo convencimiento. En una decir que odia a los homosexuales, en la otra que no le molestan, en la siguiente volver a molestarle. Eso no habla de la homofobia sino de la crisis. Durante toda su vida genera un modelo de estilo de vida que en una hora se cae y se vuelve a construir con rapidez", agrega.
Ese hombre es Edmond y el público se acerca a su psicología a través de las relaciones efímeras con los 15 personajes que están en escena. "Ni siquiera vemos sus pensamientos sino lo que él va sacando en relación a los diálogos con diferentes personas".
"Son actores con experiencia que generosamente han aceptado ser herramienta del viaje de Edmond", complementa el protagonista.
acción. Una escenografía dispuesta en forma de cruz donde los personajes suben y bajan de la plataforma; máscaras y bailes que hilvanan una escena con otra. Y una cantidad de símbolos que el espectador debe descifrar y que no necesariamente coinciden con lo que le remiten al elenco y al director. "Todo lo que tiene que ser dicho, está dicho. Y lo que está simulado o simbolizado está para eso, no para que yo después lo devele", confirma Calderón.
César es para el director uno de esos actores capaces de traducir textos lejanos a una realidad. Por ejemplo "le doy la guía telefónica y es capaz que agarrar ese texto y decirlo en un escenario sin que suene falso o impuesto", comenta.
A Calderón no le da lo mismo que lo interprete César a que lo haga otro actor. "No es el mismo Edmond y yo no quiero que sea el mismo porque nadie lo conoce, nadie sabe quién es Edmond. Tenemos unas referencias textuales y con ellas es que César empieza a ver cómo juega".
César no es de esos que se lleva el personaje a su casa, prefiere dejarlo en la puerta del teatro. "Digamos que no me dedico a pensar los personajes, las cosas van sucediendo. El tipo se frustra, después no se frustra, consigue lo que quiere, lo golpean. Primero trabajás los fragmentos y cuando los pegás empieza a tomar el volumen del viaje total de la obra, ahí surge una psicología que el espectador podrá ver pero que yo trabajo desde ahí", relata el protagonista.
-¿Buscás que el personaje se asemeje a vos cuando te enfrentás al guión?
-Esas cosas en las cuales el personaje y vos se parecen te sirven como puntos para irle entrando pero en realidad lo que yo quiero es no parecerme a mí mismo. Deseo mutar cada vez que hago un espectáculo. No tiene gracia que la gente vea los mismos tics obra tras obra. La es cambiar, tratar de desaparecerme lo más posible en el personaje.
tablas vs cine. Quien se topa con el texto se enfrenta a tintes muy cinematográficos que se deben trasladar a las tablas. No hubo adaptación al texto inicial sino a la sala y a los tiempos del teatro que difieren de los del cine.
No vieron el filme pero lo usaron como referencia. "La película se concentra en una taza de café, una mirada sin que se llene con palabras. En teatro o hablás o sostenés actoralmente algo pero no podés guiar tanto la mirada del espectador", asegura Calderón.
En cine hay cortes, pausas entre una escena y otra que permiten un desahogo al actor. Esa transición no es posible en teatro. Ese ritmo vertiginoso fue quizá lo que más le costó a César. "En cine cortás y empezás la siguiente escena en el lugar que deseas interiormente. En teatro no, la escena siguiente está contaminada de mis sensaciones anteriores", explica el actor.
equipo. En teatro no abunda el dinero y la prioridad es el buen clima de trabajo y la calidad humana. "Uno hace teatro con la gente que quiere. No estamos hablando de dinero ni de fama. Estamos hablando de con quién voy a gastar de acá a los siguientes cuatro meses todos mis fines de semana", comenta Calderón.
"La ganancia de esto es humana, después eventualmente podrás meter una gira, te podrán dar un premio pero si eso no te pasa, por lo menos te quedó esa cosa de laburé con un tipo con el que está piola laburar.
-Las propuestas para hacer obras de teatro son más esporádicas, ¿las esperás con más ansias?
-(César) No me llegan de forma más esporádica pero digo más que no. Estoy haciendo películas afuera y es difícil coordinar teatro y cine. Si estás acá a veces el teatro te saca tiempo y uno a veces tiene que pensar también en la guita y está mejor pago el cine. Uno prioriza ciertas propuestas. Pero son cosas bien distintas y las dos me generan esa ansiedad que decís. El placer de hacer teatro, estar en vivo, interactuar con tus compañeros es maravilloso. Es una cosa que no deseo perder. Podré distanciarla dependiendo de las épocas pero deseo continuar en el teatro porque es un placer bien distinto del otro.
Después de El baño del Papa a César le ofrecieron roles más interesantes, y aunque no se considera masivo, su popularidad creció: "La gente se anima a hablarme, felicitarme o me miran de lejos y no me dicen nada".
-¿Suma la popularidad del protagonista a la obra?, ¿se tiene en cuenta?
-(Calderón) Sin duda, al teatro le interesa que si va a hacer una producción para la sala grande, vaya gente. Entonces tratás de mechar una persona que pueda estar al nivel del personaje pero que también la gente tenga un interés. Yo creo que a Edmond viene mucha gente porque quiere ver a César. Podríamos poner una persona más conocida que César y tal vez despertaría más interés porque dirían, vamos a ver a tal persona conocida de la tele. Pero no es la idea. La idea es que la gente tenga un interés por César pero que además el actor esté a la altura del personaje que tiene que hacer.