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Hay 163 lugares del interior donde el agua tiene arsénico: ¿cuáles son y cómo lo solucionará OSE?

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Agua de la canilla. Foto: Leonardo Mainé.

EL PLAN DE COMBATE

Allí el agua viene de fuentes subterráneas y tiene más arsénico de lo que aconseja la OMS y del máximo que prevé la normativa nacional que entraría a regir en noviembre. ¿Cuál es el peligro?

El librillo lleva como título “Combate al arsénico”, tiene en su portada una imagen de Leonardo da Vinci y una frase que se atribuye a aquel artista: “Cuando debas lidiar con el agua, consulta primero a la experiencia, después a la razón”. Elaborado por el gerente general de OSE Arturo Castagnino, tiene 156 páginas y se maneja en el ente al más alto nivel. Allí está el plan de la empresa para afrontar un viejo problema: hay 163 lugares del interior del país donde el agua de OSE viene de fuentes subterráneas y tiene más arsénico del que se aconseja a nivel internacional y también según la normativa nacional.

Resulta que una década atrás —y en base a las recomendaciones de las Guías de Calidad de Agua Potable de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos—, Uruguay estableció valores más exigentes para este elemento químico, que es cancerígeno (la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer lo cataloga como un compuesto del Grupo 1). Se bajó el límite máximo de 50 microgramos de arsénico por litro de agua a 20 microgramos (o sea, 0,02 miligramos) por litro, pero a la vez se concedió 10 años para fijar el límite máximo en 10 microgramos (0,01 miligramos) por litro.

Eso según la norma UNIT 833-2010 y un decreto del Poder Ejecutivo firmado por el gobierno de José Mujica el 3 de noviembre de 2011. Ese plazo se vence en las próximas semanas, a inicios de noviembre. Pero en OSE ya saben que no llegarán a cumplir: no dan los tiempos y tampoco se avanzó demasiado en los últimos 10 años.

El informe elaborado por Castagnino, en base a las muestras oficiales y al que accedió El País, dice que en Uruguay existen esos 163 lugares —que a la vez abarcan a 287 perforaciones, 50 pequeños centros poblados y unos 136.000 habitantes— donde las concentraciones de arsénico son superiores a los 10 microgramos por litro y en algunos casos incluso por encima de los 20 microgramos.

“Nosotros damos agua en 733 lugares: 163 es el 22%. Pero es más grave si mirás las perforaciones, 287 están hoy con problema de arsénico de las cerca de 800 que tenemos en OSE; es más del 35%”, afirma Castagnino a El País, como para dejar clara la relevancia del asunto.

Veamos algunos ejemplos: los lugares con indicadores más altos. En la localidad rochense de 18 de Julio hay una perforación que registra 0,054 miligramos de arsénico por litro (muy lejos del 0,01). En Santa Catalina (Soriano) se llegó a 0,044, 0,033 y 0,031. En José Enrique Rodó (Soriano) 0,030, en San Antonio (Canelones) 0,034 y uno de los pozos de Ciudad de la Costa alcanzó 0,124 miligramos por litro.

Aquí la lista completa.

En OSE ya hay decisión de pedir a la Unidad Reguladora de Servicios de Energía y Agua (Ursea), que regula el tema, una extensión en ese plazo para poder hacer las obras correspondientes y bajar las concentraciones de agua a valores menores a 10 microgramos por litro. Eso, según el plan elaborado por Castagnino, llevaría unos dos años y costaría unos 30 millones de dólares. Es un presupuesto muy elevado pero el gerente dice que existe apoyo de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) porque “se trata de un asunto especial que afecta la salud”.

El gerente general está convencido que la Ursea apoyará la postergación porque, admite, “no hay forma” de adecuarse rápido a los parámetros exigidos. Y en Ursea “en principio” existe disposición a aceptar la postergación aunque aún no hay definiciones tomadas, dice a El País el director por el Frente Amplio Roberto Chiazzaro. El jerarca sostiene que ha habido avances y que la Ursea “está haciendo un trabajo en conjunto con OSE para intentar corregir la situación y buscando que se dé cumplimiento a las disposiciones”. La Ursea, además, conoce las dificultades presupuestales de OSE y su “buena voluntad”, indica Chiazzaro.

Pero veamos el asunto de fondo. El arsénico se genera en forma natural bajo tierra, no es producto de la contaminación del ser humano. Se encuentra como “especie disuelta” y forma parte de los elementos traza del agua subterránea, dice a El País Paula Collazo, profesora adjunta de Recursos Hídricos Subterráneos del Instituto de Ciencias Geológicas de la Facultad de Ciencias. Y explica que puede provenir “a partir de la liberación por disolución de minerales de la fase sólida que compone el acuífero y solo una pequeña cantidad liberada puede elevar la concentración en el agua subterránea”. La explotación de los pozos suele alterar el equilibrio y generar variaciones en las concentraciones de arsénico.

