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Los medios y los discriminados

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Se puso de moda, en estos tiempos, que dirigentes de la oposición frenteamplista se quejen a voz en cuello por la cobertura sesgada de algunos medios. Según ellos, eso los perjudica y discrimina.

El problema de esta queja es que en medio de la pandemia y del confinamiento, la gente tiene más tiempo para leer medios (impresos o en internet) o ver y escuchar noticieros, programas periodísticos y de entretenimiento que abordan temas de actualidad. Por lo tanto es fácil contrastar la queja con la realidad.

Y el contraste desmiente lo que dicen estos quejosos. Es más, hasta alimentaría la posición contraria con gente que asegura que los medios cubren las noticias con un sesgo favorable al Frente Amplio y no al gobierno.

Por algo los periodistas suelen decir, con mucho de intuición y poco de ciencia, que si todas las partes se quejan por igual, quiere decir que están bien rumbeados en cómo hacen su trabajo.

Las protestas empezaron con las primeras conferencias de prensa del presidente Luis Alberto Lacalle, cuando se decretó la emergencia sanitaria. Si bien en esas conferencias el presidente se sometía a las preguntas de los periodistas (una práctica abandonada en años anteriores), desde la oposición muchos entendieron que el presidente monopolizó la atención de los periodistas.

No repararon que también se consultaba a dirigentes frentistas como el entonces presidente del Frente Amplio Javier Miranda, o que ante las consecuencias laborales de la emergencia sanitaria los medios le dieron mucho espacio a dirigentes sindicales y en especial al presidente del Pit-Cnt, Fernando Pereira. Era obvio que estos protagonistas debían tener su tiempo. Lo que decían y hacían era noticia, como también era noticia lo que decía y hacía el presidente.

En medio de la pandemia, la gente tiene más tiempo para leer medios, o ver y escuchar noticieros, programas periodísticos y de entretenimiento que abordan temas de actualidad. Por lo tanto es fácil contrastar la queja con la realidad.

La militancia se expresó con dureza en las redes contra un popular programa de entrevistas hechas durante el almuerzo, porque invitó a la candidata montevideana a la Intendencia Laura Raffo, y a su asesor el alcalde Andrés Abt. Casi de inmediato tuvieron que tragarse sus palabras porque en el siguiente programa, su conductor Sergio Puglia, con el mismo tono amable de siempre, invitó al candidato frentista Álvaro Villar, al economista Jorge Polgar y al exintendente Mariano Arana.

Era obvio que iba a pasar. A dos meses de las elecciones departamentales, lo natural era que fuera llevando de a uno a los diferentes candidatos para exponer sus posiciones. Y así empezó a ocurrir.

Hace apenas dos domingos, en este mismo diario salieron a pocas páginas una de la otra, una entrevista a Fernando Amado, socio del Frente Amplio, y otra a Mariano Arana. ¿De qué están hablando, entonces, los que se quejan de ser excluidos?

El expresidente José Mujica es uno de los protestones. Ya no tiene nada interesante o de valor que decir y sin embargo sus frases se recogen semana a semana como si fueran la verdad revelada. Ante tanta generosidad, sus quejas sobran.

Más allá de medios explícitamente izquierdistas, que los hay, la sensibilidad popular le endilga sesgos a otros que quizás ni siquiera tengan. Para el gran público uno de los canales de televisión se inclina mucho hacia el Frente Amplio. Es una percepción popular (no necesariamente quiere decir que así sea) que va en la dirección contraria a la de los reproches frentistas.

También hay una percepción de que una publicación capitalina le cede espacio valioso a Mujica. Así lo siente alguna gente, aunque tal vez exagere. De todos modos, eso debería obligar al expresidente a moderar sus reproches.

No corren tiempos fáciles para los medios. Les es difícil adaptarse a los acelerados cambios tecnológicos y para colmo, la pandemia pegó duro a una actividad debilitada. Lo cual es paradójico ya que en un momento de mayor demanda de información, el repliegue de la actividad económica afectó a la publicidad.

En este complicado contexto, desde hace tiempo las redacciones y estudios cuentan con un reducido plantel que hace un redoblado esfuerzo para buscar la información en tiempos en que el confinamiento complica la tarea. Trabajar desde la casa y mantener la distancia dificulta el acceso a fuentes y el saludable intercambio de ideas y datos que alienta una sala de redacción.

Verlos trabajar hoy con tantas dificultades, debería provocarnos admiración y respeto.

Las protestas de algunos frentistas pues, se refieren a algo que no es cierto, que la población no percibe, que es injusto y que agravia a tantos periodistas empeñados en ejercer su profesión de la mejor manera posible.

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