La independencia de Grecia

EL historiador Glotz dijo una vez: "Fuera de las ciegas fuerzas de la naturaleza, nada se mueve en este mundo que no tenga su origen, o un punto de referencia importante, en la acción o en el pensamiento de los antiguos helenos". Expresaba así Glotz su admiración absoluta por los logros alcanzados por los habitantes de las pequeñas y dinámicas polis de la Hélade continental e insular.

En efecto, siempre hay un nombre helénico en las raíces de cualquier movimiento filosófico o político, en cualquier tipo de manifestación literaria, en la base de muchos idiomas, en los criterios de belleza, en el profundo significado de los mitos y, aun, en la percepción de que el universo se compone de átomos. Es indescriptible el asombro que provocan la madurez y originalidad de esos hombres que vivieron como nosotros pero que nos dejaron tan tremendo legado. Poblando un territorio sumamente montañoso, con extensas costas y numerosas islas, el pueblo helénico tuvo que compensar la escasez de sus recursos naturales con su incesante aventura en el mar. Así, fue pescador, comerciante y colonizador.

PRIMERO el Egeo, luego el Mediterráneo en toda su extensión, conocieron su afán incansable por abrir nuevos rumbos, lo cual parece ser una constante en la historia helénica.

"La pobreza fue la hermana de leche de Grecia", pero fue, también, la impulsora de su genio. Porque, ¿de qué otra manera hay que interpretar sus invalorables aportes a la cultura universal si no es acudiendo a la tesis de que se trata de un milagro, del milagro griego? Parafraseando a Churchill, habría que decir que nunca un pueblo, con tan pocos recursos materiales en su haber, hizo tanto por la humanidad.

A lo largo de su historia, fue dominada por macedonios, romanos, bizantinos y otomanos. No obstante, fue incesante su lucha por liberarse, en particular, la llevada a cabo contra la ocupación turca: luego de la rebelión general de 1821, la independencia es declarada en el Congreso de Epidauro (1822) y convertida en realidad, finalmente, en 1829.

Desde ese entonces, el pueblo de Homero, Pericles, Fidias y Aristóteles sufrió los vaivenes propios de los S. XIX y XX: instauró una monarquía de origen foráneo, conoció el dolor de las guerras civiles, dictaduras militares, el padecimiento de la ocupación nazifascista, disturbios por doquier, hambre y persecuciones, hasta que, en 1973, se establece la república y en 1975 una nueva Constitución.

PERO los enfrentamientos no cesan —ahora son entre realistas y comunistas, entre chipriotas griegos y chipriotas turcos (que condujeron a la división de la isla) y entre el gobierno y la poderosa iglesia ortodoxa— y pautan un período turbulento que, sin embargo, en el plano internacional, permite a Grecia convertirse en un miembro pleno de la Comunidad Económica Europea y, luego, de la Unión Europea.

Hoy en día, con su democracia estabilizada, Grecia actúa responsablemente en la conflictiva península balcánica. Con sus más de 13.000 Kms. de costas continentales e insulares sigue abriendo sus brazos al mundo y, muy pronto, en este mismo año, recibirá, con dignidad y entusiasmo, con orgullo y con amistad, a los representantes del deporte mundial y a los millones de turistas que habrán de convocar las Olimpíadas de Atenas. Podrá recordarse, entonces, la viejísima lección que esos juegos panhelénicos han dado al mundo: desde el año 776 A.C., en que aparecen los primeros registros, hasta el año 393 D.C., en que el emperador Teodosio los prohibió por ser paganos, es decir, a lo largo de un milenio nadie levantaba sus armas contra nadie en el territorio griego durante los cinco días que duraban los Juegos. Era una sincera expresión de fraternidad y de paz a través del deporte.

AL conmemorarse este mes el 183er aniversario de la independencia de la República Helénica, rendimos nuestro homenaje de admiración y de simpatía hacia su pasado glorioso que es factor principalísimo de nuestra civilización occidental. Y hacemos votos para que la paz y la prosperidad acompañen su destino.

Ir al fondo y no al frente

Hace tiempo que UTE y Antel se vienen lamentando de las enormes sumas de dinero que pierden y de los perjuicios que se les causa con el robo de cables.

El Ministerio del Interior, por su parte, cada tanto tiempo difunde la cantidad de kilos recuperados y el nombre de algunos responsables del hurto que fueron localizados.

Ese es el frente del tema.

Lo que hay que localizar, sin embargo, es a quienes le compran a esos delincuentes el bronce de los cables, el de los números de algunas casas e incluso el de bustos, —como el del Presidente Roosevelt que fue robado del Parque que lleva su nombre—, ya que los ladrones no se llevan el bronce para comer sino para vender.

Cuando se empiecen a procesar y localizar los cómplices, ya sean personas o empresas, UTE y Antel dejarán de estar preocupados.

Si se corta la vía de salida, pues, va a desaparecer el problema, por lo que es allí donde debe atacarse.

Ese es el fondo.

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