Café Tacuba sino

Más o menos por el año 1997 y 98 se vivían los últimos estertores de la despedida de Soda Stéreo. Aquellos dos discos en vivo que documentaban entre otras cosas el "Gracias, totales" de Gustavo Cerati en aquel momento eran algo más que una despedida. Significaban la desaparición de la que por entonces era la banda más importante de Latinoamérica. Ese mismo año se comenzó a hablar de una nueva avanzada del rock mexicano hacia el Río de la Plata, apoyada por los primeros trabajos de dos bandas: Molotov y Café Tacuba, ambas apadrinadas por el productor Gustavo Santaolalla. Mientras que Molotov siguió una veta más unida al hip hop con ribetes de rock pesado y caricaturesco, los "cafeta" (que en realidad ya habían pisado fuerte en 1994 con su segundo disco Re) saltaron de la pachanga de canciones como Ingrata o Pinche Juan a refinar su pop rock cada vez más añadiendo influencias: desde el indie rock al ska, el rap o incluso el metal y los corridos tan propios de México.

La naturaleza siempre experimental de Los Tacubos generó Revés (1999), un disco enteramente instrumental que recién años después fue reconocido por los fans y la crítica. Ese disco les valió nada menos que la ruptura con Warner, su sello discográfico, aunque en ese momento ganó el Grammy al Mejor Álbum de Rock. Luego de algunas recopilaciones y un disco homenaje al grupo chileno Los Tres llamado Valle Callampa, los cuatro "chilangos" (originarios de México D.F.) sacan una auténtico cachetazo de pop rock con Cuatro Caminos (2003), un disco de sofisticadas y pegadizas canciones que va desde la archiradiada balada Eres hasta temas bailables como Eo.

Podría decirse que Sino continúa esa línea pop de Café Tacuba, pero que avanza todavía más: puede ser un larguísimo pero nunca cansador dance rock en Volver a comenzar, las guitarras a lo Pete Townshend en 53100 o la aclimatada calma de Arrullo. Todo está perfectamente dispuesto y el buen gusto se detecta en cada nota elegida, en cada voz y cada textura de sonido seleccionada.

Siempre las sentencias caen mal, y más cuando lo que se va a decir es que estamos ante la mejor banda de rock latinoamericano, pero es que hay discos que fundamentan tamañas conclusiones tan sólo con ser escuchados. Este es uno de ellos. Faltaría verlos en vivo para que eso se termine de ratificar.

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