Esteban Vicente | Montevideo
@|Con sentido común ni ofendo ni temo…
Parecido a las palabras de José G. Artigas, pero la libertad hoy día la manejan o los muy ricos o los muy dictadores.
El sentido común es más personal, más dúctil tanto frente a los poderosos como ante los débiles.
¿Qué ha sucedido en el último mes? Que fallecieron un Papa y un Pepe. ¿En qué nos concierne? En que se abren nuevas puertas al futuro. El nuevo Papa impondrá su pragmatismo mezcla de su educación en EE.UU. y sus vivencias en el interior peruano. Acá no hay Colegio Cardenalicio y no habrá un nuevo Pepe.
Y toda esa mística construida a través de tantos años de relato hemipléjico se irá desvaneciendo, mal le pese a sus seguidores. Su imaginaria lucha contra la dictadura de los años 1973 a 1984 se apagará, por su carencia de credibilidad. Todo ese mito de pobreza cuando entre el matrimonio percibían jubilaciones de unos veinte mil dólares mensuales. Quizás los verdaderamente desposeídos se tragaban la píldora, mientras recibían alguna migaja que pagamos entre todos a través de impuestos, tasas y una carestía incesante, llamada inflación.
Qué margen queda para que aparezca el menos común de los sentidos y la clase gobernante comience a virar el rumbo del inmenso “porta-contenedor” llamado Estado, repleto de funcionarios públicos, cuyo principal mérito es el de haber colaborado en juntar votos para su respectivo líder político y que obtienen su permanencia vitalicia en el cargo, sin que sea considerada su capacidad para ejercerlo.