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Campaña de la izquierda

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Desde la campaña electoral del 2019 hay un discurso extendido en la izquierda que sostiene que un gobierno de Lacalle Pou apoyado en los partidos de la Coalición Republicana (CR) solo puede ser autoritario, poco democrático y contrario a los intereses del pueblo.

Es una campaña que ha ido tomando diversas formas y que también se ha preocupado por ganar terreno a nivel internacional. Un ejemplo de esto son las declaraciones de la semana pasada a un medio digital capitalino de la ex presidente Dilma Rousseff de Brasil, que señaló que existe una “onda conservadora” en América Latina, de la que forma parte el gobierno de la CR, caracterizada por gobiernos que no tienen compromiso con la “desigualdad, el crecimiento económico y la democracia”.

Se trata de una mentira descomunal. En cuanto a la desigualdad, el índice de Gini de 2021 fue de 0,386, similar al de 2015 -año de inicio de la segunda presidencia de Vázquez-, y apenas superior al de 2019. No hay pues un gobierno que desatienda la desigualdad. En cuanto al crecimiento económico, los datos son de una fuerte recuperación postpandemia, que implica que estemos ya superando el PIB de arranque de 2020 cuando llegó la CR al poder. Y en cuanto a la democracia, Uruguay está dentro de las más destacadas del mundo, y fue de los países que mejor respetó las garantías individuales más preciadas en tiempos de restricciones sociales y políticas como consecuencia de la pandemia internacional.

Lo que caracteriza así a esta campaña de la izquierda es el total desparpajo con el cual se afirman las mentiras más inauditas, con el objetivo político de hacer calzar la descripción de la realidad con el prejuicio zurdo que solo acepta concebir a este gobierno de Lacalle Pou como autoritario y antipopular.

Pretende desprestigiar al gobierno para sembrar el campo de su pretendido triunfo electoral en 2024. En realidad, muestra un perfil antipatriótico, el mismo que exhortó a cacerolazos en la pandemia.

En cuanto al autoritarismo, las maniobras izquierdistas son conocidas. Se iniciaron con una campaña de temor hacia el partido Cabildo Abierto (CA), calificado de extrema derecha y poco democrático. Cuando eso no funcionó porque en lo esencial CA siempre se alineó con las principales medidas de la CR, y porque puso en el gobierno a uno de los principales ministros del gabinete con enorme exposición en tiempos de pandemia como fue Daniel Salinas, la emprendieron contra la policía.

La campaña antipolicía incluyó todo tipo de calumnias hacia su labor, denunciando excesos represivos que luego resultaron completamente inventados: fue notorio, por ejemplo, el episodio de fines de 2020 de denuncia de represión en la plaza Líber Seregni de Montevideo, que estuvo a punto de generar una interpelación al ministro del Interior y que no era más que un invento izquierdista.

Luego, la izquierda cambió de foco y pasó a denunciar autoritarismo del gobierno por causa del proceso de la Ley de Urgente Consideración: que había sido poco discutida y que contenía disposiciones de gatillo fácil y de autoritarismo estatal. Resultó, nuevamente, una vulgar campaña de calumnias y mentiras, ya que no solamente la ley se discutió ampliamente en el Parlamento, sino que además fue ratificada por el pueblo en los 135 artículos que fueron llevados a referéndum. Más base popular y democrática que eso, difícil encontrar.

Finalmente, la campaña de izquierda de la que notoriamente participan estas declaraciones de Rousseff pretende señalar al gobierno de la CR como antipopular. Nuevamente, los datos estadísticos más objetivos quitan toda argumentación verificable a esa afirmación de la izquierda: luego del pico de 2020, la pobreza viene bajando; el Estado protector con sus políticas sociales sigue bien presente, con un gasto social que no disminuye; y lo más importante que es el empleo y el salario para salir adelante, luego de la crisis de 2020, se vienen recuperando al punto de que hoy hay menos desocupados que al momento de recibir el gobierno la CR en marzo de 2020.

¿Qué gana la izquierda con tanta mentira nacional e internacional? Pretende desprestigiar al gobierno para sembrar el campo de su pretendido triunfo electoral de 2024. Pero en realidad muestra un perfil completamente antipatriótico: el mismo que incitó a toda la izquierda política y sindical, en plena gravedad de la pandemia, a promover cacerolazos y reuniones multitudinarias a pesar de que lo que se precisaba era conservar la calma social y apoyar un espíritu de unidad ante la calamidad sanitaria.

Es muy importante tener claro que toda esta campaña no cesará, sino que se agravará de cara a 2024. Infelizmente, la izquierda está empeñada en promover mentiras y calumnias sobre la realidad del país.

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