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Habrá un sólo Maracaná

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@|Para intentar parecerse a los inolvidables protagonistas de aquella gesta histórica sin parangón en la historia, habría que reunir algunas condiciones, entre ellas, la extrema modestia y humildad que otros no tienen, por ejemplo, festejando goles que no se convierten o practicando saltos injustificados.

Entrevistado aquel gran jugador de Brasil de nombre Zizinho, que con el N° 8 integraba el equipo local en la final del 50, sobre el efecto que había producido el discurso de apertura expresado por el Alcalde de Río de Janeiro; quien le hablaba a todo Brasil sobre la obligación del plantel local de ganar el encuentro, pues las autoridades habían construido aquel coloso de cemento para la consagración final. Fue terminante... dijo algo así como "que tonto".

Bien sabía Zizinho que quienes tenían a su frente lucharían hasta el final por la ansiada Copa Rimet sin complejos extra futbolísticos de localía rival, ni de magnitud de público o factor alguno que hubiese podido incidir en el resultado. Lo más llamativo de todo fue que aquellos brasileños que supieron perder dignamente y lloraron amargamente esa tremenda derrota, dieron un ejemplo a todo el mundo a pesar de aquel resultado.

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