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Panelista invitada por el III Foro Latinoamérica e Israel, la periodista visitó brevemente Uruguay para exponer sobre antisemitismo, discursos de odio y promoción de la tolerancia. De paso, compartió su visión geopolítica sobre el conflicto en Oriente Medio, advirtió que puede ir a peor, y llamó a la reflexión para tratar de construir un futuro mejor. Pasen y lean.

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Pilar Rahola
Jorge Armando Durán - Salvador Agencia.

Polémica y sin pelos en la lengua, la periodista, analista, autora y ex política nacida en Barcelona (1958), es una habitué del Río de la Plata. Esta vez, llegó a Uruguay como panelista invitada para el III Foro Latinoamérica e Israel, que se llevó a cabo en Montevideo y en Punta del Este hace un par de semanas. Organizado por Combat Antisemitism Movement (CAM) los temas centrales abordados en esta edición fueron los discursos de odio y el antisemitismo, que aumentaron en un espeluznante 1.180 por ciento a nivel global, desde el inicio de la guerra con Hamás. En ese sentido, la ocasión brindó una plataforma para discutir la necesidad de promover la tolerancia y el entendimiento, ya que las tensiones en Oriente Medio continúan impactando el discurso global sobre estos temas.

Con una agenda que no le dio tregua -y que casi deja sin efecto esta entrevista-, esto fue lo que Pilar Rahola conversó con PAULA.

–¿Viene seguido por el Río de la Plata?

–He estado en Uruguay unas cinco veces, en Montevideo y en Punta del Este. La primera vez tuve el honor de dar una conferencia en el Palacio Legislativo. Además, establecí relación con el doctor Julio María Sanguinetti, quien me prologó un libro (S.O.S, Cristianos, Debate). Hace cinco años hice un estudio sobre la situación de las familias cristianas en el mundo. En el siglo XXI se está produciendo el martirio más importante de la historia del cristianismo, probablemente más grave que en sus principios. Implica la desaparición completa y silenciosa de familias enteras de asirios, caldeos, coptos, fundamentalmente en el mundo islámico. Sin embargo, el país más peligroso es Corea del Norte, luego vienen Somalia e India. Es un libro que me interesaba mucho no tanto por la faceta religiosa, sino por la étnica y por la pérdida de un patrimonio cultural tan extraordinario. Por ejemplo, los cristianos de Irak en el último censo realizado por Sadam Husein ascendían a 1.400.000 entre caldeos y asirios; ahora son unos 300 mil.

–Fue un proceso muy rápido.

–Sí, tuvo que ver con la aparición del Estado Islámico, la cada vez más asfixiante situación de los cristianos en los países donde hay sharia... A partir de eso hubo una gran diáspora. Este libro, que es diferente a los que normalmente escribo, obedece a una sensibilidad por una tradición religiosa que nadie piensa que puede estar amenazada, y a sus valores, porque el mensaje ético de Jesús en situaciones de opresión, tiene mucha fuerza. Ese libro lo prologó Sanguinetti y con él hemos coincidido en diversos actos. De hecho, es obra suya que yo esté aquí. Me venía mal venir, pero cuando me llamaron y me dijeron que iba a estar en un panel con él, no me pude rehusar.

–Haciendo un poco de historia, ¿por qué decidió pasarse al otro lado del mostrador y hacer política?

–De eso hace mil años (se ríe). Creo que es de esas tentaciones en las que uno tiene que caer para luego huir de ellas…En la política encontré lo mejor y lo peor. Lo mejor es, sin dudas, la lucha por los ideales y las convicciones; lo peor son las guerras fratricidas, la pelea sucia, el desprestigio, las mentiras. Yo no volvería. Evidentemente, soy un ente político porque me preocupa y me ocupa lo que está sucediendo en el mundo. Lo tengo en la vena, devoro información que me interpela muchísimo, pero no me convertiría en gestora de la administración pública, que al final es lo que es la política. Prefiero mirarla desde esa barrera, que es de primera línea, pero es diferente.

“La construcción del relato anti-israelí en este momento, no es espontánea. Aparte de la izquierda y de los discursos tal, solo en los primeros dos días del ataque hubo más de 40 mil bots procedentes de Rusia e Irán, con noticias falsas sobre el tema. Desde el primer minuto estuvo la industria de bots para crear un relato de criminalización de Israel”.

