Cantarle a lo lindo

Sofía viola

Desde que lanzó su primer disco en 2009, Parmi, grabado en una casa con energía de paneles solares, la argentina Sofía Viola se transformó en la artista revelación de su país. Se presenta el 17 y el 18 de abril en Montevideo,

Luego vino Munanakunanchej En el camino de Kurmi (2010) y su último disco, el excelente y maduro Júbilo (2013), producido por otro músico, Ezequiel Borra. Tiene 26 años y una personalidad avasallante. Vive viajando, tomando ritmos prestados, sumando instrumentos y descubriendo historias que están convirtiendo a su música en una comunión de sonidos latinoamericanos. El próximo viernes 17 abre el show de Franny Glass en el festival Canciones de Otoño en el Auditorio Vaz Ferreira (ubicado en la Biblioteca Nacional). Al día siguiente cantará en la Plaza Líber Seregni (17 hs), celebrando el Día Mundial de la Bicicleta.

—A lo largo de tu carrera fuiste combinando los viajes con etapas más hogareñas, ¿en qué estado estás ahora?

—Creo que bastante viajera. Volví a Colombia, el año pasado viajé por tres meses en este país y ahora volví a reencontrar amigos y para seguir conociendo más de su cultura que me atrapa bastante.

—¿Necesitás viajar para hacer música?

—En gran parte sí, y fuera de la música me ayuda para la vida. A mí me gusta mucho cocinar y cada vez que viajo además de hacer canciones aprendo nuevas recetas, nuevos ritmos que tocar, nueva literatura, conozco otros paisajes. Me mantiene siempre movediza el estar en viaje.

Por otro lado, tira la raíz y por momentos quiero volver, pero me ayuda el no tener casa fija: vivo un poco en casa de mi novio, otro poco en lo de mi madre y otro en lo de mi padre, o con amigos, giro mucho. Me volví una nómade.

—Entre los lugares que fueron importantes para tí creativamente solés mencionar a Cabo Polonio y a Córdoba.

—La primera vez que salí de viaje fue a Cabo Polonio y me quedé un rato largo conociendo las costas uruguayas, cantaba y hacía circo, fue mi primera aventura. Con esa misma gente me fui a Córdoba y caímos en San Marcos Sierras que es un pueblo hippísimo al que siento como mi segundo hogar. Si yo pensaba en irme me ponía mal, es increíble cómo a veces los lugares te tiran tan fuerte al punto en que parece que uno no pudiera decidir nada y el lugar decide por uno.


—A los 9 años decidiste ser cantante imitando a Tita Merello y a Shakira, ¿cuándo empezaste a escribir tus canciones?

—Empecé muy de niña también porque aprendí a escribir siendo muy pequeña y me gustaba mucho. Mi padre me entusiasmaba para que escribiera cuentos y me propuso la idea de inventar canciones, y yo me entusiasmé con expresar y no ser una cantante que solo interpreta canciones ajenas. Para eso también sirve esto de viajar, de conocer, de llenarte de experiencias, de darse palos, de conocer historias que después vos transformás en canción.

—En Parmi (2009), el primer disco que lanzaste, y en las primeras actuaciones en vivo, se hablaba de una actitud punk. Vos reconociste que tal vez tenía que ver con que te daba vergüenza hablar de amor y buscabas sinónimos menos amables, ¿cómo te llevás ahora con esta temática?

—Aprendí a no ser tan bruta, tan visceral. Entendí que a veces para transmitir algo lindo hay que usar palabras lindas. De chica era más rebelde y me gustaba maldecir, pero ahora estoy más contenta con la vida, no estoy más al ataque, así que no hay tanta resistencia como antes.

—¿A las canciones las usás como un desahogo emocional?

—En algún momento fueron un desahogo, eran sacar para afuera, vomitar. Ahora me atrae más la poesía, ir a lo elemental, a lo básico, a la naturaleza que te rodea, de cantarle a lo lindo, aunque de vez en cuando salga algo feo.

—Entre todos los géneros que has probado haciendo música, ¿hay alguno que te esté interesando explorar puntualmente?

—No uno en específico pero sigo muy emocionada con la música latina, estoy en ese viaje hace rato y de a poquito voy absorbiendo lo que aprendo. También el estar viajando ayuda, hace poco en Chile una señora me enseñó unos toques de cueca y unas estructuras de cómo hacer canción. Acá en Colombia aprendo ritmos folclóricos tradicionales, sus distintos instrumentos, la forma con que crean una canción, es como ir absorbiendo de a poco.

—Hay una energía andina cada vez más fuerte en tu obra. Más allá del gusto personal, ¿te parece que es importante difundir estas raíces musicales de la región?

—Sí, me parece importante volver a la raíz y conocerse, de dónde uno viene, de dónde vinieron nuestros abuelos y no perder nuestras costumbres entre tanto reggaeton y música de maquinitas que por ahí aleja a la vieja escuela de lo tradicional.

