KIMBERLEY | JORGE SAVIA
Diego Pérez fue una figura gigante en el partido que Uruguay le ganó a México. Corrió, marcó, quitó y cortó un montón de pelotas y, por si fuera poco, no sólo pasó en forma correcta, sino que también "se mandó" un taco y dos "jopeadas", como se decía antes.
Para mejor, su imagen por momentos casi épica, se acrecentó porque durante el transcurso del primer tiempo le abrieron la ceja derecha de un codazo, tuvieron que ponerle varios puntos al costado de la cancha y, cuando reingresó, lo hizo con una venda elástica que le tapaba gran parte de la cabeza, mientras una mancha de sangre sobre la camiseta celeste, a la altura del pecho, era el testimonio más elocuente de lo que había pasado. "Me parece que no me pegaron, creo que fui yo, que cuando salto, me doy con el codo del rival, así que no sé si el mexicano me pegó el codazo", confió el "Ruso".
De todas maneras, el volante reconoció que atravesó un momento difícil, sobre todo de mucho nerviosismo, porque "sangraba mucho, la ceja es una zona que sangra mucho, por eso tuve que quedarme afuera como cinco minutos, no sé, para mí fueron eternos, porque yo lo único que quería era entrar de vuelta, porque sabía que el equipo estaba con un hombre de menos, pero… bueno, como te digo, el sangrado era mucho, no se podía coser en ese momento y por eso me tuvieron que vendar, y en el descanso me pusieron tres puntos".
El "Ruso" minimizó la situación, diciendo que "es un golpe más del fútbol, sobre todo para mí, que en algún momento de mi carrera tuve una lesión fea, y la alegría tapa todo", por más que confesó que "en el momento, y enseguida del partido no me dolió, pero de noche, cuando me enfrié, sí; ahí me dolió bastante".
Aunque fervoroso y visceral, Diego Pérez es también analítico y frío, si se quiere, para hablar de los partidos que juega: "La verdad es que se logró el gol, que nosotros necesitábamos para que ellos se desesperaran, pero después México se nos vino arriba, por momentos tenía cuatro atacantes y, bueno… en ese tipo de casos, normalmente uno se repliega y trata de aprovechar los huecos que se abren en la defensa del rival que se tira con todo hacia adelante, pero esta vez no supimos hacerlo y liquidarlo".
Diego Pérez. El "Ruso". Con su cabeza vendada y la camiseta ensangrentada, quizá fue un símbolo del gran triunfo celeste ante los mexicanos. Tanto que, con los tres puntos que le pusieron, se podría decir que al terminar el primer tiempo, Uruguay ya estaba clasificado; aunque en el segundo tuvo que dejar el alma -con el volante del Mónaco como abanderado- para que ese objetivo se consiguiera con una victoria y no con un empate.
Se sacó una espina que tenía clavada
Días antes del partido que Uruguay ganó en Rustenburg el martes pasado, Diego Pérez le comentó a Ovación que, personalmente, por resultados anteriores de enfrentamientos entre los celestes y la selección de México, quería sacarse "una espinita" que tenía "clavada" con los mexicanos, por lo que sería muy lindo de su parte poder -nada menos que en un Mundial- tomarse una revancha: "Sí, así es, tenía la espina de México y me tomé la revancha; pero lo importante no es eso, que es algo personal, sino que a pesar de que las estadísticas no nos favorecían, justo en una instancia tan trascendente como es un Mundial, Uruguay haya ganado un partido clave".
"Ahora sí nos jugamos una final"
En el balance general, para el "Ruso", salió un partido redondo para Uruguay: "Se ganó, clasificamos primeros, así que ahora lo único que queda es disfrutar y enseguida recuperarse porque nos espera otra final, que ésta sí lo es, porque ahora el que gana sigue y el que pierde queda eliminado".