“¿Puede pasar que eso sea reciente en Uruguay?”, se pregunta Castagnino. “Probablemente siempre estuvo esa concentración y, ahora que cambiaron las normas, todo el mundo está preocupado”.

Arturo Castagnino, gerente general de OSE. Foto: Francisco Flores.
Arturo Castagnino, gerente general de OSE, plantea que con las UPA se soluciona el problema del arsénico en el agua. Foto: Francisco Flores.

Varias preguntas sobre el arsénico.

¿Por qué es riesgoso para la salud humana que el agua potable tenga arsénico? ¿Y cuán peligroso es? Castagnino dice que lo peligroso no es tanto la cantidad de arsénico en el agua que se ha encontrado en el país sino “la acumulación” de años y años. “Necesitamos resolverlo rápido y ya tenemos el plan”, agrega.

La doctora María Viviana Collazo, magíster en Toxicología, trabaja en proyectos universitarios vinculados al arsénico. Advierte que ninguna situación que afecte la salud humana de las poblaciones es sólo ambiental, “siempre es socio-natural, por lo tanto ningún problema es unicausal ni se restringe a las medidas de un solo sector”.

En ese sentido, Collazo indica que la OMS redactó en 2018 una alerta respecto al arsénico inorgánico como el que está en el agua, “que es extremadamente tóxico”. Dentro de los efectos agudos menciona vómitos, dolor abdominal y diarrea, entumecimiento, calambres y en casos extremos la muerte. A largo plazo, dice la especialista, se observan efectos en piel, cambio de coloración, lesiones, callosidades en palmas y plantas tras una exposición mínima de cinco años. Incluso puede provocar cáncer de piel, pulmón y vejiga, entre otros.

Nelly Mañay, profesora titular del Área de Toxicología de la Facultad de Química e investigadora de Pedeciba Geociencias, explica que a nivel internacional se ha visto que hay producción de cáncer en poblaciones que han consumido a lo largo de su vida agua con niveles elevados de arsénico (más de 100 microgramos por litro), pero que a la vez estaban con mala nutrición y problemas socioeconómicos. “O sea, hay otros factores que influyen y hay personas que pueden ser más susceptibles que otras”, indica.

Otras afecciones vinculadas a la exposición al arsénico en el agua son la diabetes y enfermedades cardiovasculares. “Pero no es automático el consumo a nivel crónico y estas enfermedades”, se ataja Mañay.

Con los niveles que hay en las perforaciones locales, ¿existe riesgo concreto de que el arsénico sea cancerígeno? No está del todo claro porque en Uruguay no hay estudios toxicológicos ni epidemiológicos sobre los habitantes, vinculados a la concentración de esta sustancia química en el agua, para poder establecer con certeza el límite de potabilidad, dice la geóloga Collazo.

Junto a la química Mañay, ella coordina hace tres años el proyecto multidisciplinario “Arsénico en agua subterránea del Uruguay” (AsURU), que busca estudiar la problemática del arsénico, realizando estudios toxicológicos en aéreas con altas y bajas concentraciones de arsénico y donde la población haya consumido esa agua por un período de tiempo prolongado. Uno de los proyectos en los que se trabaja busca aplicar la geología médica: “Poner los datos de arsénico alto y los datos de cáncer y otras enfermedades en el mapa y ver qué pasa”, dice Mañay, quien lamenta la falta de apoyo financiero para hacer estudios que sabe que son caros. Pero aún no hay resultados concretos.

Planta de Aguas Corrientes. Foto: Archivo El País.
La planta de Aguas Corrientes abastece de agua potable al área metropolitana, pero en otros sitios el agua se toma de fuentes subterráneas.. Foto: Archivo El País.

Mañay dice que en Uruguay los registros de las enfermedades no incluyen información como dónde vive la persona, qué hace, en que trabaja o qué agua toma, lo que complica las cosas.

De todos modos, dice la química, en Uruguay el problema no parece “ser dramático, como en algunas zonas de Argentina y Chile donde la única fuente de agua es subterránea”. Y agrega otro factor: “Hay que hacer un estudio de evaluación de riesgos porque quizás buena parte de la población que consume esa agua con arsénico toma agua embotellada o utiliza filtros para el arsénico”.

De hecho, el gerente general de OSE se anima a asegurar que el riesgo de enfermarse de cáncer es a niveles mayores de arsénico que los detectados en Uruguay. Y luego agrega que si un comité especializado —integrado por representantes del Ministerio de Salud Pública (MSP), la Universidad de la República, la Ursea, la Intendencia de Montevideo (IMM) y el Instituto Uruguayo de Acreditación, entre otros— aconsejó un plazo de 10 años para bajar el valor máximo permitido a 10 microgramos por litro, significa que el asunto es relevante pero no de una gravedad extrema. “Igual hay que corregirlo y por eso pedimos dos años”, afirma Castagnino, convencido.

