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Nuevo modelo económico

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Ayer la ministra Azucena Arbeleche junto a jerarcas del Ministerio de Economía y Finanzas concurrió al tradicional foro de ACDE para realizar una presentación centrada en destacar los aspectos por los que desde marzo de 2020 nuestro país comenzó a transitar un nuevo modelo económico. Un nuevo modelo de desarrollo podríamos decir, enfocado en las personas antes que en los planes y la burocracia, en la evidencia antes que en el prejuicio ideológico y en los resultados antes que en los discursos vacíos. Vale la pena repasar los argumentos de Arbeleche para comprobar que no le faltan razones para argumentar que el cambio de 2020 fue trascendental y positivo.

Uno de los cambios más relevante, y el primero que presentó Azucena Arbeleche, fue respecto a la política fiscal. Mientras que en el gobierno anterior el incremento del gasto público superaba al aumento de los ingresos del Estado y la diferencia se cubría con ajustes fiscales que se traducían en aumento de impuestos, del déficit fiscal y de la deuda, con el nuevo gobierno la situación se revirtió. En efecto, en el gobierno anterior los ingresos públicos crecieron 0,7 puntos porcentuales (pp) mientras que el gasto creció 2,5 pp. En el gobierno actual los ingresos crecieron 0,9 pp el gasto 0,3 pp, lo que se tradujo en una mejora general de los indicadores fiscales luego de la pandemia, la mejora en la calificación crediticia del país, el menor riesgo país de nuestra historia y las emisiones de deuda a menores tasas que se recuerden.

Un quiebre fundamental respecto al pasado fue que por primera vez en mucho tiempo se redujo la presión fiscal sobre la población. Mientras que con los gobierno del Frente Amplio se incrementó sustancialmente la carga del Estado sobre los uruguayos, primero con una reforma tributaria estatista que pesó fuertemente sobre los trabajadores y luego con sucesivos incrementos de impuestos como el IRPF y de creación y luego aumento de otros como el IASS o la tasa consular, lo cierto es que cada vez menos dinero quedaba en los bolsillos de la gente y más iba a parar a una burocracia insaciable que no paraba de crecer.

En el gobierno actual se fue por el camino inverso. Sin dejar de invertir todo lo necesario en la pandemia, en la educación, vivienda y planes sociales (las transferencias sociales fueron claramente mayores que en el gobierno anterior), se bajaron impuestos a trabajadores, jubilados y las micro y pequeñas empresas, comenzando un nuevo camino que debe continuar en que los impuestos bajen en vez de subir.

Otro aspecto que demuestra que hoy tenemos un Estado más eficiente y al servicio del país es la inversión pública, especialmente la vial. En 2023 se ejecutaron más de 1.000 millones de dólares en esta materia, mientras que en 2019 se ejecutaron 481 millones, menos de la mitad. Todos somos testigos de la revolución que se está viviendo en todo el país con obras de infraestructura que cambian la vida de la gente, mejoran su seguridad y reducen costos y tiempos.

La política laboral es otro punto alto, en claro contraste con lo que fueron los gobiernos del Frente Amplio. Mientras que en el gobierno anterior se destruyeron unos 52.600 puestos de trabajo en el actual se crearon unos 76.100. La razón es clara, mientras que en los gobiernos anteriores existió una extraordinaria descoordinación entre los distintos componentes de la política económica y una brutal desconexión entre la productividad del trabajo y los incrementos salariales, en el actual se generó un círculo virtuoso de captación de inversiones con incentivos claros, crecimiento económico, creación de empleo e incremento del salario real. Hoy los uruguayos están mejor que en 2019 en todos estos aspectos y esa realidad se siente día a día en la vida real de las personas.

Si a eso se suma una exitosa política monetaria que ha logrado un descenso importante de la inflación desde los mediocres niveles de 8% a que nos habían acostumbrado Bergara y compañía, vemos que los trabajadores, los jubilados y los pensionistas ganan día a día capacidad de compra y mejora su nivel de vida. Hoy tenemos una inflación del 3,8%, por primera vez en mucho tiempo una cifra aceptable en términos internacionales, de enorme impacto de corto y largo plazo para el país.

Todo lo anterior, sumado a las reformas estructurales en muchas áreas conforman indudablemente un nuevo modelo de desarrollo que nos pone camino al nivel de vida que los uruguayos requieren y merecen. En definitiva, un gran logro en tan poco tiempo y con tantas crisis en el camino.

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