Lic. Eduardo M. García Sáenz | Argentina
@|Después de 12 años, he tenido la grata oportunidad de volver a visitar Uruguay, junto a mi mujer, quien es hija de padre uruguayo.
Vi con claridad las políticas de Estado efectuadas por los Gobiernos Orientales, reflejados en nuevas rutas, estupendos puentes, baja inflación, menores índices de percepción de la corrupción (Uruguay en 2022 ocupaba el puesto 14 sobre 180 países, fue el mejor de América junto a Canadá según Transparency International).
Ante tantas realizaciones positivas, sin embargo, he observado que el Templo Inglés (Trinity Holy Church) frente a la Rambla montevideana, en la Ciudad Vieja, no está en consonancia con los logros enumerados; se lo ve semi abandonado y con basura acumulada, por ejemplo, en un rincón del lado izquierdo mirando hacia la Rambla.
La Catedral Anglicana (Templo Inglés) fue inaugurada en 1845, según el brillante escritor uruguayo Juan Antonio Varese, y en esa década ya se presentaban dibujos originales del mismo realizados en litografías alemanas por Luis Wiegeland. El coleccionista Roberto Pietracaprina tenía la litografía respectiva.
Al diseñarse y efectivizarse la Rambla, esto trajo el final de la construcción del Siglo XIX, pero inteligentemente se reconstruyó, en similar al Holy Trinity Church original y la nueva Catedral inaugurada el 6 de junio de 1936, es decir que tiene 87 años de antigüedad.
Como amante de la historia, siento una profunda pena de ver, en ese estado, a la Iglesia Anglicana y sus alrededores e insto a la Embajada de la Gran Bretaña (no olvidar que el Supremo de la Iglesia de Inglaterra es el Rey Carlos III) y a la Intendencia de Montevideo que valoren y cuiden ese monumento que posee unas líneas arquitectónicas extraordinarias.