Miren Gutiérrez, La Nación, Grupo de Diarios América.
Fernando Savater está encantado de volver a Roma, donde se realizó esta entrevista, porque puede pasear en el anonimato. El filósofo convertido en activista es dirigente del movimiento Basta Ya, que representa a las víctimas del terrorismo en el País Vasco, y no da un paso en España sin escolta. Es profesor de filosofía y autor de libros. Participó en el coloquio "Europa: ¿Nación de estados o estado de naciones?", y aprovechó para hablar de las perspectivas de las elecciones en España, que se celebran el domingo 14, y del futuro del País Vasco.
—¿Qué legado dejan los ocho años de gobierno de José María Aznar?
—Lo que ha avanzado en el campo de la lucha antiterrorista es lo mejor (ver recuadro). En otros campos, el educativo, el laboral, el de las garantías sociales, no me convence nada. En su trato con el nacionalismo, en vez de darle alas, Aznar ha cortado las concesiones. Los nacionalismos en general se alimentan del Estado central: cuantas más concesiones, más se les abre el apetito. En cuanto a él como persona, tiene un estilo poco simpático, busca poco la complicidad, prefiere la imposición. Podría haber encontrado apoyo en los socialistas, pero ha preferido atarlos al carro de los vencedores. Esto ha sido una equivocación, porque los socialistas lo hubieran acompañado. En la economía, el país va bien, pero no por méritos propios, sino porque el gobierno está surfeando una ola que no ha levantado.
—¿No encuentra excesivo que Aznar se haya basado en la solución policial para tratar el llamado "conflicto vasco"?
—Se han cometido varios errores. Uno ha sido poner a los terroristas en el campo de los nacionalistas. Ahí está Josep Carod Rovira (líder izquierdista catalán), quien describe a ETA como "una organización independentista que recurre a la lucha armada", casi como si fuera una ONG. Pero otro es poner a los nacionalistas en el campo de los terroristas y llamar a Xabier Arzalluz (ex presidente del Partido Nacionalista Vasco) el jefe de ETA. Los terroristas son delincuentes, y para luchar contra los delincuentes se inventó la policía. Nadie le pregunta a un maltratador de mujeres qué es lo que quiere. Antes de pasar por el psicólogo debe pasar por el juez.
—¿Cómo ve a la oposición?
—La oposición ha hecho del "antiaznarismo" una obsesión patológica. La falta de solidez ideológica se compensa con comentarios de lo malo que es Aznar. En general la campaña se dio en un clima de radicalización que convierte al otro, no sólo en adversario, sino en la negación de la democracia. Se oyeron cosas como: "Hay que defender la democracia contra el PP (el Partido Popular de Aznar)", o "El que no diga que vota al PP no es un demócrata".
—¿Qué opina de los principales candidatos a la presidencia, el socialista José Luis Rodríguez Zapatero y el conservador Mariano Rajoy?
—A Zapatero lo he tratado, y pienso que es una persona seria y capaz, ojalá todos fueran como él en el partido. Pero sufre del pecado opuesto a Aznar: es dialogante, popular, indeciso, el partido que le ha tocado es levantisco y disparejo. Da la impresión de que continuamente está tratando de templar las gaitas por el último desplante. Zapatero aportaría cosas importantes y valiosas a España, sobre todo en el terreno de las libertades, pero el equipo lo va a frustrar. A Rajoy lo conozco poco. Es una persona inteligente, con sentido del humor, que no ha tenido ni grandes pérdidas ni grandes logros. No estoy de acuerdo con el modo en que lo están protegiendo entre algodones. Se ha negado a participar en debates televisados porque no tiene nada que ganar. Pero los debates deberían ser un compromiso con el país, no un derecho del candidato.
—¿Qué va a ocurrir con el apoyo de España a la "guerra" contra el terror?
—Hay una doble incertidumbre; depende de quién gane en España y en Estados Unidos. Si ganan Rajoy y Bush, supongo que seguirá igual. Pero en el compromiso de Aznar con Bush había mucho de aventura personal. Porque una cosa es colaborar y otra el entusiasmo que ha mostrado. Vamos, que parecía que Bush se lanzaba a la guerra por no decepcionar a Aznar. No creo que ocurra eso con Rajoy.
—¿Piensa que el País Vasco tiene mejores perspectivas ahora?
—El "Plan Ibarretxe" (para convertir el País Vasco en una "comunidad libremente asociada al Estado español") no ha avanzado. La esperanza es que encalle definitivamente en el Parlamento vasco y socialmente muera. No se puede prolongar una situación así. Hay sectores sociales que están reaccionando. Esperemos que la gente comience a presionar. Con una ETA en estado agónico, una sociedad que demanda soluciones, y no planes, y líderes nacionalistas más moderados, es posible que comencemos a cambiar el rumbo. Digo que comencemos porque esto no es como un tren, que en cinco minutos puede ir en dirección contraria; es un paquebote pesado.
Además del "plan Ibarretxe", en Cataluña el gobierno de coalición socialista-nacionalista pide más autonomía. Manuel Chaves, el líder socialista de Andalucía, ha dicho que querría renegociar los términos de sus relaciones con Madrid; otras de las 17 autonomías podrían seguirlo.
—¿Qué España imagina que puede emerger?
—Vamos a ver si surge una España o varias. Hace falta liderazgo para que este momento no se aproveche para repartirla a trozos. Esta balcanización del país se da además en el momento más inoportuno, con la ampliación de Europa.