También es inevitable que se vuelva moderno lo viejo con un condimento actual, que tiene que ver con que se vive en estos tiempos. Me gusta mucho el sonido acústico de una guitarra, de un bombo, de una flauta, escuchar la tierra ya que cada vez pareciera que estamos cada vez más alejados de ella en las ciudades con sus edificios y sus autos. Inconscientemente nos separamos pero dentro nuestro la información que hay es agua, tierra, fuego, por eso cuando uno va a un lago, a una montaña, bosque o playa se siente bien, completo.

—¿Cómo sos para escuchar música?

—Me obsesiono con canciones. Me agarran como unos imanes y escucho una y otra vez la misma canción o el mismo disco, y a la vez vuelvo mucho a escuchar la música con la que me crié, que es puramente latina: salsa, cumbia. Por suerte aprendí a encontrar el folklore argentino, que lo disfruto muchísimo, aunque en mi casa no se escuchaba. Casi todo lo que escucho es en español.

—Estuviste estudiando canto con una profesora de 82 años (Diana Lecuna), la misma que trabajó con Ruben Rada.

—Hace mucho que no voy. Para mí fue fundamental entender que para que la voz dure, no se ponga sucia, hay que educarla, hay que prestarle atención y escucharla. Es un músculo que se ejercita, yo creo que cuanto uno más estudia más lindo canta. Se trata de cuidar la herramienta que me han dado para compartir y trabajar.


—Se habla mucho del humor en tus letras, y vos en algún momento respondiste que no querías "sobre intencionar a las canciones", ¿cómo lo trabajás ahora?

—Hace rato que no lo busco, me alejé del chascarrillo, pero me sale a veces, solo: sin siquiera darme cuenta digo algo y el público se ríe de todo. Pero ya no tanto en las canciones, ya no estoy enfocada en esa búsqueda de que la canción haga reír, de hacer algo tan clown.

—Tu padre te dio un consejo para escribir tangos que ya se hizo famoso: "para componer tangos tenés que enamorarte, emborracharte, desenamorarte y vomitar".

—Es que a mí me gustaba mucho Tita Merello, había ganas de tango y mi padre me decía una y otra vez que lo hiciera porque mi voz era grave. Hay algunos tangos que hice con humor y otros que no, como A mí no, hay otro que es un drama sobre un dolor de muelas, burlándose también porque el tango se vuelve tan terrible que hasta es gracioso. Ya no compongo más tangos, pero me gusta el género, cuando salga una letra saldrá.

—Estás preparando un cuarto disco, dijiste que más jazzero y más bailable.

—Estoy buscando todavía. Hay canciones que se postulan pero todo está en papelitos sueltos, todavía no pienso en grabar.

—Cuando arrancaste decidiste hacer música con determinadas decisiones económicas y políticas: grabaste con energía solar, vos misma ensobrás los discos, regalás muchos, las giras no parecen ser una mera necesidad comercial, ¿de qué querés cuidar a tu obra?

—No quisiera que se volviera tóxica. Veo la transformación de un montón de artistas que terminan haciendo una música muy dañina, que tiene que ver quizás con darle demasiada bola a la industria cuando en realidad la industria de la música cayó hace mucho tiempo. Por otro lado, esto de hacer los discos caseros, de producir desde tu casa tiene que ver con que es más económico y más independiente, no tengo que depender de una discográfica. Pero ahora veo estos sellos y medios por internet, que es otra forma de venta, y supongo que pronto iré para ese lado. Quiero seguir buscando en lo folclórico y dentro mío.

—Entre tus referentes hay varios músicos uruguayos, nombrás habitualmente a Eduardo Mateo, Leo Maslíah, Ruben Rada, Fernando Cabrera, ¿a quién te gustaría ver en tu show?

—A Rada. Me encantaría que aparezca en la sala. O todos, Mateo si estuviera vivo. Siento muchísima admiración por los artistas de tu tierra.

Todas las sofías.

Sus primeros shows y el disco Parmi la tenían cantando con voz dulce y guitarra. En su segundo material ya incursionaba con más arreglos musicales y variedad de géneros. Exploró su voz, instrumento esencial de su música. Se la juzgó de punk por hacer un tango sobre la menstruación (Menstruatango), una ranchera pidiéndole a su novio que "no le dé merca" (No me des merca) y hablar de vómitos varios (Vómito crónico, Vomité mi lengua en un bidet) y de amores a los que les deseaba mucho sufrimiento (El recuerdo es una tortura fatal). El humor siempre estuvo presente (Ser tu perro, Caca en la cabeza), pero en Júbilo, su mejor disco, se ve un trabajo más maduro, empapado de todas las influencias folclóricas que recogió por la región. Temas como Respirar el alba o Vamos, lo demuestran. Todos sus discos pueden descargarse en Taringa y se puede disfrutar de varias presentaciones en vivo en Youtube.

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