Con una historia tan rica como la de las piezas únicas que nutren su catálogo, Karausz se erige en el corazón de la Ciudad Vieja como un estandarte de elegancia y tradición que aquilata el paso del tiempo y ofrece lo mejor del pasado a las nuevas generaciones.
Eran los tiempos previos a la Segunda Guerra Mundial, cuando Daniel Karausz desembarcó en Uruguay luego de una travesía que lo llevó desde Skalat, en Ucrania, a Holanda. Allí trabajó como aprendiz para un carpintero ciego, cuya habilidad como ebanista era tal que podía reconocer distintos tipos de maderas con solo tocarlas. Ya instalado en Montevideo, y aprovechando su experiencia con muebles de calidad, Karausz comenzó a comprar y vender antigüedades, hasta que en 1942 abrió uno de los primeros anticuarios del país, que se convirtió en emblema de mobiliario de categoría y artículos finos.
En la actualidad, y de la mano del empresario y coleccionista argentino, Federico Buker, director de la agencia de turismo South American Tours, -y por más referencias, un apasionado de las antigüedades-, Karausz Anticuario reabrió luego de un cierre temporal a raíz de la pandemia. Con el fin de darle su propia impronta y nuevos bríos a la casa, Buker y su esposa, Valeria Britos, relanzaron la tienda dispuestos a ampliar su catálogo. Sin embargo, el expertise de más de ocho décadas de la firma, no se perdió ya que la dirección de la empresa continúa a cargo de Jorge Karausz, hijo del fundador y su mujer, Cristina Crosa.
Como en toda casa de antigüedades, en el acervo de la tienda predominan los elementos clásicos, en su mayoría europeos. No obstante, la nueva apuesta busca integrar esta colección a las tendencias actuales en decoración. Y es que el exquisito diseño y valor estético de estos elementos representativos de una época, posibilita un diálogo perfecto con los más diversos estilos. A decir de Jorge Karausz, una sola pieza tiene el poder de transformar un ámbito por completo, sea de trabajo o en el hogar.
En sintonía con esa idea, Federico Buker considera que la capacidad de una antigüedad para transmitir elegancia y status se mantiene inalterada. Por eso, además de coleccionistas, ahora se apunta también a los diseñadores de interiores y arquitectos. “Las nuevas generaciones valoran mucho el espacio y buscan un estilo ecléctico, que contraste e integre elementos contemporáneos con la tradición. Por ejemplo, una mesa antigua acompañada de sillas modernas, o un aparador clásico colocado debajo de un cuadro abstracto, son combinaciones de muy buen gusto, que crean entornos únicos y llenos de personalidad”.
Basta una visita al remozado local de la firma para comprobarlo; allí conviven en perfecta armonía obras de arte contemporáneo, muebles del siglo XVIII, cuadros de artistas como Cleto Ciocchini y Manuel Larravide, esculturas de Pablo Mañé, tapices renacentistas, alfombras persas, cristalería Lalique y Gallé, platería inglesa y jarrones de la dinastía Ming, entre otros tesoros.
Experiencia visual
Para sacarle el máximo partido a este rico acervo y ponerlo en consonancia con los tiempos que corren, fue preciso reorganizar el espacio, pintar, iluminar y reordenar la colección, además de crear nuevos ámbitos. Para ello, Buker y Karausz recurrieron a la experiencia y talento del artista plástico y diseñador de interiores, Juan Carlos Areoso, quien tuvo carta blanca para crear un ámbito ecléctico y evocador, que invita a explorar. De hecho, el lenguaje visual nacido de la combinación de diferentes estilos y épocas, ofrece una experiencia envolvente, que estimula y emociona al visitante.
El profesional cuenta que enfrentado a un espacio alargado, de paredes blancas, su propuesta apeló a la sencillez sin artilugios, para que el diálogo entre los elementos fluyera sin saturar los sentidos. “Tenemos solo cierta capacidad para absorber lo que nos muestran. Por eso, la composición en el diseño de interiores tiene que ser equilibrada y fluir. La combinación de objetos de vanguardia, arte y mobiliario majestuoso genera una historia visual significativa; las paredes pintadas en colores intensos -gris oscuro, azul bajo cero y beige agrisado-; la iluminación cuidadosa. Todo esto crea atmósferas, resalta texturas y sectores, y ese eclecticismo brinda una experiencia envolvente que moviliza”, ilustra el interiorista.
Para concluir, vale saber que todas las piezas en el catálogo de la firma están restauradas y se encuentran en perfecto estado. Asimismo, el plus que caracteriza a la casa es el asesoramiento personalizado, que llega hasta facilitar la búsqueda de piezas específicas fuera de stock. Es por esto que con más de ochenta años de trayectoria y renovada proyección, la propuesta de Karausz no solo atrae a coleccionistas, sino al público interesado en el arte y la cultura.
Bartolomé Mitre 1417. Instagram/@karausz_muebles