Fede Domínguez: "Belvedere es Wembley", el día más triste en Uruguay y por qué no se habla con su hermano tras dirigir Nacional

Federico Domínguez defendiendo a Nacional. Foto: Archivo El País.

HISTORIAS

El lateral argentino, de gran pegada, aseguró sobre su pasaje como jugador tricolor: "Elegí Nacional para volver a sentirme jugador. Fueron seis meses, y tengo un maravilloso recuerdo".

Federico Domínguez defendiendo a Nacional. Foto: Archivo El País.
Federico Domínguez defendiendo a Nacional. Foto: Archivo El País.

Federico Domínguez tuvo su primer pasaje por Nacional en 2009 como jugador. Disputó 20 partidos, hizo cuatro goles fue campeón uruguayo y semifinalista de Copa Libertadores de aquel equipo que dirigía Gerardo Pelusso.

La vida le cambió por completo varios años después, luego incluso de haber defendido a Wanderers, Deportivo Maldonado y Atenas de San Carlos en el fútbol uruguayo.

El diagnóstico era cáncer de colon y de ahí empezar a trabajar para superarlo. "Me puse el armazón de gladiador para luchar. Con mi mujer decidimos seguir los pasos que nos decían los médicos, pero también apostamos a la medicina no convencional, como tomar y comer productos naturales, plantas, todo eso. Estaba vulnerable, así que hice de todo, hasta fui a tirarme las cartas. En el hospital conocí otro ambiente, muy pesado: entendí lo duro que es el cáncer", confesó en diálogo con La Nación de Argentina.

De su pasaje como futbolista por los tricolores recordó: "Elegí Nacional para volver a sentirme jugador. Fueron seis meses, y tengo un maravilloso recuerdo, el pueblo tricolor me quiere mucho. Metí 3 o 4 goles y fuimos campeones del uruguayo y llegamos hasta la semifinal de la Libertadores, que nos eliminó Estudiantes, el campeón. Gerardo Pelusso me dio importancia, el grupo era genial. Había muchos chicos y después armamos una linda banda de grandes con Matute Morales y el Cacique Medina".

Federico Domínguez defendiendo a Nacional. Foto: Archivo El País.
Federico Domínguez defendiendo a Nacional. Foto: Archivo El País.

De todas maneras, también guarda un particular recuerdo de lo que fue su pasaje por los dos equipos de Maldonado. "El acuerdo fue 'páguenme el colegio de mis hijas y voy'. Listo. Yo vivía ahí. Y no me entrenaba, porque estaba muy mal de la rodilla y de la cadera, pero me daba el gusto y jugaba de doble cinco, sin tanto recorrido", admitió sobre su pasaje por el Depor.

"Ahí conocí el verdadero fútbol uruguayo: la cancha de Liverpool, que hace poco la mostraron cuando fue a jugar Luis Suárez, era Wembley al lado de dónde jugábamos. Es increíble que con la poca infraestructura que tiene, Uruguay saque tantos jugadores brillantes. Hay mucho deseo de superación y de convertirse en un Suárez o en un Cavani", agregó.

Pero luego cruzó de vereda y se fue a Atenas: "Jugué tres meses en cada equipo, ya te digo, para sacarme las ganas. No me entrenaba y jugaba ahí en el medio, mi fuerte era la pelota parada. Conocí el fútbol uruguayo en su entraña y me saqué las ganas de jugar un poco más. Ahí lo tuve a Edgardo Arias de técnico, uno de los entrenadores más ganadores de la B de Uruguay, y me invitó a ser su ayudante y, como me gustaba su mirada, arranqué".

Y como la vida da vueltas y hace que uno viva buenas y malas, también fue en Uruguay su momento más triste en relación al fútbol: "Fue cuando dejé de jugar, en Wanderers. Fue contra Nacional, en el Centenario, no elegí cualquier rival ni cualquier escenario ni cualquier día: fue el 27 de noviembre de 2011. Y yo había debutado también un 27 de noviembre, pero de 1993. Eso sí fue de casualidad".

El vínculo con su hermano y pasar por Nacional

El fútbol lo llevó una vez más a Nacional, pero esta vez desde otro rol, el de formar parte del cuerpo técnico. Lo hizo junto a su hermano Eduardo Domínguez con el que vivió y vive una relación muy particular.

"Con Eduardo hubo un distanciamiento profundo hasta que tuve cáncer. Ahí nos acercamos, charlamos mucho y me dio la posibilidad de estar como su colaborador en Nacional. Se lo pedí porque me hacía bien estar con él y trabajar. Hoy, si bien no estamos peleados, nos volvimos a distanciar. Hay cero diálogo", confesó.

"Fue una decisión de Eduardo, los motivos hay que preguntárselos a él. Yo estoy tranquilo de haber hecho absolutamente todo para tener una buena relación. Hubo una desgracia que nos acercó, que fue mi enfermedad, pero después se volvió a lo mismo de antes", sostuvo.

Eduardo y Federico Domínguez en Nacional. Foto: Francisco Flores.
Eduardo y Federico Domínguez en Nacional. Foto: Francisco Flores.

"Cuando me comunicaron lo del cáncer viajé a Buenos Aires a contárselo a mi familia. Yo vivía en Uruguay, no era una noticia para decirla por teléfono. Mis viejos están separados, así que fui a la casa de mi mamá, a la de mi papá y a la de mi hermana. A las tres. Me faltaba Eduardo, con el que no tenía diálogo. “Necesito hablar con vos, es algo grave de mi salud”, le escribí, y nos juntamos para almorzar. Fui con los tapones de punta, porque cuando te dicen que tenés cáncer, te cambia la vida, así que no hubo reproches ni nada. Ahí reaccionó como hermano: nos abrazamos, lloramos, charlamos", agregó.

"Eduardo había dejado Colón en su primer ciclo y tenía la posibilidad de agarrar Boca y Nacional. Yo vivía en Uruguay, tenía que hacer el tratamiento en Montevideo y le dije que si le salía Nacional me encantaría trabajar con él para descomprimir un poco la cabeza, para no estar pensando todo el tiempo en la quimio, además conocía Nacional y la gente me quería. Si salía Boca, no, porque ya era más complicado. Y bueno, se dio Nacional, estuvimos juntos, charlamos mucho, pero duró poco esa etapa. Y después la relación volvió a ser la de antes", sentenció.

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