–O sea que su paso por Esquerra Republicana de Catalunya, y luego por el Partit per la Indepèndencia…

–Bueno, soy republicana en un país monárquico; catalana en España, lo cual siempre es complejo, y soy anti-taurina en un país taurino, con lo cual tenía todo para divertirme en la política. Además, provengo de una familia con una herencia política importante: catalanista, republicana, con ministros, diputados; la primera ejecución oficial de Franco fue la de mi tío abuelo, Carlos Rahola, un intelectual pacifista que de hecho, escribió en contra de la guerra. Cuando la gente de Esquerra, que en aquel momento era un partido muy auténtico, me plantea aquello, me tiré a la piscina. Después vivimos unas batallas campales horribles; teníamos más líos entre nosotros que con los adversarios. Luego, montamos el Partido por la Independencia, porque ya empezaba toda la pulsión independentista muy clara, y fue un desastre porque las escisiones de partidos siempre son así… Y ya nunca más. Me curé absolutamente (se ríe) y no he tenido ninguna recaída ni necesidad y cuando me ponen la miel, huyo. Para esta última campaña me ofrecieron el Congreso, y no me veo.

–¿Qué opinión le merecen las protestas contra la amnistía de los encausados del procés en España?

–Una cosa es la protesta que puede hacer el Partido Popular (PP) o la oposición, en contra de los acuerdos que pueda hacer el Partido Socialista. Eso me parece que forma parte del juego democrático y tengo muy poco que decir ahí. Creo que el PP se equivoca, y que tendría que jugar la baza de dar tranquilidad y decir 'un problema territorial como el de Cataluña lo tendríamos que resolver por la vía política y no por la vía represiva'. Puedo entender perfectamente que un partido se oposite al otro y que este tema lo considere leit motiv; el problema es que se les ha descontrolado el monstruo. Veo que en España aún hay franquismo duro, una mentalidad fascista en sectores determinados; en este momento están muy metidos en Vox, pero hay muchos satélites fuera, incluso hay un partido nazi. Creo que el PP, con su voluntad de crear ruido y lío político, hizo que estallara todo y por tanto podemos estar ante una situación preocupante.

–¿Qué pronóstico tiene para Pedro Sánchez? ¿Vale todo para seguir en el poder?

–Lo que está haciendo no me parece un vale todo. Para mí al menos, que soy catalana y estoy en esa posición. Creo que fue un disparate que un conflicto territorial se resolviera con la policía y con la justicia, una justicia que vulneró derechos fundamentales porque desgraciadamente tenemos un núcleo de jueces muy conservadores, muy españolistas. Claro, la imagen del 1º de octubre (de 2017; referéndum de autodeterminación convocado por el Gobierno de Cataluña, suspendido por el Tribunal Constitucional y finalmente celebrado de manera irregular), de policías pegándole a gente que podía ser mi madre, mi hija, mi vecina, porque querían votar, es algo inimaginable en el siglo XXI. Después hubo una represión que llevó a toda la cúpula política a la cárcel o al exilio, y a tres mil personas a juicios. Creo que lo que Sánchez quiere hacer es ‘volvamos a la política lo que es de la política’. Puedo entender que él esté en contra de que votemos, puedo entender que diga ‘la unidad de España no se toca’. Yo no estoy de acuerdo, creo que los pueblos tienen derecho a emanciparse, pero lo que no entiendo es que se niegue por la vía de la violencia. Ahora, por necesidad suya, porque quiere sobrevivir, Sánchez descubrió la vía de la amnistía, que pacifica toda esta situación y la vuelve a la política. Creo que es bueno para todos. ¿Lo hace por convicción? No lo creo. ¿Lo hace por necesidad? Sí. También creo que si Sánchez no consigue ser presidente se hunde políticamente, por eso quizás esté entregado a ese pacto. Por otro lado, también entiendo que (Carles) Puigdemont, que lleva seis años en el exilio, no ceda fácilmente y diga ‘él es quien quiere ser presidente. Si quiere mis votos, pues yo pongo mis condiciones’, que no son ninguna barbaridad. Me parecen condiciones políticas.

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Pilar Rahola
Jorge Armando Durán - Salvador Agencia.

