@|El pasado viernes 4 de marzo, fui objeto de una rapiña. Estaba abriendo la puerta de mi domicilio, parada en un segundo escalón, cuando, con la velocidad de un tsunami, alguien me tiró a la vereda desde ese segundo escalón y de espaldas. Di vuelta la cabeza y sólo pude ver parte de un casco verde.
Luego, por testigos, tomé conocimiento de que eran dos jovencitos en una moto que iba a contramano.
No habían pasado ni 5 minutos, cuando llegó un Cabo de la Seccional 10a que estaba patrullando la zona. Se encargó de todos los llamados (911 y ambulancia) y tuvo una actitud ejemplar; pendiente a cada momento de mi situación ya que tenía un dolor muy fuerte del golpe en la cabeza y otros.
Poco después, me dijo que ya habían identificado la moto por las cámaras y que estaba requerida.
Tuve mucha suerte, dadas las características del golpe.
Ello me lleva a reflexionar acerca de todos los que a diario son víctimas de rapiñas, robos y otros delitos. Sobre todo los perpetrados por jóvenes. Y pienso, ¿qué nos ha pasado como sociedad? ¿Cuánto ha cambiado, en este sentido, desde que comenzó el siglo?
Hasta entonces, los niños y adolescentes estudiaban, jugaban al fútbol en horas de descanso. Al finalizar el liceo o UTU, o iban a trabajar o seguían estudiando, formaban su familia y vivían una vida sana.
Pero ahora todo es diferente. En tan poco tiempo pasamos de los niveles educativos más altos en el Continente, a los más rezagados. De ser Montevideo la ciudad más segura en el 2000, a ser hoy de las más inseguras de la región.
¿Qué ha sucedido? El desmembramiento de la familia es un factor muy importante, porque ella es la célula básica de la sociedad.
A la vez, ya desde niños, muchos chicos comienzan a transitar caminos fuera de su casa y sin el control de su familia. El estudio ya no les interesa. Hay exposición a la violencia en la propia familia. Malas juntas y creencia en que es más fácil robar que trabajar.
Los jóvenes comienzan con trastornos de conducta, consumo de alcohol y drogas.
Para terminar con este flagelo que nos está destrozando como Sociedad, se requiere una labor conjunta del gobierno nacional y departamentales, de las autoridades de la enseñanza, del MSP, del MIDES y de ONG. Por cuanto hay que trabajar con la familia en primer lugar, conscientizándola de la importancia de su rol en la crianza de sus hijos; con las autoridades de gobierno para un cambio fundamental en los planes educativos con énfasis en la transmisión de los valores esenciales, del respeto a la vida, pensamiento y bienes de los demás, así como en la cultura del estudio y del trabajo. Buscar métodos para brindar más participación de la familias.
De lo contrario, el futuro que les espera a esos jóvenes será la cárcel, entrada, salida, entrada. Y sus hijos, seguirán su camino. Y los hijos de sus hijos.
No podemos perder a tantas generaciones.
A la vez, se tiene que reforzar la seguridad controlando y sancionando severamente los motociclistas (y motochorros) que circulan por las veredas y los que lo hacen por la calle a contramano.
Una política global sobre este tema no puede esperar y tiene que ser apoyada por todos los partidos políticos y actores sociales, ya que se trata de la vida de nuestros niños y jóvenes.