Una cuestión de enfoque

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Las notas de prensa sobre las recientes elecciones presidenciales mexicanas destacan como la gran novedad de la elección que por primera vez en la historia del país resultó electa una mujer presidenta de la República. Ciertamente el hecho merece ser destacado, pero hay cuestiones de fondo aún más relevantes para la población de ese gran país de América Latina y su impacto regional. En particular ¿en qué medida la victoria del Partido Morena con Claudia Sheinbaum como candidata implica un cambio o una continuidad solapada del gobierno con pretensiones totalitarias de Andrés Manuel López Obrador,

Los resultados de este domingo arrojaron que la candidata del oficialismo se impuso con una abrumadora mayoría en torno al 60% de los votos. La siguió la candidata del Partido Acción Nacional (PAN), el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), Xóchitl Gálvez, con una votación de 27% y en tercer lugar, el candidato Jorge Álvarez con el 10%. La mayoría obtenida por el partido de gobierno seguramente le abre las puertas a gobernar con mayorías especiales que le permitirían incluso modificar la Constitución por su sola voluntad, algo que se ve como una amenaza, especialmente si se considera que el Congreso va a estar controlado por seguidores incondicionales de López Obrador.

Es claro que los años de gobierno del actual presidente marcaron una involución democrática en términos institucionales y de Estado de Derecho para México. López Obrador persiguió con saña a sus opositores, persiguió al periodismo que no le era obsecuente y polarizó al país sin conceder ni una reunión en todo su mandato a los líderes opositores. Con un estilo comunicacional que recuerda a un dictador caribeño por la frecuencia de sus alocuciones, su extensión y la violencia verbal que prodigaba, es evidente que el presidente mexicano pasa a integrar la larga lista de caudillos latinoamericanos de dudosas credenciales democráticas, con claras aspiraciones de eternidad.

No haber impulsado o logrado una reforma para reelegirse quizá simplemente muestra su inteligencia, habiendo optado por una candidata puesta a dedo que ahora le debe su cargo y que se verá rodeada por incondicionales de su jefe político. En que medida la nueva presidenta logre salirse de la larga sombra que proyecta López Obrador marcará su mandato, pero también la suerte de la democracia mexicana. Si la presidenta electa quiere y logra pautar un perfil más moderado y un talante más democrático como parecen insinuar sus primeras palabras una vez electa, quizá estemos ante una oportunidad de ver cómo una de las mayores democracias de América Latina se salva del camino al totalitarismo. Si por el contrario Sheinbaum se dedica a hacerle los mandados a su líder político y procesa las reformas constitucionales que AMLO no pudo llevar adelante, estaremos ante un escenario incierto y peligroso.

América Latina enfrenta un problema real en cuanto a su estabilidad democrática que se ha venido resintiendo en los últimos años. No solo encuestas como el Latino Barómetro muestran que el apoyo a la democracia como sistema de gobierno viene disminuyendo sino que vemos cómo las democracias plenas vienen retrocediendo frente al avance de gobiernos híbridos de dudosa legitimidad de ejercicio cuando no directamente frente a dictaduras desembozadas. La lucha por la democracia, los derechos humanos, las libertades fundamentales y el Estado de Derecho de-be ser una prioridad insoslayable de la hora para salvar lo que va quedando, que no es mucho si se tiene en cuenta cómo se tambalean actualmente varias democracias de la región.

El rumbo que tome México es clave en esta contienda, por el peso específico del país en el continente, por ser la bisagra que conecta o la compuerta que cierra la relación con los Estados Unidos y por el liderazgo que juega especialmente en América Central. Todos los esfuerzos que se hagan por mantener a este país clave dentro de la órbita democrática no serán en vano, por el contrario, si es la decisión que toma la nueva presidenta en contra de su mentor deberá ser apoyada por todos los demócratas del continente.

Sin dudas es un dato importante que Claudia Sheinbaum sea la primera mujer electa presidenta en México, pero mucho más importante es si decide jugarse por la defensa de la democracia. Este es el enfoque fundamental para la vida de los mexicanos que no debe perderse de vista en el futuro cercano.

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