Donald Trump conoció a un músico de bar “mejor que Frank Sinatra” en el ensayo de un evento en el que iba a ser homenajeado por la Liga Atlética de la Policía. “Te entretenía de una manera que jamás hubiera visto”, contó. Se acercó y le dijo: “Esta noche tenés la chance de ser una estrella, hacé un buen trabajo”. De camino al evento, el hombre tuvo un accidente de tránsito y fue hospitalizado.

—Damas y caballeros, nuestro músico no pudo asistir hoy —anunciaron en el homenaje.
“Por eso es un músico de bar, pensé”, confesó Trump en una entrevista a Biography. “Después de eso, no volví a pensar en promocionarlo. El tipo estaba hecho para ser un músico de bar. Es así”.
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En ese mundo darwiniano, hecho de ganadores y perdedores, el presidente electo de Estados Unidos creció bajo la sombra discreta de su padre, el empresario inmobiliario Frederick Christ Trump. “Fred” Trump era un hombre de negocios mucho más reservado que su hijo, a quien confió su imperio Elizabeth Trump & Son cuando este tenía apenas 25 años. Conocido como “el Henry Ford de la construcción de casas”, el padre sentó las bases del imperio que Donald Trump transformó y diversificó, llevándolo a casinos, hoteles, ropa y más, bajo el nuevo nombre de Trump Organization. En ese cambio estaba el germen de “Trump”, una marca personal que se imprimiría en cortes de carne —Trump Steaks— hasta torres como la que luce Punta del Este, pero también en negocios fallidos —la Universidad Trump, Trump Airlines, Trump Vodka, la revista Trump, los casinos en Atlanta, entre otros.


En sus 30, un joven Trump, que ya había logrado atravesar Manhattan —las puertas del cielo inmobiliario—, coqueteó con la política a través de apariciones esporádicas en actos republicanos o declaraciones en entrevistas que suenan como las de su última y penúltima campaña. “He visto a este país ser saqueado sistemáticamente por Japón, Alemania Oriental y muchos otros. Se ríen de nosotros. Piensan que somos las personas más tontas del mundo”, dijo a sus 35 años en el programa The Eleventh Hour. “El mundo se ríe de nosotros”, repitió décadas después, una frase que se volvió un pilar de su discurso, una idea fundacional del movimiento MAGA (Make America Great Again). No fue difícil que el eslogan trascendiera fronteras y se replicara en otros países: Trump tenía la experiencia de haber construido una marca exitosa, su propio nombre. Una conjunción perfecta entre negocio y espectáculo; la encarnación de una celebridad millonaria.
Ya consolidado en el sector inmobiliario, en 2005 incursionó en televisión como presentador del reality show The Apprentice (2004-2015), un mojón en su carrera que no solo revitalizó su imagen pública, sino que lo proyectó como una figura influyente y popular. Con su martillo y el icónico “You’re fired” (estás despedido), el magnate de la vida real y de la TV concentraba un poder ante el que los participantes se rendían de la misma forma en que se rindieron décadas después sus seguidores republicanos. Él decidía quién ganaba y quién perdía: desde su trono, él era el ganador definitivo. Y como tal, el que no admite derrotas.
“Cuando me gusta algo, me gusta ganar”, declaró en una aparición espontánea en la convención republicana de 1981.
“Nunca he perdido en mi vida”, le dijo a Oprah en 1988. En esa misma entrevista respondió que “probablemente” no se presentaría en unas elecciones. Pero, en un escenario hipotético, planteó: "Creo que ganaría. Te diré una cosa, no me plantearía perder. Nunca en mi vida me he planteado perder. Si decidiera postularme, creo que tendría una gran posibilidad de ganar”.
Aun sin ánimos de sumergirse en el terreno político, Trump ya visualizaba en 1990 el perfil de quienes fueron después, en buena parte, sus votantes. "Cuando camino por la calle, los taxistas empiezan a gritar desde la ventana... El tipo trabajador me elegiría; les gusto".
Descreídos, 30 años después, Estados Unidos —y el mundo entero— vieron a Trump ascender a la Casa Blanca tras derrotar a la demócrata Hillary Clinton. Su enfoque proteccionista, una ambiciosa reforma fiscal, la guerra comercial con China y el endurecimiento de políticas migratorias fueron sus banderas; las mismas que sostiene hoy. Terminó su mandato en 2020, tras una polémica gestión de la pandemia del covid-19, con un índice de aprobación del 34%, según una encuesta de Gallup. Para muchos analistas, era el fin de lo que parecía una fugaz carrera política. Cuatro años después, se transformó en el primer republicano en ganar el voto popular nacional en 20 años, con el 51% de los sufragios frente al 47,5% de su rival demócrata, Kamala Harris.


Nunca en mi vida me he planteado perder. Si decidiera postularme, creo que tendría una gran posibilidad de ganar.
En 2020, se había postulado para la reelección y perdió ante Joe Biden. Pero Trump no pierde. El asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021 fue el corolario de una máxima que rigió su vida y su carrera: incluso cuando no gana, no pierde. Hasta el día de hoy, el presidente electo no ha reconocido oficialmente su derrota ante Biden, alegando, sin pruebas concluyentes, un fraude electoral masivo. Presentó múltiples demandas legales, la mayoría desestimadas. En cambio, enfrentó una demanda penal por intentos de revertir los resultados de las elecciones de 2020, un caso que su defensa pidió postergar. Otras dos causas penales fueron desestimadas, y la sentencia del polémico caso de Stormy Daniels fue aplazada hasta el término de su mandato. El próximo 20 de enero, a sus 78 años, Donald Trump se convertirá en el 47° mandatario de Estados Unidos, el primer presidente convicto de la historia del país, tras una campaña que casi se cobra su vida.
El 13 de julio, durante un acto en Pensilvania, una bala le rozó la oreja en un intento de asesinato que conmocionó al país y contribuyó a acrecentar su figura. La sangre en su rostro demostró que no era invencible, pero el puño en alto, inmortalizado en una foto que recorrió el mundo, lo regresó a la cima en un instante. Más que víctima vulnerable, más que sobreviviente, Trump se mostró como un luchador.
"¿No es lindo ganar?", dijo a los republicanos del Congreso. Fueron sus primeras palabras a sus correligionarios tras conquistar la victoria en noviembre. "Siempre es lindo ganar".
Los personajes de 2024
El País eligió 13 personajes de 2024 y publica un perfil por día. El insumo principal para la selección fue la votación de 36 periodistas de la redacción. El orden de publicación a partir del miércoles 11 de diciembre no implica mayor o menor relevancia de los elegidos.
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