La transformación de la mente moderna

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Una de las consecuencias menos previsibles de los ataques terroristas contra Israel del 7 de octubre del año pasado, fue el resurgimiento de un fortísimo antisemitismo en Occidente aliado a posiciones identitarias izquierdistas sometidas al influjo de la ideología “woke”, sobre todo en el mundo académico y universitario de Estados Unidos (EEUU).

El asunto es de la mayor importancia porque refiere a los lugares en los que se educan las futuras élites occidentales. Sin embargo, más allá de que resulte tan llamativa como insoportable esta normalización de posiciones antisemitas escondidas tras consignas tercermundistas, antipatriarcales, antiimperialistas y antirracistas, la verdad es que el ambiente de intolerancia izquierdista- woke del mundo universitario estadounidense no es para nada nuevo.

Hubo un excelente libro de los investigadores estadounidenses Haidt y Lukianoff publicado originalmente en 2018, y cuya traducción al castellano data de 2019: “La transformación de la mente moderna: cómo las buenas intenciones y las malas ideas están condenando a una generación al fracaso”. Allí ya se denunciaba esta particular situación que explotó al mundo en 2023. En su introducción a la edición española, los autores hablan de una especie de “infección intelectual” originada en EEUU que consiste en “tres terribles ideas: lo que no te mata te hace más débil, confía siempre en tus sentimientos, y la vida es una batalla entre las buenas personas y las malvadas”.

Toda la investigación y las descripciones que hicieron Haidt y Lukianoff valen realmente la pena, porque mostraron que hace cerca ya de una década que el principal país del mundo sufre un problema cultural muy grave. Pero la tragedia que vivió Israel mostró hasta qué punto las consecuencias de esa “infección intelectual” pueden extenderse a otros campos de la sociedad. En efecto, la torpeza y falta de sentido crítico, por ejemplo, con el que parte del mundo estudiantil, en EEUU pero también en el mundo occidental entero, tomaron como propias las consignas pro- terroristas de Hamas, deben causar estupor.

Desde el cántico de “Palestina libre desde río hasta el mar”, que supone implícitamente terminar con Israel; pasando por la extensión semántica de un concepto tan grave y connotado históricamente como el de genocidio para describir la acción de Israel en Palestina; siguiendo por la afirmación convencida del a priori intelectual según el cual Israel representaría algo así como un colonialismo blanco en tierras ancestralmente árabes; y terminando con la justificación de acciones terroristas a partir del principio de resistencia a la opresión racista que ejercería Israel, en estos meses hemos asistido a un conjunto inigualable de estupideces, medias verdades, simplificaciones y argumentaciones ignorantes y sesgadas de parte de estudiantes -y profesores, por cierto- de principales y renombrados centros de estudios universitarios del mundo occidental que, todos, dieron así una palpable muestra de una decadencia intelectual gravísima, esa que da razón a Haidt y Lukianoff cuando en 2018 señalaron que se estaba llevando a una generación “al fracaso”.

Es cierto que la audacia e impunidad con la que actuó el mundo universitario fue tal, que la preocupación llegó a extenderse a las áreas empresarial, política y social de manera de obligarlas a tomar cartas en el asunto. A raíz de estas manifestaciones universitarias totalitarias, hubo empresas que quitaron apoyos a las universidades concernidas; hubo reacciones importantes en el Congreso de EEUU para llamar a responsabilidad acerca de la educación que está recibiendo la élite de ese país; y hubo diversos grupos de presión y actores del campo social y periodístico que denunciaron una deriva completamente equivocada sobre lo que está ocurriendo con las nuevas generaciones.

El gran temor, claro está, es estar llegando demasiado tarde a enmendar la plana. Primero, porque lo que denunciaron Haidt y Lukianoff viene ocurriendo al menos desde 2015. Segundo, porque los enemigos de Occidente, que son numerosos, ven grandes ventajas en que las elites llamadas a liderar a esta civilización señera en la Historia de la humanidad muestren semejante nivel de adoctrinamiento propagandístico y de analfabetismo intelectual y conceptual. Y tercero, porque el cambio que se precisa es tan grande para revertir el camino emprendido que implementarlo se hace muy difícil.

“La transformación de la mente moderna”: el año 2023 nos dejó una ilustración de su enorme fracaso.

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