El plan de OSE.

¿Qué se hizo en esta década en OSE? “La administración no pudo hacer” la adecuación, aunque “estuvo investigando”, responde Castagnino, quien en esa época no trabajaba en el ente. El jerarca fue cesado en 2005, cuando asumió el Frente Amplio, y volvió en esta administración.

En una nota publicada por el semanario Búsqueda el 3 de junio pasado, el presidente de OSE Raúl Montero dijo que resolver este problema del arsénico es una de las prioridades del organismo.

Según detalla el informe “Combate al arsénico”, la Gerencia de Agua Potable se encuentra desarrollando los estudios y proyectos finales para lanzar los procesos de compras y licitaciones de obras y suministros, y “la materialización de la solución integral a toda la problemática del arsénico en el país”.

Estos estudios incluyen la elección definitiva del tipo de tratamiento (las opciones son intercambio iónico, adsorción, ósmosis inversa o plantas potabilizadoras UPA en sus diferentes tamaños) pero también la selección de los predios y los terrenos para la instalación de la infraestructura. Eso abarca el suministro de energía eléctrica, las construcciones complementarias y los accesorios funcionales ligados a cada tipo de proceso de tratamiento, los sistemas de bombeo y de tuberías para conducir el agua de las fuentes subterráneas y perforaciones hasta los predios donde se ubicarían los sistemas de tratamiento del agua, entre otros elementos. Se trata de un análisis de ingeniería pero también económico, dice Castagnino.

EN EL INTERIOR

De San Javier a Carlos Reyles: diferentes soluciones

San Javier, en Río Negro, es una de las localidades con problema de arsénico en el agua subterránea. Allí se instaló hace un par de años una usina nueva con dos plantas potabilizadoras UPA y ahora “funciona perfecto”, según afirma el gerente general de OSE Arturo Castagnino. Pero no solo en ese pueblo. Según el informe “Combate al arsénico” elaborado por la gerencia general, en Carlos Reyles (Durazno) se instaló y funciona una planta de osmosis inversa, a través de un convenio entre UPM y OSE. Lo mismo sucede en Constancia, en Paysandú, pero a través de un convenio con Mevir. En Dolores, en Soriano, se instaló y funciona a prueba una planta de intercambio iónico para la eliminación de nitratos y arsénico. Mientras, en Lorenzo Geyres, en Paysandú, está en ejecución una licitación para la instalación de una nueva planta de osmosis inversa.

La elección del sistema dependerá de los costos y de decisiones políticas. Las unidades potabilizadoras de agua (UPA), un mecanismo que OSE aplica desde la década de 1990 y que el gerente general creó en su momento, “puede eliminar el arsénico” y es la opción que Castagnino prefiere para solucionar el tema en la mayoría de las perforaciones. Pero la decisión no está tomada.

Una ventaja, a su juicio, es que este sistema favorece a la industria metalúrgica nacional porque las plantas son fabricadas en acero inoxidable y se mantienen con repuestos uruguayos. Una contra es que, a diferencia de la ósmosis inversa, necesita personal. “Pero la ósmosis inversa gasta mucha energía y es con membranas, que son importadas y dependés de las reposiciones”, se defiende Castagnino. “Lo mismo el intercambio iónico, alguien te tiene que suministrar los mantos”, afirma.

El plan de Castagnino implicaría la instalación de unas 190 plantas UPA en sus distintos tamaños, de las cuales 140 serían pequeñas para evitar un encarecimiento (UPA 50 y UPA 150, que tienen 2,5 y siete metros cúbicos de agua por hora). “Son como unos pequeños roperos”, detalle el jerarca, sobre esas unidades diseñadas especialmente para este plan contra el arsénico. En una menor proporción serían UPA 200 y UPA 2000, con 20 a 25 metros cúbicos y 120 a 140 metros cúbicos en el segundo caso.

A Castagnino todo esto le resulta familiar porque, cuando asumió la gerencia a inicios de la década de 1990, debió encarar el problema de la alta concentración de nitratos y en algunos casos de flúor en al menos 109 fuentes de agua subterránea. Esos elementos estaban allí “por las malas prácticas agrícolas” y la falta de saneamiento que contamina las napas, señala. El peligro potencial, dice, era la metahemoglobinemia, una afección llamada también “el síndrome de los niños azules” porque los niños no se oxigenan. En aquel momento las UPA fueron esenciales para eliminar el grave problema sanitario, recuerda hoy el veterano gerente. ¿La historia se repetirá con el arsénico?

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