DIEGO VALENZUELA
Pido perdón, de entrada, a los amantes de la tradición. Soy consciente de que voy a incomodarlos un poco. El gaucho es la figura nacional, a fuerza de poética y de militancia de los sectores defensores de lo autóctono. Quien se anima a discutir la validez histórica de la figura del gaucho termina siendo demonizado por una catarata de defensores a ultranza del "ser nacional". Investigaciones históricas, sin embargo, se animaron a poner en duda su existencia. ¿Significa esto que el gaucho no es más que una creación literaria para plantear debates sobre la organización social y política del país?
El término "gaucho" se comienza a usar en Salta en 1814, y uno de los primeros que lo utiliza es San Martín. En los oficios que intercambian Saravia y San Martín, acerca de la resistencia del "paisanaje" a las fuerzas realistas, estos actores rurales aparecen mencionados como "gauchos" lo que sería una extensión al Norte de otros fenómenos de movilización en el campo, como de la Banda Oriental con Artigas.
En este sentido, gaucho no es todo el paisanaje sino el paisanaje movilizado. El término va a ir imponiéndose para la denominación de estos hombres movilizados que proceden del mundo rural. ¿Quiénes son? Entre ellos hay pequeños propietarios, peones, arrendadores, que el caso del Valle de Lerma, en Jujuy, dejan de pagar sus arriendos, dejan de prestar los servicios que deben al patrón desde el momento en que se movilizan. El servicio que están prestando en la milicia se compensa con no tener que hacer estos pagos que tradicionalmente debían cumplir para acceder a la tierra.
Un grupo de historiadores del pasado agrario se sumergió en los documentos y encontraron que la imagen más difundida en la campaña no fue la dicotomía entre el estanciero grande y el gaucho libre y sometido. En la zona pampeana predominaron las familias de pequeños y medianos productores, campesinos que producían a baja escala algo de trigo, tenían algunas vacas, ovejas y mulas.
Así, se animaron a aseverar que la idea del gaucho tiene mucho de mito. El gaucho simpático, malo según Sarmiento, bueno según José Hernández, a quien la naturaleza le daba lo necesario para vivir, montado en su caballo, facón en la cintura, sin vivienda estable y que pasaba horas en la pulpería habría representado, a lo sumo, a una pequeña porción de los habitantes de la pampa. El varón solo, nómade, que visitaba a la china y se rehusaba a trabajar sería, a juicio de esos investigadores, un ser marginal y no el promedio de los habitantes de nuestros interminables campos. Este tipo de personaje "era más bien un desocupado y no un espíritu libre e indómito", según Gelman.
Este imaginario alrededor del gaucho habría sido funcional a algunos sectores dominantes del mundo rural. Las estancias se expanden y presionan al estado para tener más mano de obra disponible. La manera de hacerlo es criminalizar al trabajador rural pobre, generando la imagen de una población de "vagos y mal entretenidos". La consecuencia fue la decisión estatal de promover la papeleta de conchabo, que significaba la obligatoriedad de trabajar, a riesgo de quedar fuera de la ley. (...)
Los sectores de la elite acomodada de Buenos Aires terminaron aplaudiendo las representaciones teatrales de Juan Moreira en la década de 1890. El criollismo y la literatura gauchesca, además de ser modas comerciales, se convirtieron en recurso cultural para consolidar la nacionalidad en tiempos de grandes flujos inmigratorios. Fue entonces que alguien pudo entrevistar al campesino que inspiró a Hormiga Negra. Afortunadamente, el magnífico Fierro no tuvo un inspirador de carne y hueso que hablar con la prensa y se propusiera refutar a Hernández. u
Historia popular
Licenciado en Economía y con grado de magister en Historia, Valenzuela también tiene una trayectoria mediática, con ciclos de trabajo en radio, televisión y diarios.
La respuesta / enigmas de la historia argentina
Un ejercicio de revisionismo histórico, este libro de reciente edición (Sudamericana, $ 350) indaga sobre algunos de los mitos y hechos fundacionales de Argentina. Además del gaucho, también se explica la división entre unitarios y federales, la influencia de las corrientes inmigratorias en la construcción cultural y política argentina y el legado de los próceres. Animado por el afán de partir desde el detalle para llegar al contexto general, el libro de Valenzuela se suma al auge de la literatura histórica en Argentina, donde algunos historiadores son casi famosos.