–De todas formas, para la ciudadanía en general debe resultarle difícil digerir que Pedro Sánchez realice estos pactos, sobre todo con Bildu, que representa un pasado de muerte…

–No estoy de acuerdo. Están, por ejemplo, los Acuerdos del Viernes Santo con Irlanda; el gobierno británico los firmó con el IRA, que mató a cantidad de gente. Cuando se resuelve un conflicto territorial se resuelve con el enemigo, no con el amigo. Es decir, la paz se firma con los que te has matado, en el caso de Irlanda. Por tanto creo que fue un acto de grandeza del gobierno británico y también de los irlandeses, encontrar un punto de acuerdo en el que ambos cedían algo. En el caso vasco es evidente que ETA fue un horror: la voz de 600 muertos. También hay que decir que cuando empezó ETA, Franco mataba gente. Nunca entenderé la violencia como forma de resolver conflictos, pero hay que poner las cosas en su sitio. ETA nace en un determinado tiempo, cuando Franco iba fusilando presos políticos. Después, llegó a ser una monstruosidad la gente que asesinó. Cuando ETA se disuelve, se hace un gran ejercicio de una parte del movimiento radical vasco de encontrar una salida pacífica y democrática. Los actuales líderes de Bildú, especialmente (Jon) Idigoras (1936-2005), lucharon ferozmente para dejar las armas y que la gente que estaba implicada apostara al final de la violencia. Entiendo que eso no guste nada, pero el actual candidato de Bildu es un pacifista histórico, y si todo el día estamos diciendo que ETA mató mucho, tendremos que decirle a los del PP que algunos de sus líderes, estuvieron en un gobierno que mataba mucho. Y eso no es conciliación. Sánchez, a pesar de que considero que ha engañado a todo el mundo, está haciendo algo que creo que es interesante, aunque sea por necesidad. La mejor España no es la de Madrid; la mejor España es la de las periferias, la que incluye la identidad gallega, la vasca, la catalana, la andaluza. Es decir, la mezcla de muchas cosas, y lo que está consiguiendo con estos pactos, que son complejos, es hacer un gobierno de muchas sumas. Va a ser más representativo.

–Siempre se ha autodefinido de izquierda, ¿por qué le atribuyen posiciones de derechas?

–Ya no sé qué soy, y te diré por qué. Ayer, creo, en un artículo de diario, Pablo Iglesias en un momento habla de mí como la derecha catalana. Yo pensé ‘¿derecha? En mi vida he sido de derechas, pero si él lo dice, que es la izquierda máxima, debe ser verdad’. Entonces uno se lo pregunta. En tema de derechos civiles, ‘¿qué soy?’. He luchado por los derechos de la mujer; por los derechos LGTB, cuando no lo hacía nadie; fui pionera en la lucha contra la violencia de género; estoy a favor de los derechos ecológicos. Diría que los derechos civiles vinculados tradicionalmente a la izquierda me configuran políticamente…incluso fui la primera que trajo el derecho a la eutanasia al Congreso de los Diputados; o sea, un montón de cosas por las que la derecha tradicional me expulsaría. Luego, en términos económicos soy más liberal: a favor de la economía productiva, de las clases medias; no soy ni ultra capitalista ni por supuesto, comunista; estoy en ese punto medio. Y luego, en términos de respeto a la fe, y las tradiciones familiares, quizás soy más conservadora, con lo cual, al final soy alguien que está en medio de la plaza, se hace preguntas, y tiene algunas respuestas. No me identifico con nadie, estoy hasta las narices de las etiquetas. Pero luego, si doy otra vuelta, me pregunto, ‘entonces, ¿por qué Pablo Iglesias me considera de derechas?’. ‘¡Ah!, porque en el tema de Israel y Palestina no estoy alienada con las tradiciones de la izquierda’. ¿Qué izquierda es esa? La que no se ha horrorizado con la masacre de Hamas. Si me preguntan si estoy a favor de un Estado palestino, diré que por supuesto, desde siempre. Yo, que quiero un Estado propio para Cataluña, ¿cómo no lo voy a querer? De lo que estoy en contra es del secuestro ideológico y de la falta de pensamiento crítico en la izquierda que es capaz de decir ‘(Benjamin) Netanyahu no me gusta’. ¡Perfecto! A mí tampoco. Pero al mismo tiempo, Hamas es terrible. Es el que te mató en Atocha, es el que te mató en Londres, es una ideología del mal…

