La inauguración de la sede de las escuelas de formación artística del Sodre marca un nuevo hito de la gestión del gobierno, a escasos días de concluir su mandato.
Se trata de una aspiración que atravesó las últimas décadas y al fin fue concretada en este período, con una inversión cercana a los 2 millones de dólares, mayormente proporcionada por la Dirección Nacional de Educación del Ministerio de Educación y Cultura.
La sede se encuentra a la vuelta del Auditorio Nacional Dra. Adela Reta, en el viejo edificio del INDA ubicado en la calle Uruguay esquina Andes, que durante años estuvo en estado de abandono. La remodelación fue especialmente diseñada para albergar las escuelas de danza, canto lírico y formación de docentes de educación artística, con diversas aulas y servicios. También dará espacio a los tres elencos juveniles del Sodre, de ballet, danza folclórica y contemporánea, que usufructuarán sus dos salones de danza de gran tamaño
Es una noticia relevante para la democratización de la cultura, porque estas escuelas imparten educación artística de excelencia en forma totalmente gratuita, convocando actualmente a más de 500 estudiantes de todo el país y más de 150 docentes. Se produce en el marco de una acción sostenida del ministerio conducido por Pablo da Silveira, para enaltecer este semillero de talentos que se integrará a los elencos públicos e independientes de todo el país, con proyección internacional.
“Este es el resultado de una administración que cree en el apoyo del Estado a la cultura y el arte”, declaró el ministro, haciendo por un lado un mentís a una izquierda que se cree dueña de estas áreas sensibles de la vida nacional, y por el otro poniendo en su lugar a los bárbaros que desprecian el apoyo estatal a tales expresiones.
La cultura no es ni un adorno, ni un accesorio irrelevante. Es un activo fundamental de la sociedad, en la medida en que se la apoye de manera pluralista y respetuosa tanto de la tradición como de la vanguardia. Renegar de hacerlo equivale a cuestionar una voluntad de promoción cultural que distinguió a la sociedad uruguaya desde Dámaso Antonio Larrañaga hasta inolvidables impulsores recientes como Antonio Mercader, Jaime Yavitz, Roberto Jones y Tomás Lowy.
El ministro da Silveira ha continuado ese sendero de excelencia con una gestión educativa y cultural a la que no le tembló la mano en modificar las inercias de las pasadas administraciones frenteamplistas. Esto se vio en la separación de los representantes sindicales de los órganos de conducción educativos, una medida que el gobierno entrante va a reimplantar, con lo que lamentablemente volverá a estancar al cambio educativo en un fango de reclamos corporativos y conservadurismo.
La fuerza transformadora del ministro se vio también en el otorgamiento de estatus universitario a las carreras de formación artística del Sodre y la iniciativa denominada “Docente Acreditado”, que con toda justicia otorga reconocimiento universitario a miles de docentes que hasta ahora se limitaban a tener un título terciario.
El ministro entrante José Carlos Mahía ya ha anunciado que echará ese proyecto para atrás, en perjuicio de otros miles de profesores que, con la acreditación, hubieran podido acceder a carreras de posgrado para el perfeccionamiento de sus saberes.
Es un buen punto de comparación entre el talante liberal de la Coalición Republicana y el conservadurismo del Frente Amplio. Los primeros, siempre del lado de la libertad y la superación personal. Los segundos, siempre a favor de un estatismo que ahogue la iniciativa de la gente.
La diferencia puede verse también en la medida más reciente adoptada por da Silveira, consistente en liberar a las universidades privadas de las autorizaciones burocráticas ministeriales, consolidando así una libertad de enseñanza que es condición fundamental de las sociedades abiertas.
En todas las diferencias enumeradas, se da una curiosa paradoja.
Quienes dicen protagonizar el apoyo a la cultura uruguaya (aquel famoso “si sos artista, tenés que votar al FA”) terminan enredados en discusiones bizantinas y escasos resultados concretos. Basta recordar al sindicato de funcionarios del Sodre rechazando categóricamente la designación de una jerarquía del nuevo gobierno, mientras trabajó en forma armónica con las autoridades salientes.
Hoy, ese mismo sindicato celebra en comunicado público la apertura de las Escuelas del Sodre, poniendo en claro de qué lado están quienes alientan el desarrollo cultural y de qué lado los que lo trancan.