El FA pondrá a debate la edad de retiro y las AFAP”. Así dice el título de El País del pasado jueves 7 de marzo de 2025. ¿2025? ¿No habrá una confusión respecto a la fecha? ¿No será un ejemplar de hace tres años, cuando ahí sí el movimiento sindical y un sector del Frente Amplio pretendían justamente poner a debate esos dos asuntos mediante un plebiscito? Plebiscito que ya se hizo, ya se contaron los votos y que quienes lo organizaron lo perdieron de modo contundente.
El Frente Amplio ganó las elecciones y asumió desde el 1º de marzo las responsabilidad de gobernar.
Pero en el tema jubilatorio, el soberano le marcó un límite: ese asunto no se toca. Rige la ley existente. Una mayoría se pronunció contra el plebiscito que proponían el Pit-Cnt y sectores del FA. Con ese plebiscito se pretendía volver la edad de retiro a 60 años y eliminar las AFAP. Al rechazar esa propuesta el electorado dio por buena la reforma aprobada por el gobierno de Lacalle Pou.
La pregunta es por qué el nuevo gobierno quiere volver sobre un tema tan claramente laudado. Un tema, además, que dividió al Frente. Los dos candidatos que integraron la fórmula ganadora eran contrarios a la propuesta. Cien destacados economistas frentistas firmaron una declaración por la que se oponían a la consulta promovida por los sindicatos. Algunos de ellos estaban de acuerdo con la casi totalidad de la ley vigente. Y no por una cuestión política, sino de sentido común.
El mismo sentido común (y responsabilidad) que demostró la población al rechazar la propuesta. Sin duda, a mucha gente no le hacía gracia lo de correr (en forma escalonada) su retiro en cinco años. Pero tenía claro que de otra manera el país enfrentaría una durísima situación sin salida.
Lo lógico sería pensar que el irrefutable rechazo a la propuesta sindical, será un alivio para el gobierno que preside Yamandú Orsi. Ese rechazo, les resolvió un problema. Los votantes le sacaron las castañas del fuego.
Pero no todos los sectores del Frente valoran de la misma manera un pronunciamiento popular. No saben perder, con lo cual pese a ser “cosa juzgada”, vuelven a poner el tema sobre la mesa.
Esa es la actitud que mostró el ministro de Trabajo Juan Castillo al insistir en que un debate ya saldado, debía ser discutido otra vez. Y lo hará una y otra vez, tome el tiempo que tome, hasta salirse con la suya. Ya sabemos, Castillo es un comunista ortodoxo. El respeto a la opinión ajena, aún siendo mayoritaria, no es lo suyo.
Ahora algunos buscan “un gran diálogo nacional” para modificar la ley vigente. Olvidan que siendo presidente, Luis Lacalle Pou concurrió a la sede del Frente Amplio a entregar el proyecto de ley, porque quería que el texto se sometiera a una discusión que abarcara a todos. Recordaba que tanto Danilo Astori como el propio José Mujica habían dicho que era ineludible una reforma que pasara por la edad de retiro. Lo recordaba Lacalle, no el resto del Frente y ante la posibilidad de un dialogo, el Frente lo rechazó.
Pero ahora sí lo quiere. Es que en el concepto frentista, lo del “dialogo nacional” es que además de los partidos (que nos representan a todos) participen las organizaciones sociales, buena parte de las cuales, con apariencia de ser “la sociedad civil”, son extensiones de la izquierda, en especial del Partido Comunista.
De ese modo multiplican su representación. Hablan y presionan como partido y también lo hacen desde los sindicatos y otras organizaciones, con lo cual la voz de un único partido se multiplica varias veces.
Eso no es diálogo, es una forma solapada de imponer su voluntad contra la mayoría genuina. Es darle apariencia democrática a algo que no lo es.
¿Todo para qué? Para crearle un problema al gobierno que en el momento de asumir no lo tenía. Lo que Castillo quiere es retroceder sobre la base de un principio que es muy común en ciertos políticos de izquierda: proponer soluciones que necesitan dinero que no hay.
La nueva ministra de Vivienda dio muestra de ese desprecio a la realidad. Dijo que gastaría dinero hasta acabarlo y que cuando se quedara sin el, iría a golpear la puerta del ministro de Economía.
La respuesta lógica del ministro será que espere hasta votarse la próxima Rendición de Cuentas. Al igual que Castillo, largan propuestas que saben que no pueden cumplirse.
No es lo mismo hacer política de alto nivel que hacer demagogia. Y no es lo mismo hacer demagogia que caer en la bobada lisa y llana.