EDWARD PIÑON
EL ANÁLISIS
Las buenas ideas no merecen terminar en un cajón. Y tal parece que ese no será el destino de la iniciativa de Tenfield de tener dos canales bien futboleros en el aire: uno con 24 horas de Nacional y otro con 24 horas de Peñarol.
Prender la tele y encontrarse con un partido del Peñarol de 1987 o con uno del Nacional de 1988 puede llegar a generar algarabía en los chicos que nunca tuvieron la suerte de disfrutar a sus equipos cuando estuvieron en la cúspide continental. Y sin duda que generará inmensa emoción en los padres que podrán compartir con sus hijos aquellas jornadas en las que la pasión futbolera les desbordó el alma.
De esa manera, por otra parte, se terminarán las discusiones sobre la grandeza de algunos jugadores, sobre la forma en la que antes se ganaba.
También servirá para comprobar hasta donde llega el fanatismo de los hinchas tricolores y aurinegros. Habrá que ver si son capaces de abandonar cualquier otra emisión televisiva con tal de quedarse pegados al canal de sus colores.
Además, no deja de ser relevante que al igual que otros grandes equipos del mundo, los bolsos y los manyas tengan su señal. Será una perla más para demostrar que este clásico divide al país al medio y es uno de los más ardientes del planeta.
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