–Que ahora se viste con las atrocidades del Estado Islámico…

–Bueno, ya lo hacía. Las aberraciones de ahora son el punto máximo, pero recuerda cuando estaba (Marwan) Barghouti, que era el gran líder de Hamas o el jeque (Ahmed) Yassin, que en silla de ruedas bendecía a los jóvenes de 18 años que iban a ponerse bombas y a suicidarse. Esto es Hamas. Hamas, desde su carta fundacional nunca quiso un Estado, nunca quiso la paz; quiere la destrucción de Israel. A mí me gustaría una izquierda que dijera primero ‘esto no lo acepto’ y luego, ‘quiero el Estado’. Eso sería progresismo. La posición de Pablo Iglesias respecto a este tema me parece reaccionaria y blanqueadora de una ideología totalitaria. Con lo cual, ¿quién es de izquierdas?, ¿qué es ser de izquierdas? ¿Maduro es de izquierdas? ¡Si es un fascista! Fascista de izquierdas desde mi punto de vista. En cambio, sí que hay sensibilidades de izquierda abiertamente favorables a los derechos sociales y que nunca dirían ‘viva Hamas’. Cuando ves las manifestaciones en San Pablo, con gente joven gritando ‘viva Palestina’ y la camiseta de Hamas puesta, te horrorizas. Al final, vivimos en una época en que las etiquetas sirven para expulsarte del paraíso. ‘Tú no eres de los míos’. Yo he decidido reivindicar mi único espacio: mi partido soy yo, mis ideas son las mías, no estoy segura de casi nada, y a veces tengo algunas respuestas. Ese es el territorio. Alguien escribió una vez, ‘un pensamiento libre es un lugar inhóspito y solitario’. Yo soy eso; aspiro a ser una librepensadora.

–Como periodista, cubrió in situ conflictos en los Balcanes, Eritrea y Etiopía, Irak, ¿qué se aprende de estar tan cerca de la guerra?

–Nunca fui corresponsal de guerra, no me pondría esa etiqueta porque los corresponsales de guerra son gente muy dura, pero tuve la oportunidad de vivir determinados momentos de la historia en primera línea. En los Balcanes, estuve en Vukovar; en la primera guerra del Golfo; hace unos pocos años estuve en la plaza Tahir en la revuelta árabe, viví como cronista o periodista situaciones muy peligrosas. De eso tengo fijadas dos imágenes en la retina de la memoria que me han acompañado toda la vida. Una fue en un pueblecito perdido en la zona de Tigray, en Etiopía, en las épocas de las grandes hambrunas, y luego con Eritrea antes de la independencia. Fuimos a filmar un campamento de Médicos sin Fronteras. Éramos un cámara y yo haciendo un reportaje sobre las hambrunas y nos encontramos con la guerra, y de golpe me encontré a una mujer acunando a un niño. ‘Está muerto’, me dice el médico, y yo le pregunté ‘pero entonces, ¿qué pasa?’. ‘Bueno, es que aquí la muerte tiene su tiempo’, me respondió y se me quedo grabada esa imagen tan terrible. Es terrible porque África no existe. Recuerdo que entrevistamos a unos guerrilleros eritreos, que iban con zapatos hechos con neumáticos, pero tenían rifles Kalashnikov de última generación. Habían secuestrado a dos médicos belgas y recuerdo que le pregunté a un chico, ‘¿por qué secuestran a médicos que están aquí para ayudarlos?’, y me dijo ‘si mato a mil enemigos no salgo en Le Monde, pero si secuestro a dos franceses, sí’. Y la segunda de las muchas retinas que me quedaron en la memoria, fue en Dubrovnik, cuando se empezaron a quemar los palazzos medioevales en la zona antigua. Hubo varios disparos serbios que cayeron y los periodistas que nos alojábamos en unos hoteles en la costa, nos tomamos un taxi para volver desde la zona de los palazzos, y el hombre se nos pone a llorar y nos dice, ‘tengo a mi mujer y a mi familia del otro lado, se han quedado en la zona ocupada por Serbia. No sé nada de ellos’, y empezó a gritar ‘¿Qué hacen ustedes los europeos? ¡Esto es Europa! ¿Dónde está Europa?’. Era de esos momentos en que ciertamente Europa no se ocupaba de esa guerra, como muchas veces. Europa está perdida en muchos aspectos. ¿Qué aprendes? Que la guerra como situación extrema saca lo peor y lo mejor; que quien es malo se vuelve muy malo y quien es bueno se convierte en santo o en héroe. Recuerdo que fuimos a visitar una iglesia ortodoxa que había sido destruida por los serbios y me quedé con un voluntario del equipo del ejército que nos acompañaba. Pensé que era muy joven y le pregunté, ‘¿qué haces en esta guerra?’. ‘Vengar a mi abuelo, que lo mataron los serbios en la Segunda Guerra Mundial’.

