Roberto Alfonso | Montevideo
@|El gobierno no debería ser un club privado donde solo entran los amigos del poder. Los nombramientos a dedo, el acomodo y el reparto de cargos como favores políticos son la enfermedad que corroe la confianza en las instituciones. El Estado no es un botín, es de todos los uruguayos.
Cada puesto ocupado por alguien sin mérito es una oportunidad perdida para un profesional capacitado, para alguien con vocación de servicio, para quien realmente puede aportar soluciones. Es hora de cortar con esta vieja costumbre de los gobiernos de turno, donde el amiguismo vale más que la capacidad. Los uruguayos merecen transparencia, concursos reales y que cada cargo se gane con esfuerzo, no con una palmada en la espalda del político de turno. ¡Basta de acomodos, basta de convertir el Estado en una agencia de empleo para militantes!