No debería sorprender que casi la mitad de los montevideanos desaprueben la gestión de Carolina Cosse al frente de la Intendencia capitalina.
Es que casi no hubo gestión. Llegó, pasó y se fue (de licencia) y es difícil registrar cuáles fueron su grandes mojones. No hay transformaciones significativas, Montevideo sigue tanto o más sucia que antes, la ciudad es hostil, su aspecto es desprolijo, su funcionamiento es poco funcional, los temas sociales que se supone que preocupan al Frente Amplio siguen allí y si no son peores es gracias a la activa presencia de un Ministerio de Desarrollo Social que mostró genuina sensibilidad y ofreció soluciones más eficientes.
Según la encuesta de Equipos Consultores, 47% de las personas consultadas aseguró que desaprobaba la forma en que la intendenta (ahora de licencia para hacer campaña) se desempeñó.
Para una historia de más de tres décadas de mediocre gestión frentista, sorprende que finalmente los montevideanos empiecen a expresar su descontento.
Pese a su aureola de urbanista y defensor del patrimonio, Mariano Arana no demostró ser lo que prometía. A favor contó con su popularidad personal, pero eso no equivale a decir que hizo un buen trabajo. Para colmo, se dejó arrastrar por la crisis de 2002, al equivocar la estrategia para sobrellevarla y quedar enfrentado al sindicato que le ganó un juicio que fue muy oneroso para las arcas montevideanas.
Ricardo Ehrlich quedó atado con un presupuesto volcado a pagar a los funcionarios lo que la Justicia ordenó y con poco resto para hacer otras cosas. Fue una gestión paralizada y lo poco que hizo, le salió mal. Condenada a inaugurar los desastres heredados de Ehrlich, como el corredor de la avenida Garzón, Ana Olivera fue escasamente más activa que sus antecesores, pero tampoco dejó transformaciones notorias ni logró resolver el drama de la basura, algo que ya Tabaré Vázquez había prometido hacer al asumir en 1990 y no solo no cumplió sino que todo empeoró con Cosse.
Recién con la llegada de Daniel Martínez pudo decirse que al fin un intendente frenteamplista emprendía obras de peso como el ensanche de un largo tramo de Luis Alberto de Herrera, de avenida Italia o la avenida Belloni. Era tal el atraso (que venía desde antes de la llegada de Vázquez a la Intendencia), que lo hecho dejó sabor a poco, pues siguen pendientes otras tantas mejoras de esa envergadura. Hay pues derecho a preguntarse qué habría pasado si cada uno de sus antecesores hubiera trabajado en similar escala en su respectivos períodos. Hoy, otra sería la ciudad.
Curiosamente los votantes frentistas de Montevideo no le reconocieron a Martínez su desempeño y prefirieron pasarle la Intendencia a Carolina Cosse. La imagen trasmitida por Martínez como candidato presidencial en 2019 no le ayudó a la hora de querer retornar a la Intendencia. Cosse no se sintió obligada a continuar con el impulso iniciado por Martínez ni a enfocarse en el “Montevideo olvidado” (el de los más poster-gados) que desde la Coalición plan-teaba Laura Raffo.
Así le fue en las encuestas. Es verdad que ellas no son la elección y que pese al descontento que reflejan, a la hora de votar los frentistas siguen prefiriendo colocar a una “heladera”, o sea al designado por la cúpula, sin importar quién es.
La pregunta es para qué quiso ser intendenta Carolina Cosse si en realidad nunca mostró interés. Hay quienes dicen que buscó el cargo como escalón previo para acceder a la presidencia. Pero ese tipo de razonamiento exige justamente usar el escalón previo para mostrar potencial e iniciativa. De otra manera, ¿por qué habría la gente de votarla como presidenta, si siendo intendenta no fue capaz de concretar nada?
Por eso importa detenerse en esta encuesta. Es mucho más elocuente de lo que dicen los fríos números. Muestran una insatisfacción profunda en los montevideanos, todavía el puntal con que cuenta el Frente.
Con una dirigencia que se luce poco, con el otro precandidato que no parece entender que ser presidente de una nación exige un nivel de información, comprensión y capacidad de ejecución mucho más sofisticado que la de administrar el departamento canario y con una Carolina Cosse abiertamente descalificada por esta encuesta, el Frente Amplio luce mucho más estancado que en la elección de 2019.
Su única carta está en la tradicional lealtad que le demuestran los votantes, que insisten en defender al Frente no importa lo que haga. Pero también esa actitud tiene un plazo.