–Su anécdota invalida la pregunta que le iba a hacer: ¿por qué se olvida tan rápido el horror de la guerra?

–Como espectador, el horror de la guerra te lo olvidas rápidamente. Ya no nos acordamos que Ucrania se está quemando por todos lados. Nunca miramos a Yemen, que lleva 350 mil muertos. Pero los que han vivido las heridas de la guerra, esos no olvidan tan fácilmente. A veces me pregunto, ‘¿qué hago yo con estos temas?’. Soy animalista, soy hipersensible con los temas de la infancia, de hecho, de mis tres hijos, dos son adoptados. Y de golpe pienso, ‘¿qué hago hablando de terrorismo, de Oriente Medio? Búscate algo más agradable’…

–Pero es el mundo que vamos a dejar…

–Tengo tres hijos y dos nietos. Me preocupa mucho el mundo al que vamos. Esto va mal e irá a peor. Esa polarización que hay en la sociedad… Creo que los ciudadanos somos responsables del momento y el lugar que nos tocó en la vida y tenemos la responsabilidad de mejorar el futuro. Y cuando detectamos un presente complejo y con peligros, tenemos que luchar contra ello, pero no solo por nuestro presente sino por el futuro que dejamos. Estoy convencida de que algunas de las lacras del siglo XX han retornado. El siglo XX tuvo dos grandes ideologías malignas: el estalinismo y el nazismo, y ahora tenemos el islamismo radical que nos hace regresar a esa polarización, y el tema judío siempre está. El siglo XX se define por el odio a los judíos; matamos tres cuartas partes de la población judía europea y ahora volvemos con el antisemitismo.

“Creo que los ciudadanos somos responsables del momento y el lugar que nos tocó en la vida, y tenemos la responsabilidad de mejorar el futuro. Y cuando detectamos un presente complejo y con peligros, tenemos que luchar contra ello, pero no solo por nuestro presente sino por el futuro que dejamos”.

–¿Cómo explica que de horrorizarnos por el Holocausto -hasta hace unos meses- pasemos a esto?

–No sé si lo hicimos tanto. Quizás Uruguay, que es un país bastante decente, estos temas los ha tenido mejor. Europa no hizo las paces con su maldad. Quizás Alemania, por la culpa, hizo un proceso, pero Francia o Austria, no. Austria le hizo olvidar al mundo que Hitler nació en Viena y que no todos eran la familia von Trapp. Cuando se hizo el referéndum para la anexión de Austria al Tercer Reich (Anschluss, 1938), todos votaron a favor. El estigma judío es el odio más puro y es el único que ha creado una industria del exterminio. Pensar que en el momento actual ese odio se evaporó, no es real. Tuvimos dos mil años de cristianismo machacando que era el pueblo deicida; recién a partir de Juan XXIII el cristianismo se saca esa lacra, pero aparece el islamismo, que empieza con fuerza y con un odio anti judío muy fuerte. Si sumamos a la izquierda con sus neuras antisionistas, se hace un paquete de odio puro.

–No se entiende una postura que denuncia un genocidio y a la vez hace la vista gorda o justifica estas atrocidades.

–Bueno hay una izquierda que defiende a Maduro, que es un loco y un dictador; que tiene el poster del Che Guevara; Fidel Castro mató a quien quiso… Es decir que al final, hemos enviado al infierno a los dictadores de derechas pero no a los de izquierdas. Hay una culpa en la izquierda de no haber asumido sus barbaridades y sus monstruos. Ha blanqueado todo.

–¿Por qué se le perdona tan fácilmente?

–Se le perdona todo. La izquierda consigue un espejismo increíble: que sus culpas no existan y que las de los demás sean mucho más grandes. Y siempre consigue mantener un cierto prestigio. ¿Defiende la libertad? No. 'Usted en Palestina no está defendiendo la libertad si no culpabiliza a Hamas, que esclaviza al pueblo palestino a vivir en ese yugo'. Por eso ni de izquierdas ni de derechas, me sirve mi capacidad de pensar y reflexionar. No me creo las etiquetas de izquierdas ni de derechas, sobre todo como dogmas de fe.

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Jorge Armando Durán - Salvador Agencia.

“Soy un ente político porque me preocupa y me ocupa lo que está sucediendo en el mundo. Lo tengo en la vena, pero no me convertiría en gestora de la administración pública, que al final es lo que es la política”.

–¿Cómo se genera el posicionamiento del público respecto a los conflictos?

