Roberto Alfonso Azcona | Montevideo
@|La llave para la democracia directa en Uruguay.
Celebramos con entusiasmo la propuesta de la Asociación Civil Ciudadanos Orientales para habilitar la firma digital en mecanismos de democracia directa, como plebiscitos, referéndums e iniciativas populares.
Presentada ante la Corte Electoral, esta iniciativa no busca revolucionar el sistema actual, sino complementarlo con una opción mixta, presencial y digital; es un paso esencial para eliminar barreras arbitrarias y devolver el poder al ciudadano común.
El liberalismo clásico, inspirado en pensadores como John Locke y José Batlle y Ordóñez en nuestra tradición uruguaya, defiende que la soberanía reside en el individuo libre; el poder legítimo surge del consentimiento expreso de las personas, no de monopolios estatales o partidarios. En Uruguay, nuestra Constitución de 1967 ya reconoce herramientas de democracia directa, pero éstas están limitadas por requisitos obsoletos; recolectar miles de firmas en papel implica costos altos en impresión, logística y movilidad; esto excluye a la mayoría, convirtiendo un derecho universal en un privilegio de elites con recursos o aparatos políticos.
¿Por qué urge esta modernización?
Porque la tecnología ya existe y es segura, la firma digital avanzada, respaldada por identidad biométrica y claves únicas, se usa diariamente en Uruguay para trámites sensibles como contratos bancarios, declaraciones juradas o pagos electrónicos.
Rechazar su aplicación en democracia directa sería incoherente; si confiamos en ella para manejar finanzas personales, ¿por qué no para ejercer soberanía colectiva?
Además, no elimina el método tradicional; solo lo amplía, permitiendo que uruguayos en el interior, con discapacidades o limitaciones de tiempo, participen sin obstáculos.
Desde una perspectiva liberal, esta propuesta reduce el intervencionismo estatal innecesario; menos burocracia significa más libertad.
El ciudadano no debería depender de campañas millonarias o estructuras partidarias para proponer cambios. Imaginen colectivos sociales impulsando reformas ambientales, educativas o económicas sin barreras logísticas. Esto fortalece la competencia política, evita la concentración de poder y fomenta una sociedad más dinámica y responsable.
Abordemos preocupaciones comunes, la seguridad, con auditorías, trazabilidad y controles ciudadanos; la tecnología puede ser más segura que el papel, que es vulnerable a falsificaciones. Una democracia sana no teme la innovación, al contrario, la abraza para empoderar al pueblo. Recordemos nuestra historia; Batlle impulsó el referéndum en 1934 para contrarrestar abusos de poder. Bloquear avances digitales hoy sería traicionar ese legado liberal republicano.
Apoyo esta iniciativa con convicción y extendiendo una invitación abierta a todos los sectores políticos. Liberales, progresistas, conservadores, nacionalistas, izquierdistas y libertarios; este es un tema transversal de recuperación de soberanía. Unámonos más allá de banderas partidarias para exigir a la Corte Electoral y al Parlamento que habiliten esta herramienta.
Uruguay, con su tradición democrática, puede liderar en América Latina. ¡Actuemos ahora para que la democracia no sea solo representativa, sino verdaderamente directa y accesible!