@| Sin lugar a dudas, salir a disfrutar los domingos se ha transformado en una cosa seria, con riesgo de vida.
Legítimamente, los ciudadanos tenemos derecho a pasar bien y disfrutar, más o menos así lo consagra la carta magna.
Pero, mueren personas por accidentes de tránsito.
Sería razonable preguntarse, ¿cuántas muertes tienen que suceder para que se declare una epidemia?
Si hay dengue o sarampión, se difunden centímetros e imágenes sobre ese riesgo, lo que está bien, y ¿sobre los accidentes de tránsito?
Fin de semana tras fin de semana mueren conciudadanos.
Hay demasiada impericia en la conducción de las personas en las rutas y calles y lo peor es la cantidad de gente que se piensa que sabe. Cambian de carril sin anunciar, en las rotondas cortan de vértice a vértice, invadiendo carriles como si nadie viniera detrás. Nadie mira el espejo, muy pocas personas respetan ir por derecha o izquierda, con lo cual se establecen una suerte de chicanas móviles y lentas en las rutas.
Y así alentados por la falta de pericia para resolver los que deberían ordenar, transforman la principal ruta entre Montevideo y Punta del Este, por ejemplo, en una 18 de julio con semáforos cada pocos kilómetros.
Hagan mejores calles paralelas, hagan pasos aéreos, si en un fin de semana de verano los peajes tienen una alta recaudación.
En Salinas hay un paso aéreo para peatones, un semáforo y a 80 m la Policía de Tránsito tiene que hacer un corte para que crucen las personas y escolares.
¿Cuándo se va a respetar a los contribuyentes?
Pero si algo faltaba, es la decisión de iluminar dicha ruta.
Asombrosamente, cortamos los árboles que están al costado de la ruta hace muchos años por ser un peligro, pero contra toda lógica o estudio de tránsito, sembramos columnas a 45 cm del asfalto, sí a 45 cm de la ruta en una buena cantidad.
Y las rampas de césped al medio de la ruta componen junto con los compatriotas que no respetan a los demás manejando, un combo increíble.
Una ruta como la Montevideo a Punta del Este, merece más carriles y seguridad.
Copiar no cuesta nada y deja un gran beneficio. Ejemplos a imitar son muros de hormigón, más seguros, más carriles y menos mantenimiento, por ende peajes más baratos.
A modo de ejemplo, en uno de esos países donde se transitan carreteras de cuatro carriles, perfectas, seguras, con pasos aéreos y no a nivel, se paga 120 pesos por hacer 300 kilómetros.
Acá y en las condiciones descriptas, se paga 420 pesos por hacer 280 kilómetros.