SILVIA PÉREZ
El domingo, el nuevo presidente de Peñarol, Juan Pedro Damiani, se levantó alrededor de la hora 10:00. Desayunó y se fue a correr por la playa, como hace a diario, acompañado por su perro Homero. El animal, uno de los dos "cane corso" de la familia inspira miedo, pero es un tierno y fiel acompañante de su amo.
Damiani suele correr por la playa Carrasco, pero como había mucho viento, subió a la rambla. Al verlo, las bocinas de los autos comenzaron a sonar y el "¡vamo arriba Juan Pedro!" no se hizo esperar.
"Mientras corría pensaba que la vida me ha dado tanto que no le puedo pedir nada más. Tengo a mi madre, que para mí es lo máximo, mis hijos son sanos y muy buena gente, una mujer espectacular como también lo fue mi ex, grandes amigos y ahora esto", reflexionó Damiani, quien admitió que al haber sido elegido por la gente dejó por fin de ser "el hijo de".
POR FIN. "Nadie sabe lo que fueron estos catorce meses como coordinador institucional. Había mucho que solucionar y, además, ya estaba cansado de escuchar hablar de la dinastía. Dirigir el club después de mi padre hubiera sido difícil para cualquiera, pero para mí lo fue aún más. Si mi apellido hubiera sido cualquier otro se hubiera reconocido todo lo que hicimos en el club, pero ser Damiani me jugó en contra", afirmó.
"Hace un rato me llamó Pablo Forlán y recordábamos un viaje a Asunción cuando él jugaba y el técnico era Milans. De eso hace 40 años, yo era un niño y ya estaba metido en el fútbol, sin embargo para le gente siempre seguí siendo el hijo de Damiani. Siento que esta elección fue un mojón y que por fin dejé de serlo", afirmó. "En su última elección mi padre me llevó como vice presiente, algo que no había hecho nunca antes. Él sabía que estaba flaqueando, agregó".
faltó el vice. El festejo de la noche del sábado, realizado en la terraza del restaurante "El Diez", había durado hasta tarde. Allí estuvieron todas las hermanas de Juan Pedro con sus respectivas familias. "El único que no vino, porque pertenece a otras tiendas, pero me llamó fue Nin Novoa", contó Juan Pedro refiriéndose al vice presidente de la República y pareja de su hermana Patricia. Su esposa Andrea, sus cuatro hijos, su hermano de la vida y socio Juan Fernández Methol, Federico Fernández Methol, Rafael Giménez Barbot, los integrantes de su lista, el técnico Mario Saralegui y hasta el delantero José Franco que casualmente estaba en el restaurante y se unió al grupo, fueron sólo algunos de los presentes.
El "Ducha", uno de sus grandes amigos de la niñez, había sido el primero en felicitarlo apenas se conoció el resultado. La segunda fue su tía "Nenusa", hermana del contador. "Luego fue impresionante, el teléfono no paró nunca más de sonar", afirmó Juan Pedro. Carámbula, Sanguinetti, Martha Canessa, Fernando Sobral y los hermanos Del Campo fueron algunos de los que llamaron al presidente.
"¿Para qué me avisaron?, si yo ya lo sabía y me había acostado", le reprochó su madre, Gladys, cuando la llamó para contarle que había ganado.
EN FAMILIA. Después de tantas emociones, Damiani necesitaba un domingo en paz. Por eso lo pasó rodeado de sus grandes amores: su madre Gladys, su esposa Andrea, sus hijos mayores José Pedro (23), Juan Antonio (21), que ambos ya están trabajando con él en el estudio, María Lucía (17) la única mujer y el pequeño Franco de sólo seis meses.
"Todavía no noto la diferencia", dijo Gladys refiriéndose a haber sido la esposa de un presidente de Peñarol y ser ahora la madre de otro. "Es cierto que las cosas de los hijos se sienten más, pero igual con Damiani en Peñarol nunca sufrí, vivimos siempre cosas buenas. De las derrotas no me acuerdo", dijo Gladys. "Ella siempre es positiva", acotó su hijo entre risas.
FERIANTE. Los dos hijos mayores de Damiani son muy diferentes. José Pedro, es el mayor y el serio de la familia. Está a punto de recibirse de abogado y ayer, en el almuerzo familiar estaba acompañado por Inés, su novia y la encargada de servir los ravioles. Llevar el mismo nombre de su abuelo no le pesa. "Llamarme José Pedro no es una responsabilidad, es un gran orgullo", dijo.
Juan Antonio, alias "Tuni", es otra cosa, siempre tiene una broma a flor de labios. Contó que el día de la elección estuvo repartiendo listas junto a un muchacho, feriante de profesión, a quien conoció esa misma mañana en el palacio. "¡Lista 10 lista 10, ideas tienen muchos, recursos uno solo!", vociferaba el moreno como si estuviera vendiendo manzanas en un puesto de la feria. "Vamos a tener que contratarlo", dijo Juan Pedro.
Lo más gracioso fue que el hijo de Damiani estaba tan transpirado por el ajetreo que tuvo que pedirle al feriante que le prestara su antisudoral.
Al final llegó el momento de pasar a la mesa. Los ravioles preparados con las exquisitas salsas capresse y carusso hechas por Nelly hicieron las delicias de todos. La comida fue interrumpida por una nueva llamada de felicitación: la del neutral Eduardo Ache.
Nelly es mucho más que la cocinera de los Damiani. Es la que "malcría" a Juan Pedro. "Está en todos los detalles, hasta me limpia los lentes. No sabés cómo me tiene la ropa y las cosas que prepara para comer", dijo Juan Pedro. "Él se lo merece" acotó Nelly que justo pasaba rumbo a la mesa con una fuente en la mano.
El nuevo presidente debe pagar ahora varias comidas que había apostado: a Gervasio Gedanke que le había anunciado el sexto puesto en la directiva, y a Eduardo González de la encuestadora "Cifra" que le había asegurado lo mismo.
"¡Ojo! La euforia aturde. El quilombo viene el lunes, cuando haya que pagar. ¿Quién la pone, Juan?", me estaría diciendo ahora el `viejo` si estuviera", finalizó Juan Pedro.