Obituario

Gabriel Plaza, La Nación, Grupo de Diarios América

Promediaban los 60 y el movimiento tanguero estaba en agonía. La aparición de Eladia Blázquez fue un golpe de aire fresco para el género. Con un trabajo de hormiga, la pianista sembró la semilla de una nueva canción a través de himnos como Honrar la vida.

Nació el 24 de febrero de 1931. Eladia creció en Avellaneda, rodeada del paisaje fabril, las calles de tierra y las casas de material, en un hogar de españoles "laburantes". Con sólo 8 años la niña cantaba muy bien, punteaba la guitarra y había aprendido a tocar el piano de oído. Pero fue con la composición que su arte encontró su mejor canal de comunicación.

El tango apareció como un fulgor inesperado y decisivo en su obra. En 1970, el tema Mi ciudad y mi gente ganó el primer premio del Festival de la Canción de Buenos Aires. Fue por ese mismo año que la estampa de su pequeña aldea suburbana se impregnó en el espíritu de sus letras más populares, como Sueño de barrilete y Contame una historia.

Eladia compuso letras y músicas que compartió con maestros como Atilio Stampone, Astor Piazzolla, Pablo Ziegler, Osvaldo Pugliese, Chico Novarro y Héctor Negro, entre otros.

En 1976 registró y compuso el tango más emblemático de su carrera, El corazón al Sur, que fue tomado como himno por los exiliados.

En los 80 su obra fue revalorizada por las nuevas generaciones del tango; se insertó en otros públicos a partir de las interpretaciones que de sus temas hicieron Mercedes Sosa, María Graña o Rubén Juárez, y a partir de ahí se transformó en una letrista fundamental para la renovación del género.

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