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Cambios en la vida cotidiana

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La evolución del Uruguay ha sido más lenta, sí, pero igualmente se verificaron cambios importantes. Estos muestran que vivimos una época distinta. Importa tenerlo presente cuando analizamos los cambios sociales de la actualidad.

Acostumbrados como estamos a vivir el día a día lleno de obligaciones y corriendo de un lado para el otro, perdemos de vista los importantes cambios que han ido modificando nuestra vida cotidiana desde hace pocas décadas y que además se han acelerado en los últimos años.

El fenómeno por supuesto que no es solamente uruguayo. Ese gran historiador inglés que es Niall Ferguson, en su libro "Civilización, Occidente y el resto", presenta algunos datos que dan muestra cabal de los cambios de la modernidad, y en particular del último medio siglo, en el nivel y tipo de vida cotidiana de algunos países occidentales.

Tomemos el ejemplo de la información instantánea que nos llega por diversas vías a nuestros celulares. Para las nuevas generaciones, esa rapidez seguramente no llame la atención. Pero como recuerda Ferguson, si tomamos la historia de la humanidad a lo largo de los siglos, en realidad esa aceleración es relativamente reciente y tuvo pasos previos muy importantes. El más relevante en esta hiperconexión mundial seguramente haya sido el que se diera a finales de la década de 1860, cuando se extendieron los cables submarinos que permitieron enviar, por ejemplo, telegramas desde Bombay a Londres.

Antes de 1870, una noticia grave que ocurriera en la India tardaba en llegar más de cuarenta días a la capital de Inglaterra, con las lógicas consecuencias que esa demora implicaba en materia de definición y aplicación de medidas de gobierno eficientes desde la capital del imperio. Ya con el telégrafo funcionando, una noticia importante generada en India no demoraba más de un día en llegar a Londres, lo que significó, entre otras cosas, una aceleración gigantesca en la definición y ejecución de políticas públicas.

Pero el cambio en la vida diaria no solamente ha referido a esta revolución en la rapidez de las comunicaciones que lleva siglo y medio de vigencia. También ha ocurrido sobre todo a nivel de ingresos de las personas y bienestar cotidiano. El desarrollo económico en estas décadas ha sido tan importante que a veces perdemos de vista su envergadura: por ejemplo, si se toma el nivel de ingreso de un inglés medio de 1860, su bisnieto logró ser nada menos que seis veces más rico un siglo más tarde.

Para esos mismos años 60 del siglo XX, Ferguson escribe que en Estados Unidos, el desarrollo del equipamiento de confort en el hogar ya era muy importante. En efecto, el 80% de los estadounidenses tenía en su casa electricidad, heladera, automóvil y teléfono, y casi la mitad de ellos ya poseía lavarropas. En 1989, cuando terminó la Guerra Fría, dos de cada tres estadounidenses tenían en sus casas todas estos bienes de equipamiento y además, aire acondicionado, secadora de ropa, televisión color, microondas y grabadoras de videocasetes (algo completamente vetusto hoy en día, pero de avanzada hace solo menos de 30 años atrás).

La evolución del Uruguay ha sido más lenta, sí, pero igualmente se verificaron cambios importantes, como por ejemplo acerca de dónde se compran desde los hogares los alimentos y artículos de limpieza y aseo. El protagonismo de los almacenes de barrio de mediados del siglo XX cedió el lugar a los supermercados: el primero se instaló en 1960 en Pocitos. Además, esos supermercados plantearon competencia a otros comercios barriales, como carnicerías, farmacias o ferreterías. Luego ellos, a su vez, vivieron la competencia de centros de compras más grandes como los shoppings centers que abrieron a partir de 1985, o como los hipermercados a partir de 1999. Hoy en día todos ellos sufren otro cambio importante: la competencia internacional de compras a través de internet en distintas partes del mundo.

También hubo cambios en otras dimensiones de la vida cotidiana: en el aumento de vehículos por hogar, por ejemplo, con el auge en esta década de venta de 0 kilómetros que ha alcanzado la impresionante cifra de cerca de 50.000 por año. Finalmente, la revolución en las comunicaciones. Parece mentira que hasta hace solo 20 años, costaba una enormidad poder hacerse de una línea de teléfono en el domicilio. A comienzos de los 70, había poco más de 200.000 teléfonos fijos; hacia el 2000, ya eran casi 1,4 millones en total. Los primeros celulares se lanzaron en 1991 y eran carísimos. Hoy en día hay más clientes con celulares que personas en Uruguay, y el precio del móvil es mucho más accesible.

Todos estos cambios muestran que vivimos una época distinta. Importa tenerlo presente cuando analizamos los cambios sociales del Uruguay.

EDITORIAL

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