Y la montaña fue a Mahoma

| El ayatollah Ali Khamenei dice que las palabras del papa inauguran una nueva cruzada contra el Islam. Y que detrás está el "ventrílocuo" George W. Bush.

THE ECONOMIST

Muéstrame lo que MAHOMA trajo de nuevo, y encontrarás sólo cosas malvadas e inhumanas, como su mandato a expandir con la espada la fe que predicó". El tema de la lección del papa era uno de los más discutidos en la historia religiosa: la relación entre la fe y la razón que, según dijo, implica un rechazo de cualquier conexión entre religión y violencia. El papa insistió después que el objetivo de su disertación era llamar a un diálogo con el Islam. Pero muchos musulmanes concluyeron que esa fue una manera bastante errada de conseguirlo, y exigieron una disculpa. Durante unos pocos días tensos, pareció que el asunto podía crecer en una espiral fuera de control, como pasó este año a raíz de que un periódico danés publicara caricaturas de Mahoma, lo que terminó provocando la muerte de 100 personas en protestas violentas en varios lugares del mundo.

Los fundamentalistas estaban allí, delirando sobre conquistar Roma y pasar a los cristianos por la espada. Pero también había representantes de algunos de los gobiernos más moderados del mundo árabe, incluyendo los de Marruecos, Turquía y Malasia. Para la mitad de la semana, sin embargo, una rápida respuesta del Vaticano pareció contener, si no neutralizar, la controversia. En una declaración emitida primero por su representante y después dos veces en persona, el pontífice expresó un profundo pesar.

En Somalia una monja italiana fue ejecutada de un tiro, pero no quedó claro si su muerte fue una represalia por las observaciones del papa. Los críticos del pontífice se quejaron de que no había pedido perdón explícitamente. Pero sus explicaciones, de cualquier manera, fueron de un grado inusual de expiación para un papa, cuyas visiones sobre algunos asuntos pueden ser proclamadas infalibles.

Civilización no es religión

Hasta ahora el Vaticano ha tenido un éxito remarcable asegurando que, aún si algún tipo de "choque de civilizaciones" está en proceso, no necesita convertirse en un choque de religiones. El predecesor de Benedicto, Juan Pablo II, entendió que lo que los radicales musulmanes más resisten de Occidente no es su cristiandad, sino su secularismo. Osama Bin Laden puede haber dicho que las invasiones lideradas por Estados Unidos en Afganistán y en Irak fueron una nueva "cruzada". Pero, aun cuando George Bush en determinado momento jugó el mismo juego, usando sin cuidado esa misma palabra, la visión de que los musulmanes fueron víctimas de una nueva guerra santa no se sostiene, cuando el líder cristiano más influyente fue abiertamente crítico de la guerra. Oponiéndose tanto al bombardeo de Afganistán como a la invasión de Irak, Juan Pablo II se aseguró de que la fe cristiana no se ligara, para los musulmanes, sólo con el superpoder estadounidense. La errada cita de Benedicto peligra empañar, sino borrar, esa distinción cuidadosamente construida. El ayatollah Ali Khamenei de Irán, cuyas opiniones pesan entre los 230 millones de musulmanes chiitas, dijo que el comentario del papa era el último desarrollo de la "cruzada contra el Islam" lanzada por Bush.

Es un argumento que parece creíble para muchos musulmanes, considerando la trayectoria del papa Benedicto. En 2004, cuando todavía era cardenal, declaró que Turquía no debería ser admitida en la Unión Europea. Desde que se convirtió en papa, ha señalado una distancia respecto al diálogo incondicional favorecido por su predecesor. Envió a El Cairo al experto en Islam que aconsejaba al anterior pontífice, y fundió el departamento del Vaticano para el diálogo interreligioso en el "ministerio" de cultura.

Se ha vuelto claro que el Islam está en los primeros lugares de la agenda de Benedicto. Está planeando una visita a Turquía en noviembre. El mismo día en que irrumpió la última crisis, confirmó a su nuevo "ministro de exteriores", el arzobispo marroquí Dominique Mamberti, que ha invertido la mayoría de su carrera diplomática en países gobernados por musulmanes.

Cuando se lo compara con Juan Pablo II, la diferencia no es que Benedicto rechace cualquier discusión con los musulmanes. Más bien busca llenarlas de una sustancia desafiante. Hay dos puntos en los que puso énfasis. Uno es que los cristianos en muchos países musulmanes no tienen la misma libertad religiosa que disfrutan la mayoría de los musulmanes en occidente. El otro es que hay demasiados clérigos islámicos que parecen tolerar la violencia en nombre de la religión.

El valor de este punto en el presente estado del mundo difícilmente sea sobreestimado. Es triste que las palabras de Benedicto hayan sido expuestas demanera tan inepta que millones de musulmanes en el mundo se hayan visto sinceramente ultrajados.

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