Roberto | Montevideo
@|Mientras el comercio local se queja de la competencia global, el gobierno uruguayo responde no con reformas que alivien la carga tributaria sino con un nuevo impuesto que encarece aún más la vida del ciudadano. La medida anunciada por el Ministerio de Economía, un IVA del 22% sobre compras personales en el exterior, no busca proteger al comercio nacional sino hacer caja; es una maniobra fiscal, no una política de desarrollo.
¿Qué se grava?
- Envíos personales por correo exprés, bajo franquicia.
- Hasta ahora: 3 compras anuales de US$ 200, exentas de impuestos.
- Nuevo régimen: hasta US$ 800 por persona, pero con 22% de IVA.
¿Cuánto gana el Estado?
Según datos oficiales, en 2025 ingresaron 1.124.976 paquetes bajo franquicia. Si cada paquete tuviera un valor promedio de US$ 150, el volumen total sería:
- US$ 168.746.400 en importaciones personales.
Aplicando el nuevo IVA del 22%:
- US$ 37.124.208 de recaudación fiscal adicional.
Es decir, el Estado recauda más de 37 millones de dólares al año por gravar lo que antes era ahorro popular, un impuesto silencioso, regresivo y políticamente oportunista.
¿Quién paga?
- El jubilado que compra ropa más barata en Temu.
- La madre que importa útiles escolares sin intermediarios.
- El joven que accede a tecnología sin sobreprecios locales.
Este impuesto no grava el lujo, sino la eficiencia del consumidor, penaliza la comparación de precios, la búsqueda de calidad, la libertad de elección.
¿Y el comercio nacional?
Si el Estado quisiera protegerlo, reduciría el IVA local, simplificaría el régimen de aportes, liberaría al pequeño comerciante del corsé burocrático; pero no, prefiere encarecer al competidor extranjero, sin tocar el infierno fiscal doméstico.
Conclusión: Uruguay no necesita más impuestos. Necesita menos Estado parasitario, menos clientelismo sindical, menos captura institucional, este nuevo IVA no es una solución: es una confesión, el gobierno no sabe cómo recaudar sin exprimir al ciudadano.