THOMAS L. FRIEDMAN
Leer sobre Medio Oriente y después ver al presidente estadounidense Barack Obama visitar a Israel suscitaron esta idea: el presidente parecía como si estuviera visitando un atolón en el Pacífico, o Nueva Zelanda, un estado insular rodeado de mares turbulentos.
Ari Shavit, del Haaretz, captó ese ánimo en su columna: "Hace unos meses, Amnon Dankner publicó un agudo y divertido artículo en el nuevo periódico Sof Hashavua. Explicaba que el innovador proyecto tecnológico del presidente Shimon Peres hacía que Israel se desprendiera de Medio Oriente y navegara hacia Occidente por el Mediterráneo, como una isla flotante. Risas aparte, Dankner captó el espíritu del momento. En los últimos años, Israel ha estado sintiendo, pensando y actuando como si ya no estuviera situado en el Asia occidental y pudiera existir como una isla que se hubiera separado. Como si no hubiera mundo árabe, ni Palestina ni Irán. Ni árabes, ni colonos, ni ocupación".
La capacidad de Israel de vivir como si estuviera desconectado del resto de la región es impresionante y necesaria. También es ilusoria y peligrosa.
Es impresionante y necesaria porque Israel es el único país que tiene agentes no estatales armados con misiles, anidados entre civiles en cuatro de sus cinco fronteras: el Sinaí, Gaza, el sur de Líbano y Siria. Al otro lado de sus fronteras hay una región de estados consumidos por las convulsiones internas e Irán. Empero, Israel ha logrado hacer malabarismos con bits, bytes y bombas, con altos muros para neutralizar a sus enemigos y tecnología de punta para nutrir su economía.
Pero hay una sutil diferencia entre mantener afuera el peligro y encerrar adentro la fantasía, entre mantener vivo al pueblo y mantener vivos los sueños locos. Israel está por cruzar esa línea.
La peligrosa ilusión que alimenta Israel, sostiene Shavit, es la noción de que "puede vivir como una autarquía sin relación con su entorno". Ninguna nación puede hacerlo, advierte, y "ciertamente no una nación en la que seis millones de judíos comparten la tierra con más de cinco millones de palestinos. No una nación que, todavía en el segundo decenio del tercer milenio, insiste en ocupar a otra nación".
En efecto, el sueño loco que Israel mantiene vivo es que puede ocupar permanentemente a Cisjordania, con sus 2,5 millones de palestinos, para satisfacer a unos colonos de inspiración bíblica, que ahora, en el nuevo gobierno de Israel, cuentan con puestos importantes en el gabinete, como la cartera de vivienda. Con cerca de 600.000 israelíes establecidos en la sección árabe de Jerusalén oriental y en Cisjordania, la posibilidad de una solución de dos estados "lentamente está desvaneciéndose de la Tierra", observa Moshe Halbertal, filósofo de la Universidad Hebrea. Lo que es sorprendente es que las encuestas siguen mostrando una mayoría favorable a un acuerdo de dos estados, en ambos campos, "pero hay un profundo problema de confianza" a resolverse, y pronto.
En su discurso en Israel, Obama aceptó a los israelíes con comprensión y honestidad. En su discurso señaló: "Como dijo Ariel Sharon: `Es imposible tener un estado judío democrático y, al mismo tiempo, controlar toda la tierra de Israel. Si insistimos en realizar el sueño en su integridad, corremos el riesgo de perderlo todo`".
Es por eso que los palestinos necesitan abandonar todas sus condiciones y entablar negociaciones; Israel necesita suspender la colonización y probar una y otra vez si el presidente Mahmoud Abbas y el primer ministro Salam Fayyad de la Autoridad Palestina pueden cumplir. Gracias a su cooperación con los servicios de seguridad israelíes, ningún israelí murió en Cisjordania por terrorismo en 2012. Pero los palestinos no van a mantener esa restricción si no avanzan a la creación de su estado.
La mejor manera para que Israel maneje el caos que lo rodea no es enterrar la cabeza en la arena, sino colaborar con los palestinos para construir un estado en Cisjordania que sea moderno, secular y pro-occidental. Un estado en el que musulmanes, judíos y cristianos puedan trabajar juntos y que sea una refutación cotidiana de los fallidos modelos del Hamas y de la Fraternidad Musulmana aplicados en otras partes. Si los israelíes y los palestinos no lo intentan todo -ahora mismo- para que eso ocurra, esto será recordado no como una oportunidad perdida, sino como "la" oportunidad perdida y no habrá isla que escape a la tormenta que se vendrá.
*Friedman ganó tres veces el premio Pulitzer, lo que es un mérito grande. Publica dos columnas por semana en el New York Times, lo que tampoco está mal. Autor de varios libros, muchos disponibles en español (entre ellos, El mundo es plano), en sus textos predica una nueva forma de democracia en tiempos globalizados.