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La observación del ministro de Educación y Cultura Pablo da Silveira no podía ser más certera: “se ha creado una industria del escándalo político”.
En el mismo momento en que el gobierno avanza decididamente en la concreción de lo que serán dos saltos cualitativos para el país (el TLC con China y el proyecto de reforma previsional), la oposición sigue buscando con lupa cualquier detalle de la gestión que sirva para amplificar, distorsionar y generar un pequeño circo mediático.
Últimamente fue la intervención a Villa Española, una simple medida administrativa a la que se intentó vender poco menos que como un desborde autoritario. Ahora que esa casa se está poniendo en orden con un representante del MEC que dialoga con todas las partes, nadie dice nada más. El Frente Amplio debió buscar nuevos temas conque agitar su despistada revuelta contra el gobierno.
Luego del papelón de haber salido a hacer declaraciones altisonantes rechazando el proyecto de TLC con China (la intendenta Cosse llegó a calificarlo como una “masacre” y los Pereira y Abdala de siempre lo criticaron, cuando en los gobiernos anteriores lo habían aplaudido), encontraron otro asunto baladí para cambiar de tema nuevamente.
Se trata de un borrador de documento del Consejo de Formación en Educación de ANEP, donde se transcriben textos preexistentes sin citar autoría. No fue más que una omisión que se deslizó en un primer borrador y que puede y debe ser enmendada cuando se arribe al documento final. Pero fue gracioso ver a ciertos medios de izquierda titulando con la palabra “plagio” en letras catástrofe, entre ellos al informativo de la inefable TV Ciudad, cuyo proselitismo pueril lo financiamos todos los montevideanos, incluidos quienes votamos a este gobierno. (Si vamos a hablar de plagio, antes de denunciarlo por un borrador de trabajo incorrectamente escrito, habría que recordar aquellos artículos políticos firmados y publicados por el expresidente Tabaré Vázquez allá por 1997, que contenían párrafos enteros levantados de otros autores sin la correspondiente cita, tal como fue denunciado en esa época por el semanario Búsqueda).
Sería cómodo seguir pateando la pelota para adelante con la reforma de la seguridad social, como hizo el ex ministro Astori, cuando declaró allá por 2018 que “tendrá que encararla el próximo gobierno”.
Con iracundia digna de mejor causa, la bancada del Frente Amplio citó al ministro da Silveira, cuya cartera nada tiene que ver con el problema suscitado: “voy a ir, por supuesto”, declaró el jerarca. “Pero los senadores que me convocan saben perfectamente que no tiene ningún sentido que el ministro de Educación esté ahí, porque eso es un problema de ANEP que tiene que procesar y manejar ANEP. Si el ministro de Educación quisiera decir algo al respecto, estaría violando la autonomía de ANEP”.
Pero ya se sabe que para la oposición, cualquier monedita sirve. Y la industria del escándalo seguirá lanzando productos cada vez más estrambóticos, con tal de sembrar desconfianza en una ciudadanía que percibe los esfuerzos serios y persistentes del gobierno por cambiar el desastre heredado de las pasadas administraciones.
La gente se da cuenta de que Lacalle Pou no tiene la menor intención de flotar como un corcho, ni de limitarse a administrar la realidad actual sin hacer olas. Comprende perfectamente que hay un gobierno con voluntad de cambio, que no teme a los costos políticos y que está dejando su impronta responsable en la transformación educativa, en la política de seguridad, en el abatimiento de la pobreza y la creación de nuevos puestos de trabajo. Sería cómodo seguir pateando la pelota para adelante con la reforma de la seguridad social, como hizo el ex ministro Astori, cuando declaró allá por 2018 que “tendrá que encararla el próximo gobierno”. Pero aquí estamos: con un proyecto hecho por un conjunto de técnicos que dará más equidad y sustentabilidad al sistema (donde el FA participó pero su aportación fue nula), y un gobierno que no teme al costo político frente a lo que será una casi segura embestida del contubernio político-sindical del FA y el Pit-Cnt. En este sentido, el escenario no es nada diferente al que vivimos en los años 2020 y 2021, durante la emergencia sanitaria. Allí el gobierno fue proactivo y la oposición solo se limitó a protestar, caceroleando por cuarentena obligatoria y proclamando con repugnante demagogia que había muertes evitables.
Son evidencias que acentúan la necesidad de que la coalición republicana permanezca unida y fortalecida. Ya es mucho más que una decisión de estrategia político-electoral: es un esencial reaseguro de continuidad de los cambios, en beneficio del país y su gente.