Fisuras del sistema

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Cuando quienes están ya retirados de su vida laboral, cobran su jubilación, suponen que lo que reciben es una devolución del dinero que aportaron durante toda una vida. No es tan así con los que tienen sus jubilaciones “topeadas” (y por lo tanto cobran menos de los que corresponde). Sienten, con razón, que se les aplicó el implacable rasero uruguayo. Aunque hayan trabajado y aportado más, se les pone un techo.

Por cierto, lo de tope no es válido para todas las “cajas”. Existe en la de Industria y Comercio y en otras, pero no en todas. Hay jubilados con coronita. Un informe publicado la semana pasada en El País, muestra que si bien según las cuentas que hace el jubilado, está recibiendo lo que aportó, no es así.

Como el dinero no alcanza, el Estado debe cubrir el bache con lo que recauda de otros impuestos. Por eso fue necesaria la reforma jubilatoria, corriendo de 60 a 65 años la edad de retiro. Y por eso, un porcentaje alto de uruguayos rechazó el plebiscito sindical con lo cual se mantuvo la ley.

El informe explica lo que en el fondo todos los uruguayos saben. Una parte de los recursos usados para pagar esas jubilaciones viene de lo recaudado por otros impuestos. Sin duda, de no haberse hecho la reforma de 1995 (cuando se crearon las AFAP), la situación hoy sería aún peor. Y de no haberse aprobado la actual ley, el futuro prometía ser aún más negro. Por eso, revisar lo que la ciudadanía ya laudó en la consulta popular, es un imperdonable acto de irresponsabilidad.

Efectivamente, una parte del IVA y del IASS y otros recursos del Estado, van al BPS para pagar las jubilaciones. Según lo que dice el mencionado informe con datos del Banco Mundial de 2018, el financiamiento de la seguridad social se compone en un 52% de aportes patronales y personales, un 28% de los impuestos mencionados y además hay una asistencia financiera del 19%.

No es fácil pedirle a un jubilado que entienda por qué, si aportó toda la vida en tiempo y forma, le recuerden que una parte importante de lo que cobra viene de otras fuentes, no de su ahorro. Si cumplió, ¿por qué debe sentirse “sostenido” por la beneficencia del Estado?

Debe ser insultante saber que con lo cobrado por la jubilación, al comprar algo y aplicársele el IVA (por lo general de un 22%), parte de ese impuesto vuelve al BPS. Le dan el dinero, y cuando consume se lo sacan con el IVA para volver a dárselo con el pago del mes siguiente. Es un ciclo muy absurdo, realmente vicioso.

Eso explica por qué al crearse el IRPF, el IVA nunca bajó. En países donde existen impuestos a la renta o simulares, el IVA oscila entre el 6 y el 9%.

Lo mismo pasa con el IASS, un impuesto que nunca debió existir por cuanto lo que se cobra por jubilación no es más que la devolución de lo aportado con sueldos de toda una vida, que ya pagaron los impuestos existentes en cada época, incluido el IRPF. El efecto es el mismo que con el IVA. Se le cobra al jubilado para luego volver a volcarlo a las cajas del BPS… de donde salió.

Para colmo si el jubilado estuvo en una AFAP o si cobra en más de una caja, la forma en que se retiene dicho impuesto exige trámites y estar atento a que efectivamente se haya pagado, si no vienen las moras y las multas.

Una persona recién jubilada con 65 años puede seguir el papeleo que eso requiere, aunque a esa altura lo único que quiere es cobrar con todo ya descontado y no hacerse más problema.

Las dificultades vienen después, cuando el jubilado con otra edad necesita más cuidados, vive en un residencial, o no está tan atento a esos detalles. ¿Cómo y quién se encarga de estar al día para evitarse un sorpresivo disgusto? Tras que le cobran el IASS, además lo complican cruelmente con el papeleo cuando no está en edad de atenderlo.

Parte de este desaguisado está en las fisuras que tiene el sistema: los que llevan testigos para confirmar que trabajaron años en determinado lugar, pese a que en el BPS no figura aporte alguno. La antigüedad da lugar a la jubilación, aunque el monto sea menor. Y hay mecanismos peores que llevan a un drenaje interno de dinero.

El informe de El País es oportuno y ayuda a recordar que si el gobierno pasado asumió la responsabilidad de hacer una reforma imprescindible, fue para evitar que lo que hoy ocurre se agudice mañana. Así lo entendió parte de la oposición de entonces. En otros predominó una alarmante frivolidad. Creyeron que con una consulta echaban todo para atrás pero la ciudadanía mostró una impecable madurez.

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