Como lo revela la información acopiada por la Oficina Regional de la Unesco para América Latina y el Caribe, los aspectos socioeconómicos se encuentran estrechamente vinculados con el fracaso de los niños en la educación básica de nuestros países. Sin embargo, también es posible observar que algunas escuelas que atienden a niños en situación de desventaja social logran resultados que superan con creces lo que cabría esperar si la relación antes descripta alcanzara para explicar el destino educativo.
Estos casos destacables muestran que la condición socioeconómica de los estudiantes no puede ser esgrimida como una coartada para explicar su fracaso en la escuela. Más bien es la escuela la que fracasa al no asegurar el éxito de estos niños. Hay casos concretos que demuestran que si se presta atención a las condiciones particulares de los alumnos y éstas son trabajadas arduamente, la escuela puede tener éxito en condiciones sociales muy difíciles. Así, ella puede hacer la diferencia en el futuro de sus alumnos. Siendo impostergable que los Estados asuman con firmeza su responsabilidad en el combate a la pobreza, los problemas educativos requieren acciones propias que tienen que ver directamente con aquellos aspectos de las prácticas educativas que explican el éxito escolar. (...) Sólo de este modo la educación puede cumplir efectivamente su rol de creadora de igualdad de oportunidades. (...)
¿Puede la escuela cumplir su papel sin el apoyo de otros ámbitos y espacios educativos? ¿Es la repetición una segunda oportunidad que garantiza posibilidades de aprendizaje a los alumnos que tuvieron dificultades? ¿Debe la docencia ser una profesión cerrada a personas con una formación profesional distinta de la pedagogía? ¿Cuáles son los ámbitos sobre los que debe existir autonomía de las escuelas y cuáles los recursos necesarios para asegurar que dicha autonomía sea efectiva?
Ana Luiza Machado, directora de la Oficina Regional de la Unesco para América Latina y el Caribe. La Nación, miércoles 3.