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Mi San Carlos querido, ayer y hoy

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@|¿Dónde está el San Carlos que muchos conocimos? ¿Dónde están aquellas personas que lo impulsaban a progresar, que trabajaban y daban trabajo?

Había dos frigoríficos, fábricas de tejido y telar, molinos, curtiembre, talabartería, fábrica de muebles, fábrica de alfajores.

Recuerdo la fábrica Knorr Suiza, que cuando sonaba su sirena la calle Albariza parecía un camino de hormigas, todos los obreros a trabajar; y se hacían más de 80 productos. Los restaurantes: “Urbín” en la terminal de ONDA y “Grieco”. Dos cines, uno de ellos un hermoso teatro recientemente restaurado. Cuando sonaba la sirena del cine corríamos a la matiné de los domingos con toda la familia. Allí también se realizaban los grandes bailes de sociedad. Tenía su equipo y clubes de fútbol, canchas y clubes sociales.

Su emisora radial. Grandes tiendas con sastres que realizaban trajes a medida. De todos, algunos hoy subsisten.

La quinta Medina para las reuniones familiares en torno al parrillero y luego el paseo por el zoológico. Murgas en el teatro de verano, el tablado en la Plaza de la Cuchilla y el tradicional desfile de carnaval. Hasta teníamos personajes especiales (esos que nunca faltan en los pueblos). Julián y Yerba Sara eran pintorescos y queridos. Por supuesto también estaban los trabajadores independientes con sus pequeños servicios tan importantes: zapateros, tejedoras, costureras, bordadoras, sanitarios, electricistas, constructores y las empleadas domésticas que realizaban su trabajo sobre todo en la “temporada” con el que ayudaban sustancialmente a pasar el invierno.

El Liceo donde los profesores eran doctores, escribanos, abogados etc.; un centro educativo de alto nivel. La UTU donde con excelentes profesores se formaban técnicos de alta calidad.

No era un paraíso, era un lugar donde se trabajaba duro; ser pobre no era vergüenza pero robar sí.

La puerta no se cerraba y se dormía con las ventanas abiertas. Los niños jugaban en la vereda y a la vecina enferma se la visitaba con un plato de sopa calentito. A los padres y abuelos se los cuidaba en casa como nos habían cuidado de chicos ellos a nosotros.

Dos iglesias, una histórica y otra levantada por el pueblo realizando el sueño del padre Quintana, cura de esa época.

Hoy hay mucha gente honesta que vive y trabaja allí. Gente que se ve estigmatizada porque sólo se nombra a San Carlos como un centro de narcos, crímenes y robos. ¡Cómo debe de sangrar de pena el corazón de todos los que vivieron esas cosas lindas!; cuando ser carolino era un orgullo.

En la historia, los carolinos tienen fama de valientes, organizadores y emprendedores. Deberían reunirse y todos juntos luchar para levantar su ciudad.

¡Arriba carolinos, coraje, ustedes pueden!

Pero, por favor, ¡háganlo ya!

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