Sabíamos que era tan inevitable como inminente. La sección especializada del diario pudo brindar su homenaje, pero el asueto de ayer nos impidió hacerlo también desde aquí, en donde tiene cabida el recuerdo de las grandes personalidades del país que ingresan en la inmortalidad, y Roque es una de ellas.
El deporte, en donde ganó su fama, es por definición ámbito de competencia. Roque logró trascender a ello, porque a pesar de su consustanciación con Peñarol, institución a la cual le dio lo mejor de su trayectoria como jugador y como director técnico, supo ganarse siempre, en todo momento, el afecto y la simpatía entrañable de toda la afición deportiva sin exclusiones. Fue uno de los grandes arqueros del fútbol uruguayo, pero más aun un extraordinario director técnico, de quien podría decirse y es cierto que en los momentos de mayor esplendor contaba con un equipo formidable, pero sin embargo tuvo el mérito de pararlo en la cancha estupendamente y de hacerse respetar por todos sus dirigidos. Modesto, cuando se le elogiaba aquella maravillosa sucesión de triunfos locales e internacionales, le quitaba importancia advirtiendo que eran rachas. Tenía por qué saberlo, porque en sus comienzos cosechó más verdes que maduras. Pero no reparaba en esa circunstancia porque su experiencia le había enseñado que en parte, las cosas eran así. Y cuando perdía, hacía públicamente su autocrítica. Roque supo ser de todos, lo cual lo consiguen muy pocos. El más de medio siglo que abarcó su trayectoria se llenó con su estampa, su simpatía, su sonrisa, su afabilidad, su honestidad. Fue campeón en todo lo que pudo haber sido, pero ante todo fue campeón en la vida. No se le conoció un alarde de soberbia, un gesto de superioridad, un atisbo de mala educación, una palabra grosera. Sentía el placer de vivir más que la obsesión por ganar, y justamente por eso, además de su sencillez, fue un ganador en toda la línea.
Adiós Roque, adiós Señor, así con mayúscula. Te vas llevando contigo lo mejor de nuestro fútbol en sesenta años. Va a resultar muy difícil asumir que ya no estás pero tu ejemplo hará escuela, al menos entre los que lo quieran, puedan, y sepan interpretar.