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Fratti y Oddone

Roberto Alfonso Azcona | Montevideo
@|No podemos caer en la trampa del mago: ese viejo truco en el que se nos muestra una mano para distraernos, mientras la otra ejecuta el verdadero acto. El gobierno del Frente Amplio, encabezado por Yamandú Orsi, recurre permanentemente a este juego. Nos entretiene con un desfile de ministerios, discursos, polémicas y personalidades que copan el escenario mediático. Así logra que la oposición se empantane en lo accesorio, mientras el núcleo del poder avanza sin resistencia.

Frente a este escenario, una oposición responsable no debe actuar por reflejo, ni por bronca. Debe tener lucidez para denunciar lo que está mal, valentía para apoyar lo que está bien y, sobre todo, coraje para proponer algo mejor.

Y en ese análisis, dos figuras emergen como claves en este nuevo ciclo político: Alfredo Fratti, Ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, y Gabriel Oddone, Ministro de Economía y Finanzas. Ellos no protagonizan escándalos ni buscan los flashes. Pero son las dos manos que, en la sombra, pueden definir el verdadero rumbo del gobierno.

Oddone parece tener una visión técnica y sensata sobre el equilibrio entre recaudación y gasto. Su presencia recuerda —aunque con matices— al Danilo Astori que supo, en su momento, frenar el apetito insaciable del Frente Amplio por los recursos públicos. Pero cualquier estrategia económica sólida necesita de una base real: la producción. Y ahí entra el campo.

En Uruguay, la economía sigue descansando sobre el agro. El campo genera las divisas, sostiene el empleo, alimenta la industria y exporta nuestro valor al mundo. Sin una política agropecuaria inteligente, no hay economía que aguante.

Por eso, la figura de Alfredo Fratti adquiere una importancia estratégica. Con conocimiento del territorio, sensibilidad rural y una mirada técnica, apuesta a la modernización, la productividad y la apertura de mercados. Promueve un vínculo más directo con los productores, y parece decidido a encarar los desafíos que plantea tanto la coyuntura interna como el escenario internacional.

Pero el mayor obstáculo que enfrenta Fratti no está en el mercado internacional, ni en el clima, ni en los precios. Está en casa: el propio Frente Amplio, con sus tensiones internas, urgencias fiscales y pulsiones ideológicas que chocan de frente con la realidad del Uruguay productivo.

No sorprende, entonces, que se diga que Fratti comentó en privado: “Si no me dejan hacer, me voy”. Y no me cuesta creerlo. Porque en esa frase hay algo que escasea en la política uruguaya: dignidad.

El país necesita funcionarios así. Técnicos con conciencia política, y políticos con honestidad técnica. Personas que sepan decir que no, que no teman al desgaste ni al precio de sostener lo correcto.

Como ciudadanos libres e independientes, no vinimos a prender fuego el país, ni a buscar refugio en cargos públicos. Tampoco vamos a dejarnos distraer por el espectáculo. Estamos aquí para señalar lo que está mal, pero también para reconocer lo que está bien, aunque venga del adversario.

Fratti y Oddone representan hoy las dos manos del mago. Pero no son parte del truco. Son, quizás, la única posibilidad de que este gobierno encuentre algo de equilibrio. Nuestra tarea es vigilar, exigir, y también apoyar lo que vale la pena sostener.

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