–Eso lo intentaba explicar hoy en el congreso y creo que es poco conocido. La construcción del relato anti-israelí en estos momentos, no es espontáneo. Aparte de la izquierda y de los discursos tal, solo en los primeros dos días del ataque hubo más de 40 mil bots procedentes de Rusia e Irán, con noticias falsas sobre el tema. Desde el primer minuto estuvo la industria de bots para crear un relato de criminalización de Israel. En Facebook e Instagram, una de cada tres cuentas vinculadas al conflicto es falsa, y esto está ya tipificado. Con lo cual, un ciudadano medio que cada día está viendo el impacto de imágenes terribles, y cada día le dicen que esto es genocidio y apartheid, acaba creyendo que es cierto, porque es una buena persona y tiene sentimientos. En dos días despareció la masacre de 1.400 personas, el horror que se produjo, y todo son niños palestinos. Esto no es casual. Hay una industria clara de dominio. Estamos en un momento de la historia en el que hay una guerra mundial por el relato, es mediática. No es una guerra cualquiera, estamos hablando de la alianza Rusia-China-Irán, que es muy poderosa y está configurando el mundo, que nos está llevando a una nueva Guerra Fría, que es cibernética, mediática y económica. Parte de la posición de Irán de que estallara la guerra en Israel tiene que ver con el acuerdo de gas que hizo con Gazprom, que es rusa. Quien crea que el conflicto de Oriente Medio es Israel-Palestina, no entiende nada. Pongan la lupa grande: ¿por qué pasó? Si Hamas entra en territorio israelí a masacrar familias enteras con sus bebés, abuelos, y hace esas barbaridades, ¿alguien piensa que Israel no reaccionaría? ¿Alguien piensa que Israel no entraría en Gaza a buscar a sus secuestrados? Por lo tanto, esto estaba previsto. ¿Quién tenía interés en eso? Irán; porque quería cargarse los Acuerdos de Abraham, que Arabia Saudí y Marruecos estaban a punto de firmar y que se pararon; porque quiere garantizar los flujos económicos que vienen de Rusia en esta nueva conformación del mundo; y para quedarse con el relato de los palestinos como propio y enviar el mensaje al mundo musulmán que los únicos que defienden a Palestina son ellos. Esto no es Hamas, esto es algo más grande.

–Esa visión geopolítica el ciudadano medio no la tiene, sin embargo todos parecemos expertos en Oriente Medio, sobre todo en redes sociales...

–Hay una banalización y un blanqueo de ideas terrible. La gente no sabe nada. Este es el conflicto más complejo del mundo, lleva 75 años y muy poca gente lo entiende, pero todo el mundo es experto en Oriente Medio. El otro día mi panadera me dice ‘los israelíes son muy malos’, ‘ah, pues ya ha arreglado el mundo usted’, le digo. En cambio le pregunto, ‘y de Yemen, ¿qué opina?’. ‘Ah, ¿qué ha pasado? ¿Pasó algo?’. Es decir, todos saben lo que tiene que hacer Israel, y quién es el bueno y quién es el malo.

–Pero de eso a expresiones como 'el pintor austríaco tenía razón' o 'es hora de volver a Auschwitz'...

–Es evidente que es una gran distorsión, y antisemitismo clásico, el jugar permanentemente con Hitler y con los nazis… Eso es maldad.

–¿Cómo se combaten estos prejuicios tan peligrosos y los discursos de odio?

–Primero denunciándolos. Si no explicamos que hay 40 mil bots haciendo noticias falsas, la gente no lo va a saber nunca. Pero de todas formas estamos en un momento muy malo. Creo que va a peor la situación geopolítica y la polarización en las sociedades libres. ¿Cómo se combatió en los años 30’ el ascenso de un nazismo incipiente? No lo sé. Creo que educar, hablar, y mantenerse en las posiciones propias, incluso cuando te ataquen. Cuando uno toma una dirección que no es la masa, es duro.

–¿Cuál fue la idea de este Foro?

–Yo conocía a Shay (Salomon), que es uno de los dirigentes del CAM, que combate el antisemitismo desde hace muchos años. Venía de una época de lucha solidaria en Guatemala en temas de huracanes, y ahora asumió esta lucha. Me comentó de este congreso y me pareció fascinante, aunque yo tenía varias dificultades para venir. Pero me dijo que iba a estar en este panel con Saniguinetti, y él para mí es el bolero, me dice 'ven', y yo dejo todo.

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