¿Se termina mañana Milei?

Nuestros vecinos de allende el Plata parecen vivir de sobresalto en sobresalto sin darse nunca tregua. Muchos creen que mañana, en la elección de renovación parcial de autoridades provinciales y municipales en provincia de Buenos Aires, que es la circunscripción más poblada de Argentina y en la que tiene gran peso histórico el peronismo, se juega el destino final del proyecto político del presidente Milei.

Milei llegó al poder en diciembre de 2023 con la votación presidencial más potente desde la restauración democrática en 1983. Pero nunca contó con mayoría propia en el Parlamento nacional. Enfrentado a urgencias tremendas financieras, comerciales, económicas y sociales, logró sortearlas con un éxito que la opinión pública le ha reconocido en estos casi dos años de gobierno.

Sin embargo, hace un par de meses que no logra hacer pie en temas de agenda, y hace algunas semanas que su círculo más cercano se ha visto envuelto en tramas de renuncias, grabaciones secretas y fuertes sospechas de corrupción. En esta coyuntura, lo que pase mañana puede resultar clave para despejar (o no) un horizonte lleno de tormentas.

Si el oficialismo no logra transmitir que es capaz de apoyarse en una mayoría en las urnas para mantener su rumbo económico, entonces la desconfianza se instalará en los mercados. Es que, en este esquema, el peor riesgo de largo plazo es el posible retorno al populismo económico en el poder, es decir, a una especie de kirchnerismo de nuevo rostro. Si la alianza de apoyos de Milei pierde mañana en provincia, ¿por qué suponer que el próximo 26 de octubre tendrá un respaldo mayoritario en las legislativas parciales nacionales, o que podrá ensanchar sus bases parlamentarias para seguir conduciendo el necesario rumbo de reformas para que Argentina esté económicamente normalizada?

No está fácil para el mileísmo mañana. El kirchnerismo y sus aliados nucleados en Fuerza Patria controlan el aparato territorial que es clave para la tarea proselitista de fiscalizar y movilizar a los votantes en una provincia que es más grande que todo Uruguay: gobiernan 83 de los 135 municipios de Buenos Aires, lo que representa el 74% del total del padrón electoral.

Además, los intendentes se juegan mucho en elecciones que les atañen directamente. Mucho más que las legislativas nacionales de octubre. Por tanto, pusieron toda la carne en el asador de sus respectivas campañas.

En definitiva, todas las sutilezas posibles de armados sectoriales, que terminan en conclusiones matizadas de apoyos a tales o cuales, se decantarán en una gran cifra: si mañana gana el kirchnerismo y pierde el mileísmo, el lunes las bases financieras y políticas del proyecto del presidente serán un tembladeral.

Es que como tantas veces ocurrió ya en el pasado argentino, la carrera más importante es contra el espiral de la inflación y el dólar. El oficialismo cree que su respaldo de octubre pasa por mantener contenida la inflación, así sea al precio de encarecer el dólar a niveles imposibles para la competitividad del mundo productivo argentino.

Pero, en paralelo, seguramente el mercado estimará con los resultados de mañana que si el peronismo gana en Buenos Aires entonces lo más probable es que sea inevitable una devaluación fuerte del dólar. Es decir, creerá que las siete semanas que faltan para alcanzar la cita legislativa de octubre serán financieramente un calvario insostenible.

Al final de cuentas todo el proceso de renovación política, de cambio de matriz cultural y de refundación de las bases de convivencia argentinas parecería ser que se resume a una carrera contra el tiempo, de esas que ya hemos visto muchas veces en nuestro vecino, en la que importa saber qué llegará primero, si la elección con resultados favorables o la devaluación brusca con sus consecuencias lamentables.

Para un presidente que se ha jactado de ser diferente a la “casta política” tan denostada, que no ha cesado de insultar incluso a sus propios potenciales aliados, y que parece haber enfrentado en una soledad casi absoluta los últimos escándalos que involucran a su círculo más cercano, es claro que si el resultado de mañana es negativo y si los días siguientes obligan a un salto devaluatorio, entonces todo su proyecto político de larga duración y su voluntad de reelección en 2027 quedarán puestos en tela de juicio. En ese escenario, el bienio 2025-2027 será también una agonía eterna.

¿Puede ocurrir que el oficialismo triunfe y que Milei se fortalezca? Mañana se sabrá: vox populi, vox dei.

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